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Santos Camilo Bellorín Lira fue condenado a 11 años de prisión por supuestamente cometer ciberdelitos, pero sus conocidos argumentan que él no sabe usar teléfonos inteligentes ni computadoras. ARCHIVO

Camilo Bellorín, el campesino acusado de ciberdelito y que no sabe usar un celular

De manera insólita, un campesino que se “lo come la tecnología”, fue acusado de crear alarma y zozobra a través de redes sociales. Esta es la vida de don Camilo Bellorín, un hombre que sabe mucho de la tierra y el béisbol, pero casi nada de política y celulares.

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No hay nadie en la comunidad Guasuyuca que no conozca a don Santos Camilo Bellorín Lira. Ahí vive desde pequeño junto a su padre, don Candelario Bellorín, quien fue el que le enseñó dos cosas esenciales en su vida: a trabajar la tierra y amar apasionadamente a los cañoneros de Somoto, el equipo de béisbol de esa ciudad.

Un vecino de la comunidad que prefieren no revelar su nombre, cuenta que al hombre lo conocen más por su segundo nombre, “don Camilo” y es bien conocido porque tiene una venta que “resuelve”, siempre que a alguien le falta algo en la cocina o en el hogar.

Don Camilo Bellorín es un campesino de 56 años que habita en esta comunidad del municipio de Pueblo Nuevo en Estelí.

Su familia se ha dedicado a la producción de granos básicos, principalmente de frijoles y maíz, y hasta hace unos pocos años que empezó a cultivar café.

El pasado cinco de noviembre del 2021 fue detenido por la Policía sin razón alguna. “Solo se lo llevaron y no le dijeron nada. Cuando vimos, ya estaba de regreso”, dice el vecino.

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De acuerdo a un familiar de don Camilo, el hombre estuvo detenido por cuatro días, y el 11 de noviembre se lo volvieron a llevar detenido y no supieron más de él.

El pasado 10 de febrero el campesino fue condenado a 11 años de cárcel por supuestamente haber cometido ciberdelitos, pero su familia argumenta que él ni siquiera sabe utilizar un teléfono inteligente.

La verdad es que don Camilo si usaba un teléfono. “Un chiclerito, de teclas”, dice un viejo amigo del campesino, quien recuerda que cuando lo conoció, “yo mismo le tuve que poner mi número en el teléfono porque él no lo sabía usar”.

Su familiar confirma esta anécdota. Fue hace unos cinco años y hasta la fecha, el hombre seguía reacio a la tecnología. En el teléfono de teclas, solamente sabía que el apretar los botones rojo o verde, servía para contestar una llamada o para colgarla, pero nada más. Ni mandar mensajes, ni guardar números, ni poner alarma.

Es por eso que la acusación que le hace el régimen de Daniel Ortega de supuestamente cometer ciberdelitos, le parece “absurda” a su familia.

“Él es un hombre de campo, humilde. No se mete con nadie”, dice su vecino, quien más bien reconoce que don Camilo y su finca son una fuente de empleo para muchos jóvenes de la comunidad ya que el hombre les paga para que le ayuden a trabajar la tierra o a cortar frijoles.

Buen bateador

De la infancia de don Camilo se sabe muy poco. Su familiar cuenta que llegó hasta quinto año de primaria porque desde muy pequeño empezó a trabajar en la finca de su papá y en sus ratos libres le encantaba jugar béisbol.

Tiene cuatro hijos y a todos les ha recomendado seguir con el camino de Dios y del estudio, dice su familiar.

“Es una persona muy tranquila. Muy educado”, cuenta su amigo, y agrega que jamás le ha conocido intenciones de hacer daño a alguien.

Tampoco le han conocido vicios. Ni fuma ni bebe, dicen sus vecinos. Si no que más bien su vicio es el béisbol.

Él acostumbraba ir a Somoto a jugar béisbol cuando era más joven, pero desde que le diagnosticaron un problema cardíaco empezó a moderarse y cuidarse más. Tanto con el trabajo, como con el juego. “Lo que nunca dejó fue la gaseosa sí”, cuenta su amigo.

Santos Camilo Bellorín es considerado un preso político del régimen de Daniel Ortega. LA PRENSA/Foto referencial.

De sus días en el cuadro de béisbol, su amigo rescata que era buen bateador, y cuando jugaba a la defensiva, siempre quería ser el pícher, pero lo terminaban mandando a la primera base. “Es que le faltaba brazo”, comenta su amigo, que más de una vez jugó con él.

