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Después de ser expulsado de Nicaragua por los sandinistas, monseñor Pablo Vega regresó al país hasta que triunfó doña Violeta Barrios de Chamorro. Vega falleció en 2007. LA PRENSA/ ARCHIVO

La vez que Daniel Ortega expulsó de Nicaragua al obispo Pablo Vega

La persecución y secuestro de monseñor Rolando Álvarez, trae el recuerdo de la expulsión de otro obispo hace 36 años. Ocurrió en 1986. Al entonces obispo de Juigalpa lo invitaron a una reunión, lo acusaron de traición a la patria, lo montaron en un helicóptero y lo dejaron en la frontera con Honduras

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Monseñor Pablo Vega, obispo de Juigalpa, era en 1986 también el vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua y tenía poco tiempo de haber dejado de ser el presidente. Durante los últimos siete años de la dictadura somocista fue un duro crítico de la misma y, a inicios de los ochenta, comenzó también a criticar al sandinismo.

A monseñor Vega le molestaba el rumbo que la revolución sandinista tomó, alineándose a Cuba y al bloque soviético, y comenzando a atentar contra la “identidad cristiana”, decía. También cuestionaba el reclutamiento de los jóvenes para el servicio militar obligatorio, la persecución contra los diferentes actores de la sociedad, incluidos los sacerdotes, así como también denunciaba otros tipos de violaciones a los derechos humanos. Lamentaba hasta la reforma agraria, la cual, según los sandinistas, era para beneficiar a los campesinos, pero el sacerdote señalaba que ese argumento no era así.

Una imagen de archivo de la agencia Getty Images, del obispo Pablo Vega en la época en que fue expulsado de Nicaragua. LA PRENSA/ TOMADA DE GETTY IMAGES

En los primeros meses de 1986, Vega había viajado a Estados Unidos, a reuniones a las cuales también asistieron Adolfo Calero, Arturo Cruz Porras y Enrique Bermúdez, jefes del ejército contrarrevolucionario que había iniciado una guerra civil contra los sandinistas en las montañas de Nicaragua.

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Eran tiempos difíciles para la iglesia católica y, en medio del conflicto armado que estaba apoyado por los Estados Unidos, el entonces presidente Daniel Ortega instó a los obispos nicaragüenses a que se definieran del lado de quién iban a estar.

“Gentes como el cardenal (Miguel) Obando y monseñor (Pablo) Vega tendrán que definirse frente al pueblo. A partir de hoy, ellos tienen la oportunidad de manifestarse con claridad y decir a favor de quién están o de guardar silencio. El pueblo será el mejor juez”, dijo Ortega el 25 de junio de 1986, pocos días antes de ordenar la expatriación del sacerdote.

 “Traidor a la patria”

El asesinato de tres ministros laicos a manos de los sandinistas, en 1986, hizo que monseñor Vega alzara la voz hasta fuera de Nicaragua para denunciar esos crímenes.

Vega viajó a Washington, donde denunció ante el Departamento de Estado el crimen contra los tres ministros, así como también que existía represión contra el campesinado.

Por ese entonces, existía una discusión en la que el presidente norteamericano Ronald Reagan pretendía aprobar una ayuda de 110 millones de dólares para los contras nicaragüenses y los sandinistas acusaron a monseñor Vega de que se había posicionado a favor de ese apoyo económico a la guerrilla antisandinista.

Campamento de la Contra en Yamales, zona fronteriza con Honduras. LA PRENSA/ ARCHIVO/ CORTESÍA

Ese 1986 fue de mucha tensión para la iglesia católica, ya que los sandinistas también cerraron Radio Católica, porque se había negado a acatar instrucciones sobre las transmisiones por parte del gobierno, el cual no permitió que reingresara al país a su director, el padre Bismarck Carballo.

