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La demanda de liberación de los presos políticos y de diálogo nacional

La semana pasada, el ambiente social y político de Nicaragua estuvo marcado por la demanda de familiares de los prisioneros políticos de que sean puestos en libertad y que su liberación sea el comienzo de un proceso que lleve a la reunificación de los nicaragüenses.

Hay que destacar que los grupos familiares de los presos políticos que pertenecen a  los movimientos de izquierda, Unamos y Unab, se adhirieron a esa petición que ha concitado un amplio respaldo nacional y un fuerte apoyo internacional. Esto es muy importante porque es una muestra de que en esto no hay fisuras en los grupos familiares de los prisioneros políticos

En este contexto, el Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep) respaldó el pronunciamiento de los familiares de los presos políticos, pero al mismo tiempo planteó que es necesario un diálogo nacional para buscar soluciones a los graves problemas sociopolíticos y económicos de Nicaragua.

El Cosep hace propia la petición de  los familiares de prisioneros políticos al Gobierno, la Iglesia católica y otros sectores sociales, de promover  un proceso de “unificación ciudadana” a partir de la liberación de los presos. 

“La libertad de nuestros presos no es un asunto de preferencias partidarias, ni es una maniobra en una lucha por el poder”, han expresado con toda razón los familiares de prisioneros políticos. Y agregan con esperanza que “su liberación, más bien, se puede ver como el paso inicial en un proceso que conlleve un mayor grado de serenidad para los hogares nicaragüenses, dentro y fuera de nuestras fronteras; y que ayude gradualmente a reducir grietas en nuestra sociedad”.   

En ese mismo sentido, el Cosep replantea y enfatiza su reconocida posición de que el diálogo es “el único instrumento para que los nicaragüenses encontremos el camino hacia la reunificación de la familia”. Y asegura que las cámaras empresariales se “comprometen de manera franca, a la búsqueda de soluciones viables, prontas y sin precondiciones, que prioricen solucionar la encrucijada que atraviesa la nación”.

Es bueno y ha sido oportuno que el Cosep se pronunciara en esos términos, después de varios meses de guardar prudente y comprensible silencio.

Es cierto —y hay que reconocer la realidad— que del lado del régimen no hay o no parece haber interés en un diálogo de contenido patriótico y beneficio nacional, como el que piden los empresarios y  otros sectores nicaragüenses, igual que la comunidad democrática internacional. 

Pero no por eso hay que dejar de insistir en la demanda de  liberación de los presos políticos, y en el señalamiento de que a partir de eso, como dicen sus familiares, se pueda iniciar “un proceso de unificación ciudadana, dispuestos a construir puentes; dispuestos a escucharnos los unos a los otros para así comenzar a desarmar la desconfianza mutua que por siglos nos ha dividido”.

A la fe y la esperanza nunca se debe renunciar cuando se tiene la razón y lo que se pide o demanda es justo y necesario.

Editorial presos políticos
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