Daniel Raisbeck, analista de políticas públicas para América Latina en el Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Instituto Cato, dice que “hay que tomar en serio las ideas. Será la única manera de preservar —y con suerte ampliar— el ámbito de la libertad”.
Señala el intelectual libertario colombiano, que la derecha política y la clase empresarial latinoamericana han menospreciado las ideas y la cultura, mientras que la izquierda las tomó en serio. “Razón por la cual —dice el politólogo—, su ideología domina casi por completo la academia, la educación pública, el periodismo, las artes, las cortes (el Parlamento) y hasta el clero (por medio de la “teología de la liberación”).
Según Raisbeck, eso es lo que explica el avance de las ideas de izquierda y la toma del poder en cada vez más países de América Latina y el Caribe. Y pone en claro la razón del retroceso de la derecha aún en sus expresiones más democráticas.
Lo dicho por el investigador del Instituto Cato es válido para aquellos países donde existe la democracia y funciona un sistema electoral competitivo que ha permitido a la izquierda alcanzar el poder. Tales son los casos de México, Argentina, Perú, Chile y Colombia, para mencionar algunos.
Es distinto lo ocurrido en países donde es la izquierda más autoritaria la que ha tomado el poder. En ellos tal vez la derecha política y la clase empresarial también menospreciaron el valor de la lucha ideológica, de la educación y la cultura. Pero no fue por eso que la izquierda autoritaria pudo tomar el poder y ahora sus regímenes controlan de manera absoluta los sistemas y aparatos culturales, educacionales e ideológicos.
Esto lo han conseguido con astucia y simulación, con intrigas políticas y acciones de fuerza; no ha sido por mayor inteligencia ni superioridad intelectual, ni por la conquista mediante persuasión de la conciencia de los ciudadanos.
Las universidades son los focos principales de pensamiento, inteligencia, cultura y desarrollo intelectual. Sin embargo, al perder la autonomía las instituciones académicas también han perdido esa capacidad, han sido convertidas en “correas de transmisión” de la maquinaria del poder político del Estado.
En esta situación, le corresponde a las universidades privadas, o a algunas de ellas, mantener encendido el fuego de la inteligencia, de la sabiduría, del desarrollo del pensamiento intelectualizado, de la cultura y la educación de calidad.
No es una tarea fácil. El trabajo académico, de investigación, creación de pensamiento y diversidad cultural para el progreso social y humano, requiere de ambientes de libertad, tolerancia y autonomía académica. Sin embargo, aunque no lo haya es una tarea y un esfuerzo que no se deben soslayar.
Al parecer la UCA, universidad libre y progresista de los jesuitas, está dispuesta a hacerlo, a pesar de las dificultades que la agobian. Así lo han expresado sus máximas autoridades en los discursos pronunciados en la solemne toma de posesión del nuevo rector.
En realidad, más que discursos fueron magnas lecciones académicas que comentaremos en otro editorial.