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El gran legado de la Revolución Francesa de 1789

Este jueves 14 de julio se cumple el 273 aniversario de la Revolución Francesa de 1789, el cual se conmemora en todo el mundo porque se trata de un acontecimiento histórico de trascendencia universal.

El principal aporte de la Revolución francesa fue en el campo de los valores y los principios, los que fueron consagrados en la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano proclamada por la naciente Asamblea Nacional en 1789.

Aquel histórico documento que sustentó los textos constitucionales de Francia vigentes hasta ahora, fue como el borrador de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948.

Pero la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano no fue un invento surgido de la nada. Más bien, fue el resultado de un largo proceso que comenzó en 1215, en Inglaterra, con la aprobación de la Gran Carta de las Libertades, o Carta Magna, y continuó en 1689, en la misma Inglaterra, con la Ley que Declara los Derechos y Libertades de los Ingleses y Establece el Orden de Sucesión de la Corona, conocida como Bill of Rights.

Los padres de la patria de Estados Unidos de América se inspiraron en esos documentos para redactar, primero la Declaración de Derechos de Virginia, en 1776, y después la Carta de Derechos de 1791, también llamada Bill of Rights, que son las primeras diez enmiendas de la Constitución estadounidense aprobadas el 15 de diciembre de ese año.

Poco se menciona, pero también fue dictada durante la Revolución francesa, aunque no como documento oficial, la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana de 1791.

Esta Declaración fue redactada por la intelectual revolucionaria Olimpia de Gouges, y en ella se proclamó, primero, que la mujer nace, permanece y muere libre, al igual que el hombre; segundo, que el objetivo de toda asociación política es la conservación de los derechos naturales e imprescriptibles de la mujer y del hombre; y tercero, que estos derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión.

En realidad, ha sido larga y muy difícil la lucha de la humanidad —de las mujeres y los hombres—, por la libertad, la equidad, la justicia y la democracia.

Han pasado 807 años desde la aprobación en Inglaterra de la Carta Magna de las Libertades; 246 desde la Declaración de Derechos de Virginia; 231 desde la Bill of Rights de Estados Unidos; 233 desde la Declaración de Derechos y del Hombre y del Ciudadano; 231 desde la Declaración de Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, y 74 años desde la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Es mucho tiempo, pero en la mayor parte de los países no se respetan esos derechos. Y quienes luchan por ellos son perseguidos, encarcelados, exiliados y en no pocos casos hasta asesinados.

Bien decía Thomas Jefferson, que el precio de la libertad es la eterna vigilancia. Esto después de que se ha conquistado la libertad, porque el precio de conquistarla es lucha y sacrificio.

Editorial
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