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El ataque contra la Sangre de Cristo y la iconoclasia

La Iglesia católica conmemorará el segundo aniversario del atentado contra la imagen de la Sangre de Cristo, ocurrido en la Catedral de Managua el 31 de julio de 2020.

     La invitación de la Iglesia a los creyentes católicos es a unirse y participar en una “jornada de reparación” (espiritual), o sea de oración en memoria del atentado cometido en contra de la Sangre de Cristo y por el fortalecimiento de la fe.

     El ataque incendiario y sacrílego contra la imagen sagrada de Jesucristo en la cruz, que fue calcinada por el fuego, causó mucha consternación a los católicos nicaragüenses y repercutió internacionalmente. Primero porque no era una imagen cualquiera. Segundo porque la devoción a la Sangre de Cristo es una de las mayores de los católicos de Nicaragua, en particular de los managuas, solo superada por la que se tributa a la Virgen María, a quien la nación está consagrada.

     La sagrada imagen de la Sangre de Cristo fue traída a Nicaragua de Guatemala, en el año de 1638, estuvo en varias parroquias de Managua y desde 1993 se encontraba en la Catedral de Managua. Ante esa imagen a la que muchos católicos le atribuyen milagros, oró arrodillado el papa Juan Pablo II, en 1996, cuando vino por segunda vez a Nicaragua, que para entonces vivía en paz, en libertad y con democracia.

     Sobre la calcinación que sufrió la imagen de la Sangre de Cristo en su capilla de la Catedral de Managua, las autoridades del régimen dijeron oficialmente que el incendio había sido accidental. Pero hubo testigos presenciales que vieron a un individuo arrojar una bomba incendiaria en la capilla. Además, según la autoridad eclesial en ese lugar no había ninguna condición ni posibilidad para que ocurriera un incendio accidental.

     En realidad, el atentado sacrílego contra la venerada imagen de la Sangre de Cristo no fue solo un acto de iconoclasia. Se trató de una acción particularmente maléfica, entre los muchos y diversos ataques que de manera  sistemática sufre la Iglesia católica de Nicaragua. Lo que es absolutamente injustificado, porque la Iglesia solo hace su labor pastoral y divulga su mensaje profético de paz,  amor, justicia y reconciliación.

     En el lenguaje civil e histórico se le llama iconoclasia a la destrucción intencional de las imágenes religiosas, estatuas, pinturas o cuadros, iconos y medallas. A lo largo de la historia se ha practicado con el propósito deliberado y malvado de causar daño a la Iglesia e inclusive tratar de destruirla.

     Pero nunca lo han podido lograr y sin duda que no lo conseguirán. Por el contrario, la destrucción de las imágenes sagradas, como la de la Sangre de Cristo en la Catedral de Managua hace dos años, más bien fortalece la fe y el amor a la Iglesia de los verdaderos creyentes.

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