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Rosario Murillo informó esta semana que en Ucrania hay al menos 19 nicaragüenses. AFP

Nicas en Ucrania: Así están viviendo la invasión rusa

Algunos están defendiendo sus ciudades y otros escapando de ellas y los bombardeos de Rusia. Te contamos cómo están viviendo la guerra en Ucrania algunos nicaragüenses que viven en ese país

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Un fuerte estruendo seguido del retumbar del edificio en donde vive Iván Kovalev Rosales lo hicieron salir de su cama junto con su esposa Ekatherina Yarmolenko, la mañana del pasado miércoles 23 de febrero.

Se asomaron por la ventana y lo que vieron los dejó atónitos. “No lo podía creer. Era explosiones en el cielo y el resplandor en toda la ciudad”, describe Iván sobre ese día.

Cuando encendió el televisor en busca de noticias, Iván y su esposa confirmaron lo que temían. Vladimir Putin anunciaba una “operación militar en Ucrania”, es decir, Rusia estaba invadiendo Ucrania, el país en donde Iván vive desde hace 15 años. Los estruendos y resplandores en el cielo que se veían desde su ventana, se trataban del ejército ucraniano defendiéndose de ataques aéreos rusos.

Iván vive con su esposa en Járkov, la segunda ciudad más poblada de Ucrania a 460 kilómetros de la capital Kiev, pero hace 35 años, nació en Managua, capital de Nicaragua.

Su padre, Artem Kovalev, era un ruso que había llegado a Nicaragua en los años de la revolución sandinista y tuvo una relación con Mariana Rosales, la madre de Iván. Cuando él tenía nueve años, su familia todavía vivía en Nicaragua, pero debido a la pobreza en que vivían, su padre se los llevó a vivir a Austria.

Ahí vivió diez años. Aprendió a hablar alemán, ruso e inglés y luego se fue a estudiar Ingeniería en Telecomunicaciones a la Universidad Tarás Shevckenko, en Kiev. Ahí conoció a Ekatherina y posteriormente se casó con ella. Ahora, están esperando su primer hijo que podría nacer en tres meses.

Tras la muerte de los padres de Iván en 2012 en un accidente automovilístico, él optó por quedarse a vivir en Ucrania. Ahora, él es nicaragüense ucraniano, aunque confiesa que de Nicaragua no recuerda mucho y siente que su vida está más relacionada con Ucrania y Austria.

La última vez que estuvo en Nicaragua fue en la navidad de 2008 cuando viajó con su madre a visitar a sus familiares. “De Nicaragua solo sé que es aliada de Rusia y me da mucha decepción con todo esto que estamos viviendo aquí. También supe de Ortega y las protestas hace unos años”, asevera Iván.

El pasado miércoles, después de darse cuenta de la invasión rusa a Ucrania, salió con su esposa para la casa de sus suegros porque ahí tienen un bunker en el sótano que sirvió de refugio para los abuelos de Ekatherina durante la Segunda Guerra Mundial. Ahora es su refugio en esta nueva guerra.

Muchas zonas residenciales en ciudades ucranianas han sido alcanzadas por los bombardeos rusos. AFP

Huyendo de la guerra

Natalia Briones Kuleshova es otra nicaragüense que vive en Ucrania. Ella habita en Kiev, la capital de ese país y cuenta que desde que escuchó la primera alerta de las alarmas en la ciudad, quiso salir del Ucrania.

“Mi destino es Varsovia donde tengo parte de mi familia”, cuenta a la revista DOMINGO mientras espera que el tráfico avance. Está viajando con su mamá y sus dos hijos hacia Krakovets, la frontera entre Ucrania y Polonia. Lleva casi dos días al volante y en medio de un océano de vehículos con el mismo propósito: salir de Ucrania.

A veces se detiene para comer, para estirar las piernas o para rellenar de gasolina el vehículo. Les ha costado llegar a la frontera porque las carreteras están colapsadas y hay caminos que están dañados por los bombardeos rusos.

