Han pasado veinte años desde que la ornitóloga e investigadora Salvadora Morales vio por última vez una colonia de zanatillos, en la comunidad rural el Guayabo, Granada. En sus monitoreos solía avistarlos por todos lados, pero todo cambió cuando les cortaron el dormidero y construyeron viviendas en la zona. Se fueron con rumbo desconocido.
El nombre científico del zanatillo es quiscalus nicaraguensis. Una especie endémica de los lagos Cocibolca y Xolotlán de Nicaragua. Pero, a menudo se confunde con el zanate común o quiscalus mexicanus, al punto que al segundo se propuso como “ave nacional no oficial”.
Desde hace ocho años, Morales estudia a la mayor población de zanatillos que habitan en el sistema lagunar de Tisma, Masaya. “En nuestro monitoreo no hemos llegado ni a cincuenta individuos. No es tan fácil verlos y en período lluvioso el acceso es imposible”, dice la especialista.
Ante los ojos de un inexperto el zanate y el zanatillo son iguales, pero en realidad existen diferencias más allá del tamaño y color entre ambas especies. Por ejemplo, el zanatillo mide unos 31 centímetros contra los 43 del zanate común. Su color es negro con aire de verdoso metálico opuesto al negro azulado del zanate. Su canto es bajo y fino; su dieta es exclusiva.
De acuerdo con la Lista Roja de especies de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), el zanatillo se encuentra en la categoría de “preocupación menor” con una población en decrecimiento.
Sin embargo, para el Ministerio del Ambiente y Recursos Naturales (Marena) esta ave ya forma parte de la Lista Roja de las especies vertebradas en riesgo de extinción de Nicaragua.
Esta especie que habitaba históricamente en las riberas de los lagos del pacifico con dificultad aun es avistada en Tisma, Mateares, San Francisco Libre, San Carlos, El Castillo y una pequeña colonia ha emigrado ala zona norte de Costa Rica, gracias a un río que conecta con el lago Cocibolca.
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A punto de desaparecer
En 2016, los humedales de Tisma se secaron por completo y los pescadores no fueron los únicos en abandonar el lugar, también lo hicieron los zanatillos. Dos años después que se recuperó el manto hídrico, volvieron en menor cantidad.
Según los expertos, esta ave se acostumbró a vivir cerca del agua. Se alimenta de pequeños peces, semillas que extrae del lodo e insectos acuáticos. Tener una dieta exclusiva y un hábitat particular hace que las especies se vuelvan más exigente y a la vez más vulnerables. Por ello, el zanatillo es evolutivamente más débil que el zanate “que come de todo” y lo hace más fuerte para sobrevivir donde sea.
Para el especialista en aves, Michel Gutiérrez, lo ideal sería realizar un estudio anual para confirmar si realmente está población ha migrado a Costa Rica y ha disminuido en Nicaragua, pero cree que la falta de interés es por desconocimiento pese a quequiscalus nicaraguensis pasó a ser binacional.
Salvadoras Morales explica que las especies que a nivel mundial no entran en el rango de “especies en peligro de extinción” no obtienen financiamiento para investigaciones, tal es el caso del zanatillo que hasta el momento carece de estudios científicos.
Tisma es una zona donde el deterioro ya es visible. “Ese cálculo que aparece en el listado global (de entre 15 y 20 mil) es una exageración porque la población de zanatillos ni siquiera llegan a los cien individuos”, dice Morales.
El último estudio fue realizado por la bióloga Cindy Orozco para su tesis universitaria. Este señala que la sequía, el avance de la frontera agrícola, la degradación, pérdida de hábitats han disminuido los espacios de anidación y alimento de esta especie.
Lo que hasta ahora se sabe del quiscalus nicaraguensis es que se requiere un esfuerzo de conteo de las pequeñas poblaciones que se acostumbraron a vivir en grupos. Expertos recomiendan “hacerlo antes de que sea tarde”.
Famoso y desconocido a la vez
Rubén Darío le escribió poemas y músicos cantaron con el son nica de “zanatillo, zanatillo…”. Esta pequeña ave de apenas unos 31 centímetros contra los 43 del zanate común, sirvió de inspiración.
En 2014, el zanatillo macho fue descrito como un ave “elegante”, “monógamo o bígamo”, que prefiere caminar a volar poniendo la cola “como triangulo”, por el académico y biólogo, Marvin Tórrez, a la Revista DOMINGO.
Ese mismo año, usuarios de redes sociales promovían que se declarara al zanate común como el “ave nacional no oficial de Nicaragua”. El historiador Wilmor López aprobaba esa iniciativa para entonces. “El pájaro nacional debe verse todo el tiempo y eso solo lo lográs con el zanate”.
Convertir al zanate mexicano como ave nacional cuando es un depredador, destructor de hábitat, símbolo de la basura, le pareció inverosímil a Salvadora Morales, quien rotundamente se opuso a la iniciativa virtual.
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La especialista considera que es probable que “casi nadie conozca al zanatillo” y de ahí surge la confusión y comparación. “Si me decís lo vi en Tisma te creo, pero en un parque de Masaya o las isletas de Granada, jamás. Aun cuando tiene el lago ahí cerca”.
El zanatillo y el zanate son dos especies distintas, pero tienen similitudes: los machos son más grandes que las hembras, ellos de tono oscuro y las hembras son cafés.
“Cualquier pajarero del mundo que venga a Nicaragua en su lista va a tener quiscalus nicaraguensis porque es el único lugar donde lo puede conocer y ahora lo compartimos con Costa Rica, pero si desaparece de aquí, también desaparece de allá”, reflexiona la investigadora.
