La embajadora de la Unión Europea en Nicaragua, señora Bettina Muscheidt, ha enviado en las últimas semanas unos hermosos y motivantes mensajes sobre la paz, la libertad y la democracia, que son los pilares de la convivencia, la vida digna y el progreso económico, social y cultural.
El lunes 9 de mayo recién pasado, cuando se celebró el Día de Europa, la embajadora Muscheidt escribió un artículo que fue publicado en LA PRENSA, en el cual habló sobre la impregnación de los valores de la democracia en la vida común y cotidiana de los habitantes de la Unión Europea. No solo en el ámbito de la política sino en todos los espacios de su existencia, social, familiar y personal.
La representante de la Europa libre, hizo una alusión comparativa a la triste situación de la gente en los países donde no hay libertad ni democracia, y concluyó que los europeos no deben dar por sentada su democracia, “mientras en el mundo hay tantas personas que quisieran disfrutarla”.
Posteriormente, el 27 del mismo mes de mayo que acaba de pasar, la embajadora europea habló en la apertura de La Noche de la Diversidad, y dijo en forma precisa y contundente: “La paz verdadera no es posible sin la coexistencia de la libertad de pensamiento, la divergencia de las ideas, el consenso en medio de las contradicciones y el respeto del ser humano en toda su dimensión”.
Más recientemente, el martes 31 de mayo, insistió en su prédica de la paz, la libertad y la democracia, en un mensaje de video con motivo del lanzamiento de la campaña “Construyendo la Unión Europea”. Dijo que la paz que se comenzó a construir en Europa hace más de 70 años, “desde las cenizas y la destrucción de dos guerras mundiales… algo impensable en ese tiempo después de tanto dolor y odio; la paz amenazada hoy en muchos lugares del mundo… debemos defenderla todos los días dentro y fuera de nuestras fronteras”.
Ahondó la diplomática europea en que la paz no puede cultivarse “sin una reconciliación verdadera y sincera”, y sin la promoción y defensa de valores esenciales como “la democracia, la libertad de expresión y asociación, el respeto de los derechos humanos, el Estado de derecho, la igualdad, el diálogo, el debate, y la diversidad de ideas y pensamientos… Una paz que solo se puede construir a partir del reconocimiento del otro en su dimensión del ser humano”.
El mensaje es claro y el consejo es apropiado para Nicaragua, para todos los nicaragüenses que también han sufrido las calamidades de la guerra, y que ahora no sufren una contienda bélica, pero sí una guerra política. Un país donde no hay una paz verdadera, sostenida en la justicia, la libertad, la democracia, la tolerancia y la convivencia nacional, como debe ser la auténtica paz.
Hay que agradecerle a la embajadora Bettina Muscheidt por sus mensajes iluminadores y de buena voluntad. Son como bálsamo en las profundas heridas de una nación que pudo reconciliarse y pacificarse hace tres décadas, pero ahora de nuevo está extremadamente dividida y polarizada.