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La madre de Natalia, Daryna Kuleshova, es una mujer de 84 años que en su juventud conoció a Ricardo Briones, un nicaragüense que “fue el amor de la vida de mi mamá”. Según Natalia, su madre llegó a Nicaragua para ayudar con la Cruzada Nacional de Alfabetización (CNA) en 1980.

Ricardo Briones era un campesino de León al que Daryna alfabetizó y que con el paso del tiempo se enamoró y tuvieron una relación de la cual nació Natalia. Doña Daryna se quedó a vivir en Nicaragua hasta el año 2000 cuando Ricardo falleció.

“No teníamos más familia allá y mi madre prefirió volver a su país y ahora aquí nos quedamos”, cuenta Natalia.

Mientras se dirige a la frontera con Ucrania, dice que lo más doloroso es dejar atrás a sus dos tíos, hermanos de su madre, y su esposo, quienes han optado por quedarse en Kiev defendiendo la ciudad, además de que el gobierno ucraniano prohibió que los hombres en edad para combatir, salgan del país.

Natalia partió hacia la frontera el pasado lunes 28 de febrero. Quería salir desde el viernes 25, pero el gobierno impuso un toque de queda para el fin de semana que se extendió hasta el lunes, así que tuvo que esperar.

Fueron días complicados para su familia. Se quedaron en casa con unos vecinos de la tercera edad. “Nos contaron todo lo que vivieron en la guerra de jóvenes (Segunda Guerra Mundial). Ellos perdieron a sus tres hijos ahí. Yo no quiero perder a mis hijos en esta guerra y por eso estoy huyendo”, cuenta Natalia.

19 nicas en Ucrania

Este domingo se cumplen 11 días de la invasión de Rusia a Ucrania. Son 11 días en los que Iván, Natalia y otros nicaragüenses han estado viviendo en medio de una guerra que tiene en vilo al mundo.

En uno de sus discursos de medio día, Rosario Murillo confirmó que en Ucrania hay al menos 19 nicaragüenses, y podría haber más. “Hasta el momento son 19 confirmados más una lista de 28 que estamos confirmando, que aparecen como nicaragüenses con residencia en Ucrania”, dijo la vicepresidenta el pasado 28 de febrero.

Murillo detalló que la embajadora de Nicaragua en Moscú, Alba Azucena Torres, es la encargada de ponerse en comunicación con estos nicaragüenses y verificar si necesitan “algún tipo de ayuda”.

Hasta el momento, esta cifra no ha sido actualizada por el régimen de Daniel Ortega. Nicaragua no tiene embajada ni consulado en Ucrania. Las sedes diplomáticas más cercanas son la embajada de Moscú, en Rusia, y la embajada en Ankara, en Turquía.

Nicaragua se perfila ante el mundo como un aliado de Vladimir Putin y Rusia, y hasta el mismo Daniel Ortega ha justificado la invasión rusa a Ucrania alegando que “Rusia se está defendiendo. No le dejaron otra opción”.

Por su parte, Iván no se siente apoyado por el gobierno nicaragüense. “No he sido contactado por nadie de Nicaragua”, comenta, pero tampoco sabe si han llamado a su casa porque desde el día que salió, no ha regresado.

“No siento apoyo de Nicaragua sinceramente, pero yo igual me siento más ucraniano y voy a quedarme. No tengo intención de irme y dejar a mi gente o mi familia”, dice Iván.

Algo similar dice Natalia, quien tampoco ha sido contactada por ninguna autoridad o miembro del cuerpo diplomático nicaragüense.

“Si me llaman será solo para hablar porque realmente no pienso irme a Nicaragua. Es un país que es aliado de Putin, no me sentiría segura en Nicaragua”, expresa la mujer.

Primeros días

“Las noches son la cosa más horrible”, cuenta Iván. Dice que los rusos suelen atacar entre las siete de la noche y las cinco de la mañana aprovechando la oscuridad. No es que en el día todo esté en calma, pero la intensidad de los combates es “mucho menor”, explica.

Iván dice que como el peligro de que Rusia invadiera Ucrania ya llevaba varios días, muchas personas se prepararon con víveres para soportar un eventual encierro en sus casas. “La experiencia de 2014 nos dejó muchos aprendizajes”, comenta.

