Este 21 de febrero se conmemora el 88 aniversario del asesinato de Augusto C. Sandino, a quien el escritor francés Henry Barbusse en 1928 llamó el General de Hombres Libres, honroso y merecido título para la perennidad.
Sandino fue asesinado en Managua cuando ya había terminado la guerra contra la ocupación militar de Estados Unidos, y vino a concertar la paz definitiva con el gobierno de Juan Bautista Sacasa. Pero el jefe de la Guardia Nacional, general Anastasio Somoza García, lo mandó a asesinar porque era el obstáculo a su pérfido plan de establecer la dictadura en Nicaragua.
Sandino dijo que quería patria libre o morir, luchó por una patria libre de ocupantes extranjeros, pero también de dictadores criollos y tiranos nativos. Por eso el fundador de la dictadura somocista ordenó que lo mataran.
El doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, quien en 1978 fue asesinado porque luchaba igual que Sandino por la libertad para Nicaragua, escribió en el editorial de LA PRENSA del 23 de febrero de 1963: “Dígase lo que quiera de él, Sandino es el más grande héroe de nuestra Patria en los tiempos modernos, y su memoria debe ser guardada con cariño en el corazón de todo nicaragüense”.
LA PRENSA, como custodia del pensamiento y el legado libertario y democrático del doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, Mártir de las Libertades Públicas de Nicaragua, conserva y cultiva esa devoción patriótica hacia la gesta y la figura de Sandino. Del auténtico Sandino que es patrimonio de Nicaragua y de todos los nicaragüenses, no del Sandino distorsionado para justificar dictaduras opresoras, sectarias y excluyentes.
“Sandino es un monumento a la dignidad de nuestra Patria —escribió y advirtió el director histórico y mártir de LA PRENSA en el editorial antes mencionado—, y no debemos permitir, que los comunistas, con quienes nunca comulgó, ensucien su memoria para utilizar el prestigio de su figura y lograr algún día con el pretexto de que combaten un imperialismo, entregar nuestro suelo a Rusia, como ha entregado Castro a Cuba”.
Fueron proféticas esas palabras y advertencias del doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, las que precisamente hoy día tienen una palpitante actualidad.