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En junio de ese año, monseñor Vega volvió a ir a Estados Unidos, donde nuevamente criticó a los sandinistas y, a su regreso, brindó una conferencia de prensa también denunciando los desmanes de los sandinistas.

La respuesta de Daniel Ortega y los otros ocho comandantes sandinistas llegó el 4 de julio de 1986.

Sacado en helicóptero

En las primeras horas del 4 de julio de 1986, monseñor Vega se encontraba en la curia de Juigalpa cuando lo citaron a una reunión con el responsable militar de la entonces Quinta Región, el comandante Fernando Caldera Azmitia.

La revista DOMINGO se comunicó con Caldera, ahora comisionado en retiro, pero indicó que él está alejado de la vida política y pública, declinó hacer comentarios.

Según relató después monseñor Vega al periódico Miami Herald, cuando llegó al encuentro, Caldera le comunicó que quedaba detenido. Lo sacaron de Juigalpa y lo llevaron en un vehículo al Sistema Penitenciario de Cuisalá.

El cardenal Miguel Obando y el padre Bismarck Carballo, férreos opositores al sandinismo en los ochenta. Ambos terminaron aliados a Daniel Ortega después del año 2000. LA PRENSA/ ARCHIVO

Seguidamente, lo subieron a un helicóptero para luego dejarlo abandonado en la montaña, en la frontera con Honduras.

Según escribió el fallecido periodista Luis Mora Sánchez, quien entrevistó a monseñor Vega en los días posteriores a la expulsión, mientras iban en el helicóptero, Caldera le habría dicho al sacerdote: “Usted no tiene patria”.

“La patria no se da ni se quita, se lleva dentro”, le habría contestado monseñor Vega al militar.

Rescatado por los contras

En la frontera hondureña, monseñor Vega fue rescatado por los contras, quienes lo llevaron a Tegucigalpa y dos días después, el 6 de julio de 1986, ofreció una misa en la capilla del Instituto San Miguel.

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Posteriormente, monseñor Vega viajó a otros países como Guatemala y Estados Unidos, donde denunció que los sandinistas querían “borrar de la cabeza de la gente el nombre de Dios”.

El 23 de julio llegó a El Vaticano. Días antes, el papa, desde Colombia, se había pronunciado en contra de la expulsión de monseñor Vega.

Daniel Ortega y Rosario Murillo viajaron al Vaticano en enero de 1988. LA PRENSA / TOMADA DEL 19 DIGITAL

“En mi solicitud pastoral por la Iglesia nicaragüense, elevo, junto con mi más viva deploración, mi ferviente plegaria al Altísimo para que asista con su gracia a monseñor Vega, al clero, religiosos, religiosas y fieles de su prelatura de Juigalpa, a mis hermanos en el Episcopado, con el querido cardenal Obando Bravo, y a toda la Iglesia de Nicaragua en estos momentos de prueba, en los que cuentan con la oración de toda la Iglesia y con mi entrañable Bendición Apostólica”, expresó el papa en ese momento.

Un año después, Daniel Ortega dijo que tanto el padre Bismarck Carballo como monseñor Vega podían regresar a Nicaragua. Carballo regresó, pero no Vega, quien adujo que se sentía más cerca de los nicaragüenses estando fuera del país que dentro, porque el gobierno sandinista seguía siendo lo mismo.

Monseñor Vega regresó a Nicaragua hasta que triunfó doña Violeta Barrios de Chamorro, en 1990, y siguió siendo obispo de Juigalpa, hasta que renunció en octubre de 1993. Lo sucedió monseñor Bosco Vivas Robelo.

Vega, quien nació en Nagarote en 1919 y fue ordenado sacerdote en 1945, falleció el 15 de noviembre de 2007. El somocismo lo llamó “el obispo rojo” y los sandinistas lo llamaron “general de la contrarrevolución”, explicó La Prensa en una nota sobre su fallecimiento.

La Prensa Domingo Daniel Ortega Iglesia Católica de Nicaragua

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