El régimen de Daniel Ortega está sacando a Nicaragua de la órbita de influencia de Estados Unidos (EE.UU.), y de la comunidad democrática internacional en general, para ubicarla en la de China y demás potencias autoritarias como Rusia e Irán.
Decimos potencias autoritarias en el sentido que Rodrigo Borja define el autoritarismo en su Enciclopedia de la Política. Es decir, el ejercicio del poder “asociado con la arbitrariedad, la ilegitimidad y la antidemocracia.” Regímenes que “en la relación poder-libertad, acentúan el poder como factor de ordenación social.”
También decimos que el régimen de Ortega está sacando a Nicaragua de la zona de influencia de EE.UU. y el mundo democrático, porque económicamente todavía no lo ha sacado, y no es fácil sacarlo, pues el grueso de las relaciones comerciales, financieras, inversiones extranjeras y flujo de remesas al país es con EE.UU., Centroamérica y la Unión Europea.
Hasta ahora el divorcio y el antagonismo del régimen de Nicaragua con la comunidad democrática internacional solo es político, como lo evidencia el discurso del régimen orteguista de confrontación con EE.UU. y demás Estados democráticos.
El alineamiento ideológico y político de Ortega con China comunista, lo dejó muy claro él mismo este lunes 10 de enero, antes de su juramentación para seguir detentando el poder presidencial. Durante la firma de un Memorándum de Entendimiento entre China y Nicaragua “sobre el establecimiento del mecanismo de consultas políticas”, Ortega reconoció su subordinación a la ideología y la política china al declarar que las partes han ratificado “los principios del socialismo, con las particularidades y el pensamiento marxista leninista del gran líder Mao Zedong, Deng Xiaoping y el pensamiento del presidente Xi Jinping.”
Más tarde, después de su nueva juramentación Ortega expresó que “La Revolución China y la Revolución Sandinista son revoluciones con un mismo norte, con un mismo camino, con un mismo destino…”. Y aseguró que los acuerdos con China y la inserción de Nicaragua en su estrategia económica global, denominada Iniciativa de la Franja y la Ruta, impulsarán el desarrollo económico del país y sacarán al pueblo nicaragüense de la pobreza.
Según Ortega, al unir Nicaragua a la estrategia económica global de China, podrá darle continuidad a “la buena marcha” que traía el país hasta 2018. De manera que ahora podrá hacer “borrón y cuenta nueva” en ese campo, pues con los convenios de cooperación y los acuerdos de comercio con China, asegurará “una vida digna” para los nicaragüenses.
Sin embargo, según los economistas independientes el cambio de órbita económica de Nicaragua no será fácil. Y tendrá consecuencias desastrosas para el país, salirse de las relaciones económicas estables y provechosas que tiene hasta el momento con EE.UU., la Unión Europea y Centroamérica, e insertarlo en una incierta ruta y franja estratégica global de China.
Una estrategia que, a decir verdad, a la única que ha sacado de la pobreza, la ha enriquecido y convertido en una gran potencia mundial, es a la misma China comunista.