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El adiós al nuncio Sommertag

No hay información clara, solo versiones no confirmadas y especulaciones,  sobre el caso de monseñor Waldemar Sommertag, quien hasta el fin de semana pasado era el nuncio apostólico en Nicaragua, o sea embajador del Vaticano y representante personal del papa Francisco.

Esta falta de certeza se debe al silencio informativo  del régimen,  pero también —hay que decirlo—  a la falta de transparencia de la representación del Vaticano en Managua, aunque así sea por su conveniencia diplomática.   

Se habla de que el régimen le ordenó al nuncio que se fuera del país o sería declarado non grato. Pero también se dice que habría sido una decisión del Vaticano, del papa Francisco en lo personal, por presión, petición o queja del Gobierno de Managua.

Como haya sido, lo cierto es que la salida del país de monseñor Sommertag era de esperarse, por  su participación protagónica en actos políticos y gestiones humanitarias desagradables para el régimen. 

En efecto, el nuncio acompañó a los obispos nicaragüenses que fueron a las ciudades más  afectadas por la violencia, durante la insurrección popular espontánea de abril de 2018. Inclusive, en julio de ese año el nuncio apostólico y los obispos fueron víctimas de la agresión de turbas oficialistas en la ciudad de Diriamba.

Monseñor Sommertag estuvo presente  en el diálogo nacional del Seminario de Fátima, en mayo de 2018, cuando los obispos propusieron, para poner fin a la crisis política y restablecer la concordia y la paz nacional, adelantar las elecciones a partir de una reforma constitucional y la reorganización de algunas instituciones. Pero el régimen rechazó aquella propuesta inspirada en la buena voluntad episcopal.  

El nuncio fue también mediador en el segundo diálogo nacional, realizado en el Incae  en 2019, que igualmente fracasó porque el régimen rechazó las demandas de la oposición y no cumplió los acuerdos políticos que firmó con ella. Después acusó injustamente a los obispos de haber instigado un golpe de Estado y desató la persecución contra la Iglesia católica. 

A partir de eso era fácil suponer que el nuncio Sommertag no duraría mucho tiempo en sus funciones. Finalmente, el régimen cortó la comunicación con él y hasta le quitó el privilegio protocolario de la decanatura del Cuerpo Diplomático. Cuando eso ocurrió se entendió que sus días en Nicaragua estaban contados. 

Pero, cualquiera que haya sido la causa de su salida, monseñor Waldemar Sommertag se ha llevado en el corazón la medalla del cariño y agradecimiento del pueblo democrático de Nicaragua. Por todo lo bueno que hizo en el país y en especial  sus mediaciones para la liberación de muchos presos políticos. 

LA PRENSA en particular agradece a monseñor Sommertag sus gestiones para que en febrero de 2020 fuera liberado el papel que estaba retenido arbitrariamente por el régimen. Ya para el nuevo secuestro del papel, en 2021, el nuncio no podía hacer nada porque se le había cortado la comunicación oficial.

Quedará registrada en la historia casi centenaria de LA PRENSA la misa campal en acción de gracias por su 94 aniversario  y la recuperación del papel, que el nuncio Sommertag ofició el 2 de marzo de 2020 en los patios de este Diario, ahora profanados por la ocupación policial.

Al decirle adiós a monseñor Waldemar Sommertag le aseguramos, sin temor a equivocarnos, que el pueblo católico de Nicaragua lo quiere y nunca lo olvidaremos.

Editorial CEN Nuncio Waldemar Stanislaw Sommertag
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