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Democracia de Honduras degradada por políticos hondureños

Los acontecimientos políticos que transcurren en Honduras confirman lo que hemos venido sosteniendo: Que la democracia no ha fracasado en nuestros países, quienes fracasan son los políticos que la regentan por mandato popular. 

La última noticia importante procedente del país vecino del norte es el encarcelamiento del expresidente hondureño Juan Orlando Hernández, quien apenas el 27 de enero pasado dejó de ejercer el poder presidencial. Hernández ha sido arrestado por solicitud de Estados Unidos (EE. UU.), que requiere su extradición a fin de juzgarlo por la acusación de haber cometido graves delitos contra ese país.

Según la acusación estadounidense, desde el año 2004 y hasta que dejó la Presidencia de Honduras el mes pasado, Hernández habría cometido graves crímenes de tráfico de drogas y armas en perjuicio de los EE. UU. Por los mismos delitos, un hermano del expresidente hondureño llamado Juan Antonio Hernández y también expolítico profesional,  cumple una condena de prisión perpetua en EE. UU.

Honduras es clasificado internacionalmente como un país con régimen político híbrido, o sea, con formalidades democráticas y prácticas autoritarias al mismo tiempo. Pero sobre todo es señalado de ser un narco Estado corrupto.

La flamante presidenta hondureña, Iris Xiomara Castro Sarmiento, esposa del expresidente Manuel (Mel) Zelaya quien fuera derrocado en junio de 2009 por querer alterar la Constitución para perpetuarse en el poder, fue elegida de manera limpia y democrática en las elecciones del 28 de noviembre de 2021. 

Nadie cuestionó su elección y la toma de posesión presidencial fue engalanada con la presencia de notables estadistas democráticos extranjeros, encabezados por el rey Felipe VI de España. Sin embargo, ya en la misma toma de posesión se mostró el cobre político hondureño. La presidenta fue juramentada por una jueza, no por el Congreso Nacional como manda la Constitución. Ella designó previamente al presidente del Congreso, violando el sagrado principio de la separación de poderes e independencia del Legislativo.

El acto de juramentación fue como un evento familiar y el marido de la presidenta Castro se puso ante la multitud la banda presidencial, como mostrando que él será el poder tras el trono presidencial. Después, Zelaya se instaló en el despacho presidencial llamado “Altar Q” por un antiguo monumento de los aborígenes mayas, para atender allí los asuntos de su partido político, el mismo de su esposa.

El periodista hondureño Armando Cerrato ha comentado en un artículo de opinión que “en su discurso inaugural Iris Xiomara Castro Sarmiento prometió hacer un gobierno de reconciliación nacional, pero en el poco tiempo que lleva al frente del mismo lo que demuestra es una actitud revanchista impregnada de odio y repudio, y muchos visos de venganza a los disidentes de su propio partido y sus adversarios políticos de envergadura…”

Sin embargo, otros analistas democráticos creen que ella tiene la oportunidad de romper la tradición corrupta y autoritaria de la política hondureña en los asuntos del poder; de sacar a Honduras del penoso rango de régimen híbrido y avanzar hacia una democracia de mejor calidad. 

Ojalá que quisiera y pudiera hacerlo.

Editorial Estados Unidos Honduras Juan Orlando Hernandez
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