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El papa oró por Iglesia de China, pero no por la de Nicaragua

En su alocución del domingo 22 de mayo en la Plaza de San Pedro, después de rezar la oración de la Reina del Cielo, el papa Francisco dedicó unas palabras a la situación de la Iglesia católica en China, donde impera un régimen comunista que por su naturaleza es hostil a la religión.

“Los invito a unirse a mí en esta oración, para que la Iglesia en China, en libertad y tranquilidad, pueda vivir en comunión efectiva con la Iglesia universal y ejercer su misión de anunciar el Evangelio a todos, ofreciendo así también una contribución positiva al progreso espiritual y material de la sociedad”, expresó el sumo pontífice romano.

El papa Francisco hizo esa referencia debido a que este martes 24 de mayo se celebra la festividad de María Auxiliadora, a la que China ha sido consagrada por la Iglesia católica. Fue en el año 2007 que el papa Benedicto XVI encomendó la parte católica de China a la Virgen y pidió que el 24 de mayo, Día de María Auxiliadora, se convirtiera en una jornada mundial de unidad y oración por la Iglesia en ese país asiático.

En el año siguiente, Benedicto XVI volvió a encomendar la Iglesia católica de China a la Virgen, y compuso una oración a María Auxiliadora que es venerada en su Santuario de Sheshan, en Shanghái, pero también en todos los templos y en los hogares de los católicos chinos.

Nicaragua igualmente está consagrada a la Virgen María, en todas sus advocaciones y especialmente la Purísima Concepción. Inclusive hay una advocación propiamente nicaragüense, como es la Virgen de Cuapa, cuya aparición en 1980 es reconocida por la Iglesia católica de Nicaragua, aunque todavía no tiene el reconocimiento del Vaticano, como la de Guadalupe en México, la de Lourdes en Francia o la de Fátima en Portugal.

De manera que se esperaba y hubiera sido consolador que el papa Francisco se pronunciara en oración por la Iglesia católica de Nicaragua, en respaldo a monseñor Rolando Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa y administrador apostólico de la Diócesis de Estelí; y del padre Harving Padilla, párroco del templo de San Juan Bautista de Masaya.

La Conferencia Episcopal de Nicaragua manifestó en un comunicado su solidaridad con monseñor Álvarez y el padre Padilla. También lo han hecho los obispos de Costa Rica y Panamá. Pero hubiera sido grandioso que el papa orara el domingo pasado por la Iglesia de Nicaragua, que desde abril de 2018 ha sufrido unos 190 hostigamientos de diversa clase y magnitud, según un exhaustivo estudio de la abogada Martha Patricia Molina.

La libertad de religión es un derecho por sí mismo sagrado de todas las personas. Nadie debería ser perseguido por practicar su fe. Al respecto el papa Francisco dijo a principios de enero del corriente año, en un video que fue difundido mundialmente, que es necesario rezar “para que las personas que sufren persecución religiosa encuentren en las sociedades en las que viven el reconocimiento y la dignidad que proviene de ser hermanos y hermanas”.

Ese pronunciamiento y petición del papa tiene un gran valor general. Pero ojalá que pronto se pronuncie expresamente sobre la situación de la Iglesia católica en Nicaragua, igual que lo hizo el domingo pasado con la de China.

Editorial Papa Francisco
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