En ese año, separatistas prorrusos en Ucrania se tomaron edificios gubernamentales en las regiones de Donetsk y Lugansk, limítrofes con Rusia al este de Ucrania. Los separatistas declararon a estas dos regiones como “repúblicas independientes”.

Según las autoridades ucranianas, desde 2014, más de 14,000 personas han muerto en enfrentamientos en las regiones de Donetsk y Lugansk, entre separatistas prorrusos y el ejército ucraniano.

Ucrania siempre ha acusado a Rusia de financiar a estos grupos separatistas y proveerlos de armamento. Luego, llegó la separación de Crimea, también promovida por Rusia y hasta reconocida como país independiente por el régimen de Daniel Ortega

Este fue un periodo convulso para Ucrania, que reavivó las experiencias de la Segunda Guerra Mundial, y quienes la vivieron, desde entonces, tomaron más precauciones en su estilo de vida, como la habilitación de búnkeres en sus casas, zonas de evacuación y el almacenamiento de víveres, explica Iván.

Hasta el pasado primero de marzo, en Jarkóv seguía funcionando una tienda en donde la familia de Iván iba a comprar comida, medicinas y otras cosas necesarias, pero con la intensidad de los bombardeos rusos sobre esta ciudad, llegar hasta esa tienda no es tan sencillo. “Ya debe estar cerrada porque el martes ya estaba un poco vacía”, dice Iván.

Muchos civiles han tomado las armas en Ucrania para apoyar la defensa de sus ciudades. AFP

En Kiev, la dinámica fue distinta, narra Natalia. Todos los días hay bombardeos aéreos y la alarma suena casi toda la noche y parte del día sobre la capital ucraniana.

“Muchas personas han optado por buscar refugio en las estaciones de tren, sótanos, bunkers. Los edificios están prácticamente vacíos porque es el lugar menos seguro para estar en este momento”, describe Natalia.

Ella ha pasado los últimos días en la carretera hacia la frontera con Polonia y describe que ha visto pueblos pequeños que están destruidos y algunas casas incendiadas, sin embargo, entre más se va alejando de Kiev, se siente un poco más tranquila y va encontrando algunas estaciones de servicios y supermercados que aún están atendiendo.

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Defendiendo Jarkóv

Contactar a nicaragüenses en Ucrania es bastante complicado. Algunos como Iván, hasta han olvidado el español y prefiere hablar en inglés con la revista DOMINGO para comprender y responder mejor las preguntas.

Por otro lado, hay algunos que prefieren no brindar entrevista como una nicaragüense originaria de Masaya que vive en Kiev. “Lo siento, pero estoy agotada y en modo de reserva de energía. Tengo 2 niños pequeños a los que tengo que atender”, responde a nuestra solicitud de entrevista.

Iván, por su parte, también dice estar agotado. “No he podido dormir. Lo poco que he dormido ha sido bajo tensión y con cualquier sonido me despierto rápido, como ansioso, con temor”, dice.

Él podría irse por su nacionalidad nicaragüense, pero prefiere no hacerlo. Quiere quedarse a apoyar la defensa de la ciudad, y con algunos conocidos y vecinos, se ha dedicado a hacer bombas molotovs y trincheras para repeler a los tanques rusos.

El gobierno ucraniano ha promovido la preparación de bombas molotov para que los ciudadanos se protejan de la invasión rusa. AFP

“También me dieron un arma, pero no sé usarla bien. La verdad es que no quiero tocarla porque siento que puedo herirme o herir a alguien más sin intención”, comenta, y dice que es su suegro quien le ha estado enseñando a ocuparla.

La comunicación durante la entrevista también es complicada. A veces Iván pierde la conexión y en el fondo se escuchan explosiones. “Espera, espera”, dice Iván cada vez que escucha una explosión. “Te decía…”, retoma la conversación.

Hasta el cierre de este reportaje, Iván quedó en contactarse con Revista DOMINGO para continuar hablando sobre el día a día en Ucrania y compartirnos algunas fotografías, sin embargo, su conexión en Whatsapp aparece inactiva desde la madrugada del tres de marzo.

La Prensa Domingo Nicaragua Ucrania

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