Según los expertos, la denuncia contra su propio gobierno, de que es una dictadura, presentada el martes 22 de marzo por el embajador de Nicaragua ante la OEA, Arturo McFields, en plena sesión de su Consejo Permanente, no tiene precedentes en la historia diplomática de las Américas.
McFields también respaldó, en representación del Gobierno de Nicaragua, la declaración de la OEA del 25 de febrero de 2022 condenando la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania. Esa declaración fue aprobada por 21 países, a los cuales se adhirió después Honduras. No la aprobó la representación del régimen de Nicaragua que es aliado de Rusia. Pero el martes 22 de marzo McFields también emitió una declaración adhiriendo oficialmente a Nicaragua a la condena de la OEA a la agresión rusa contra Ucrania.
Esa posición es irrevocable. Ha quedado en los registros de la OEA para siempre. El régimen de Nicaragua pudo dejar sentada en el organismo hemisférico otra posición, de apoyo a Rusia, en el nuevo debate de la OEA sobre el tema de Ucrania el viernes 25 de marzo, pero el embajador del régimen sustituto de McFields ni siquiera hizo acto de presencia.
Se dice que la denuncia de McFields podría producir en la OEA un cambio de correlación de votos en contra del régimen de Ortega. Pero es solo una especulación. Los gobiernos que lo apoyan en la OEA, o se declaran imparciales, no van a cambiar su posición por muy impactante mediáticamente que haya sido la denuncia del ahora exembajador de Nicaragua.
También se habla de que en el interior del régimen de Nicaragua hay mucha inconformidad y que el caso McFields puede desatar una desbandada. Al respecto, el mismo McFields dijo que con su denuncia hablaba “por miles de empleados públicos” de Nicaragua.
Pero la verdad es que no hay ningún indicio de que algo así pudiera ocurrir en el corto y mediano plazo.
Solo tres funcionarios importantes del régimen han defeccionado a consecuencia de los acontecimientos de abril de 2018: Ligia Gómez, gerente de investigaciones económicas del Banco Central, quien renunció inmediatamente después del estallido de abril, se fue del país y rindió testimonio ante el Congreso de Estados Unidos; el magistrado de la Corte Suprema de Justicia, Rafael Solís, quien era muy allegado a Ortega, pero renunció en enero de 2019 y se exilió en Costa Rica donde hizo contundentes declaraciones; y ahora, más de tres años después de Solís, renuncia el embajador ante la OEA, Arturo McFields.
Sin duda que la denuncia de McFields ha sido impactante y es muy importante. Como ha dicho el exembajador de Argentina en Nicaragua, Marcelo Valle Founroge, en declaraciones a la revista Confidencial, la denuncia de McFields y su defección del régimen “puede convertirse en una luz esperanzadora… (pero) tenemos que estar claros de algo… Es bueno haberse salido (de la dictadura), pero ¿después de cuatro años del 2018? La ética es una sola. (McFields) pasó todo ese tiempo, ejerciendo con dureza la defensa del régimen. Espero que además de su renuncia y denuncia, al menos hayan también disculpas por haber estado ciego todos estos años”, señaló certeramente el diplomático argentino.