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El papa y la dictadura del pensamiento único

Desde que el 13 de marzo de 2013 fue elegido papa de la Iglesia católica y escogió el nombre de Francisco, el cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio ha sido señalado de simpatizar con las dictaduras de izquierda.

     Esa acusación se ha intensificado últimamente, debido a su ambigüedad ante la situación de Nicaragua, y no protestar por la persecución contra la Iglesia católica que ha recrudecido al ser encarcelados varios sacerdotes y un obispo ha sido puesto por el régimen en condición de casa por cárcel.

     Inclusive, el jurista y analista político boliviano Carlos Sánchez Berzaín, director ejecutivo del Instituto Interamericano para la Democracia, en un artículo publicado recientemente por Infobae ha llegado al extremo de  calificarlo como “el papa de las dictaduras del socialismo del siglo XXI”.

     Algunos gestos políticos del papa Francisco se mencionan como evidencias de su supuesta complacencia con los líderes y regímenes autoritarios izquierdistas.

     Uno de los casos más sonados fue el que ocurrió el 9 de julio de 2015, cuando Francisco aceptó como regalo personal del entonces presidente autoritario de Bolivia, Evo Morales, una imagen de Jesucristo crucificado en el emblema comunista de la hoz y el martillo. La imagen era copia de una  pequeña escultura tallada en madera  por el sacerdote jesuita Luis Espinal Camps, quien pertenecía a la iglesia popular o revolucionaria y debido a eso fue asesinado por la dictadura de extrema derecha de los años setenta.

     Otro hecho relevante que se menciona como prueba de la supuesta identificación del papa Francisco con las dictaduras de izquierda, fue su mediación para que Estados Unidos se reconciliara con Cuba, durante la administración de Barack Obama que restableció las relaciones diplomáticas con la dictadura castro-comunista.

     Sin embargo, en ninguna de las encíclicas, homilías y otros pronunciamientos públicos del papa Francisco, él ha escrito o dicho algo que lo identifique con las dictaduras izquierdistas, populistas y revolucionarias. Ni con las derechistas. Más bien es un apasionado promotor de la justicia social y la protección de los pobres, pero al mismo tiempo es crítico del populismo tanto como del crudo liberalismo económico.

     El papa argentino ha sido claro en la defensa de los derechos humanos y los valores de la democracia. Rechaza la imposición del “pensamiento único” que, según ha dicho expresamente, “siempre ha causado “desgracias a la humanidad”.

     Quienes practican la dictadura del pensamiento único —señaló el papa Francisco en una homilía pronunciada el jueves 10 de abril de 2014—, “es gente que toma las piedras para lapidar la libertad de los pueblos, la libertad de las personas, la libertad de las conciencias, la relación de la gente con Dios”.      La verdad es que el pensamiento político del papa Francisco es claro y fácil de comprender. Lo complicado y difícil de entender es su diplomacia política, por la cual es  acusado de apañar —o al menos de no condenar— a dictaduras izquierdistas que reprimen hasta a la misma Iglesia católica.

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