Jugaban mayormente en Somoto, que queda a unos 13 kilómetros de la comunidad Guasuyuca. Después del problema cardíaco que tuvo que atenderse don Camilo, dejó de jugar por un tiempo y empezó a acompañar a uno de sus cuatro hijos a jugar.

Su amigo iba con él porque también acompañaba a su hijo y recuerda que don Camilo a veces le gritaba al entrenador del equipo para darle indicaciones de cómo tenían que armar alguna jugada.

En su casa, además de los cultivos de frijoles y maíz, también tiene ganado. Según su vecino, que hace tiempo trabajaba con don Camilo en su finca, cada mañana se despertaba a eso de las cuatro y media de la mañana. Se tomaba una taza de café y cerca de las seis de la mañana se iba a revisar la milpa.

Después iba a ver sus vacas, las ordeñaba, alistaba su caballo y se iba a vender leche a Somoto. La comunidad Guasuyuca queda a unos 10 kilómetros de Pueblo Nuevo, pero sus habitantes normalmente van a buscar provisiones a Somoto porque sienten que ahí hay más variedad y mejores precios.

Regresaba cerca de medio día y antes de almorzar pasaba viendo el trabajo de los cortadores de frijol. Después de almuerzo, se quedaba un rato viendo televisión y ya al final de la tarde buscaba como reparar algo en su finca y dejarle comida a sus vacas.

A veces se iba a “las aceitunas”, que es la parada de buses de Guasuyuca y ahí se reunía con amigos, vecinos y se ponían a platicar de cualquier cosa.

Don Camilo y la política

A don Camilo la política “ni le va ni le viene”, dice su familiar. En eso coincide su amigo, que nunca le escuchó decir algo en contra o a favor de la dictadura de Daniel Ortega.

Por su parte, su vecino asegura que en la comunidad se le conoce a él como alguien de tendencia liberal, pero que de igual manera nunca se le vio envuelto en actividades partidarias de ningún tipo.

El seis de noviembre, el día que fue detenido, el régimen de Daniel Ortega emprendió una redada previa a las elecciones presidenciales del día siete, en las que el caudillo sandinista consolidó su cuarto mandato consecutivo.

Fue liberado el miércoles nueve de noviembre. “El miércoles que él llega a casa a eso de las dos o tres de la tarde, él llegó en un taxi con un hermano mío y lo estaba esperando un simpatizante del Frente Sandinista de la comunidad, quien le dijo que se disculpaba, que él como parte del FSLN se disculpaba por lo que lo habían hecho pasar. Mi papá lo disculpó y la plática no fue muy extensa, aunque a él le pareció un poco confuso el comentario”, relató uno de los hijos de don Camilo a la radio ABC Stereo de Estelí.

Dos días después, el once de noviembre, don Camilo fue detenido nuevamente por la Policía y desde esa fecha permanece en prisión. La acusación del Ministerio Público dice que don Camilo creó “alarma, temor y zozobra” a través de redes sociales.

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Además, asegura que tiene buen manejo de “sistemas informáticos, tecnologías de la información y comunicación en el ciberespacio, redes sociales tales como Facebook y Twitter a los que accedía a través de un dispositivo móvil o desde una de las aplicaciones a través de su cuenta personal en Twitter registrada con el perfil a nombre Santos Bellorín @Santos51”

El juez Erick Ramón Laguna que condenó a once años de prisión a don Camilo Bellorín. ARCHIVO

Sin embargo, la defensa ha detallado a medios de comunicación que la Fiscalía no pudo comprobar que esta cuenta era administrada por el campesino y tampoco que hayan causado alarma, temor y zozobra en la población, por lo cual apelarán la sentencia del juez Erick Ramón Laguna Averruz.

Los familiares, por su parte, están preocupados por la situación de salud de don Camilo, pues, por sus problemas cardíacos tiene que recibir su medicamento diariamente con un horario establecido por un médico, lo cual desconocen si en la cárcel está recibiendo el tratamiento adecuado.

El campesino fue sentenciado a 11 años de prisión el pasado 10 de febrero. Al finalizar el juicio el hombre tuvo la oportunidad de hablar.

“Estar preso es triste. Estar preso y sin saber por qué. Soy campesino, si me pregunta por el arado yo se lo digo, en la cuestión política soy inocente, la tecnología me come, no sé grabar ni un número de teléfono. Sólo tengo quinto grado aprobado, apenas sé leer y escribir, y mi intención sólo es el trabajo y la agricultura”, dijo don Camilo antes de ser condenado

La Prensa Domingo Daniel Ortega Nicaragua

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