No era fácil llegar a fin de mes para Jonathan Loáisiga cuando jugaba en Ligas Menores. En cada quincena recibía entre 400 y 500 dólares. Su familia en Nicaragua vivía con lo justo para cubrir las necesidades básicas y no había lujos. Todo cambió ese 15 de junio de 2018 al momento en que los Yanquis de Nueva York deciden subirlo a las Grandes Ligas. No solo cumplía un sueño, sino que era la oportunidad de resolver todos sus problemas económicos y el de sus seres queridos.
En su primer año en Grandes Ligas el salario mínimo era de 545,000 dólares; en 2019 fue de 560,500; en 2020 subió a 580, 625; en 2021 se elevó a 595,800 hasta desembocar en su primer año de arbitraje en donde alcanzó un contrato de 1,650,000 dólares. “Después de cobrar 400 y 500 dólares quincenales, llegas a Grandes Ligas y revisas tu cuenta y te llega la primera quincena como novato de más de 20 mil dólares, uno se pregunta si esto es enserio, yo les preguntaba a los muchachos que me dijeran más o menos de cuanto era la quincena y ellos me explicaban y me ayudaba para no volverme tan loco”, recuerda Loáisiga.
“No hice locuras. Compré unas tierras donde tengo animales en Tipitapa y una camioneta y de ahí le regalé una camioneta a mi abuelo. Compré toros, eso fue mi gusto, me gustaron desde pequeño y desde que Dios me dio la bendición y pude tener lo que siempre he querido, para mí el lujo que otros se han dado en carros, lo mío fue comprar los toros”, explica el joven de las Sierritas de Santo Domingo, en referencia a otros atletas nicaragüenses.
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También Loáisiga fue abierto en explicar cómo funciona los porcentajes en salario que recibe. “Es que la gente cree que porque a uno le dan un millón y algo eso quedará limpio. Pagamos 48 por ciento de impuesto en Nueva York, casi la mitad, el porcentaje del agente de la compañía es el cinco por ciento, solo ahí tenés 53 por ciento, más los gastos personales de uno: apartamento, combustible, cuando estamos fuera salimos a comer, los gastos del celular, le mando a mi familia y algunos amigos que necesitan para medicina y estoy abierto a ayudarles”, señala.
Loáisiga pertenece a una pequeña parte de deportistas pinoleros que no ha perdido la cabeza cuando llegó la fama y el dinero. “Se lo agradezco a mis abuelos que ellos me han inculcado que la fama no se le debe subir a uno a la cabeza. Mi abuelo me dice que uno siempre tiene que tener los pies sobre la tierra porque el día de mañana uno no sabe donde va a estar y hoy estamos aquí y mañana no sabemos”, concluyó.