En el Día de la Mujer que se celebra este 8 de marzo, debemos comenzar saludando a las heroicas mujeres de Ucrania, a las que están combatiendo en defensa de su patria, pero también a todas las que sufren el horror de la criminal guerra de agresión desatada por la Rusia de Vladímir Putin, el llamado Hitler del siglo 21.
En Nicaragua tributamos el homenaje que merecen las mujeres presas políticas, que sufren personalmente —y en apoyo a ellas también sus abnegadas familias— las consecuencias dolorosas de luchar por una patria libre para vivir. Una lucha que siguen librando, incluso desde la cárcel, por la democracia representativa y el respeto a los derechos humanos.
Las mujeres presas políticas sufren el rigor de la prisión, aun las que están bajo el régimen de cárcel domiciliaria, no porque cometieron los delitos por los cuales de manera absurda se les acusa, sino por haber proclamado y defendido de manera cívica y pacífica sus principios y valores democráticos, y por reclamar respeto a sus derechos constitucionales.
Esas mujeres presas políticas son, mencionadas por orden alfabético: Ana Margarita Vijil, Cristiana Chamorro Barrios, Cinthia Samanta Padilla, Dora María Téllez, Eveling Pinto, Julia Hernández Arévalo, Karla Escobar, María Esperanza Sánchez, María Oviedo, María Fernanda Flores, Nidia Barbosa, Suyén Barahona, Tamara Dávila y Violeta Granera.
Los nombres de estas mujeres habrán de quedar inscritos en las páginas gloriosas de la historia nacional, en las que brilla el de la heroína Rafaela Herrera Contreras, quien en julio de 1762 defendió el Castillo de la Inmaculada Concepción, en el río San Juan, y disparando un cañón ella misma hundió una nave del enemigo invasor.
Como debe brillar también en la historia de Nicaragua el nombre de Josefa Chamorro, quien en diciembre de 1811 animó la insurrección popular en la ciudad de Granada contra la dominación colonial española. Josefa Chamorro fue hecha prisionera y encerrada en una cárcel en la Costa Atlántica de Honduras. Y a pesar de la injusta omisión de los historiadores nacionales, su nombre fue inscrito y perpetuado en el Obelisco de la Independencia, que en 1921 y con motivo del centenario de la Independencia Nacional, se erigió en Granada en honor a los héroes y la heroína de la insurrección patriótica de 1811.
Todas las mujeres de Nicaragua merecen ser enaltecidas hoy, en su día reconocido internacionalmente. Pero el reconocimiento agradecido a ellas debe ser todos los días, y siempre, por su dignidad humana y el gran aporte que hacen en los más diversos sentidos a la familia y la sociedad.
Y sobre todo, el aporte especial e invalorable que hacen las mujeres presas políticas, aun estando injustamente encarceladas, a la causa de la libertad, la democracia, el Estado de derecho y la justicia para todos los nicaragüenses.