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El poder de la oración contra la guerra de agresión rusa a Ucrania

Ucrania y Rusia quedarán consagradas este viernes 25 de marzo al Santísimo Corazón de la Virgen María, en una solemne ceremonia oficiada por el papa Francisco desde el Vaticano, acompañado por todos los obispos en cada uno de sus países.

El propósito de esta consagración —que significa poner a las naciones ucraniana y rusa bajo la protección de la Madre de Dios—, es orar por el restablecimiento de la paz en Ucrania; rogar por el fin de la espantosa matanza humana y devastación de las ciudades ucranianas que están perpetrando los ejércitos de Rusia, por orden de Vladímir Putin.

Esta es la máxima contribución, desde la dimensión de su poder espiritual, que pueden hacer la Iglesia católica y la cristiandad del mundo por el fin de la guerra y el cese del sufrimiento de la gente ucraniana.

En vísperas de esta trascendental consagración, el jefe de la Iglesia greco- católica de Ucrania, su beatitud Sviatoslav Shevchuk, explicó en un mensaje al mundo que esta “no es una guerra que libra el enemigo contra el presidente (Zelensky), o contra el poder estatal ucraniano… El agresor ruso —agregó— está librando una guerra contra el pueblo ucraniano. Y esta guerra tiene todas las características de un genocidio: el exterminio de las personas, de nuestro patrimonio cultural, de nuestras tradiciones espirituales…”

En su oración para consagrar Ucrania y Rusia a la Virgen María, el papa Francisco dice: “El pueblo ucraniano y el pueblo ruso, que te veneran con amor, recurren a ti, mientras tu Corazón palpita por ellos y por todos los pueblos diezmados a causa de la guerra, el hambre, las injusticias y la miseria…

“Que tus manos maternas acaricien a los que sufren y huyen bajo el peso de las bombas. Que tu abrazo materno consuele a los que se ven obligados a dejar sus hogares y su país. Que tu Corazón afligido nos mueva a la compasión, nos impulse a abrir puertas y a hacernos cargo de la humanidad herida y descartada.

“Por eso, Madre de Dios y nuestra, nosotros solemnemente encomendamos y consagramos a tu Corazón inmaculado nuestras personas, la Iglesia y la humanidad entera, de manera especial Rusia y Ucrania”.

Es una oración poderosa. El poder de la Iglesia católica es espiritual, se manifiesta en la fe y la esperanza que conceden a los creyentes la fortaleza necesaria para vencer las dificultades y salir de todas las desgracias, incluso de las guerras de exterminio como la de Rusia contra Ucrania.

Cabe recordar que el expresidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, quien no era católico sino cristiano presbiteriano, reveló lo que dijo al papa Juan Pablo II cuando se reunieron en Alaska el 2 de mayo de 1984: “El ejemplo de hombres como usted y la oración de personas sencillas en cualquier lugar… tienen más poder que todos los grandes ejércitos y gobernantes del mundo”.

A ese gran poder de la oración apelan hoy el papa Francisco y los obispos católicos de todos los países, incluyendo a los de Nicaragua, para que termine la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania, para que se ponga fin a la matanza y la destrucción material y cultural de ese país, que es precisamente uno de los más cristianos del planeta.

Editorial guerra oración Rusia Ucrania
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