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La diócesis que presidente monseñor Canales, Danlí, está a 35 minutos de Nicaragua. LA PRENSA/ CORTESÍA

Monseñor José Antonio Canales: “El mundo entero se da cuenta que el actuar de los gobernantes de Nicaragua no es de personas cuerdas”

El obispo hondureño analiza, en entrevista con la Revista DOMINGO, la situación de la iglesia católica nicaragüense bajo el régimen Ortega Murillo, pero también habla de los dictadores

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“Me parezco mucho a monseñor (Rolando) Álvarez, en el sentido de que me encanta estar rodeado de la gente”, comienza diciendo el obispo hondureño de Danlí, monseñor José Antonio Canales, en esta entrevista con la Revista DOMINGO de La Prensa.

Monseñor Canales tiene 60 años de edad y 26 de haber sido ordenado sacerdote. Aunque es abogado y soñaba con ser periodista, ahora es el obispo de Danlí, una diócesis hondureña fronteriza con Nicaragua.

Debido a su cercanía con Nicaragua, y amistad con varios obispos y sacerdotes del país, monseñor Canales conoce muy bien la situación que vive la iglesia católica bajo el régimen Ortega Murillo y ha denunciado varios atropellos, especialmente la detención de monseñor Álvarez.

En esta entrevista, el obispo analiza el ataque que sufre la iglesia católica nicaragüense, pero también habla sobre Daniel Ortega y Rosario Murillo. De ellos dice: “Ya están para el psiquiatra realmente. Lo digo en serio. Yo hace días sospecho que son enfermos de psiquiatría”.

Estaba escuchando que usted vive cerca de Nicaragua.

El obispado de Danlí queda a 35 minutos de la frontera. Así que Nicaragua no solamente la llevo en el alma por la fe, porque allá están mis hermanos y mis hermanas en la fe, y están sufriendo, sino también por la cercanía geográfica. Te repito, Nicaragua está a 35 minutos de donde estoy en este momento.

¿Qué es lo que más le ha impactado de lo que está pasando en Nicaragua?

Lo que más me ha impactado es que en América Latina había situaciones que creíamos ya superadas, pensábamos que el pasado había quedado en el pasado, pero, en el caso de Nicaragua, América Latina ha retrocedido a los años 50, con la barbaridad de dictadores con otros nombres y otros apellidos. Eso me duele como latinoamericano, porque somos todos latinoamericanos y el avance de uno es la alegría de todos, y un retroceso también es tristeza para todos. En el caso de Nicaragua hemos retrocedido a los años 50, cuando aquellas dictaduras terribles que asolaban a todo el continente. El tipo de represiones como las que se está viviendo ahora creíamos ya superadas y estamos incluso, hay quienes dicen que peor que en el pasado.

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¿Qué le dicen los sacerdotes nicaragüenses?

Con los que hemos platicado es con aquellos que han sido valientes y han dicho verdad, han puesto los puntos sobre las íes y han dicho pues esto no puede ser, no puede ser que estos derechos humanos fundamentales nosotros aquí en Nicaragua no los tengamos, pero claro, como el estilo cubano está imperando en todo Nicaragua, pues los espías en la misa, pues van inmediatamente a comunicar a los encargados de vigilar el barrio, la cuadra, etcétera, y ya los han marcado de tal forma que desde ese momento les hacen la vida imposible. Tengo muchas historias y algunas de ellas que uno se queda impactado del tipo de angustia y de persecución y de torturas psicológica que están recibiendo muchos hermanos sacerdotes allá en Nicaragua.

Se ha arreciado la persecución a la Iglesia Católica en Nicaragua. ¿Cómo está viviendo eso la Iglesia fuera de Nicaragua?

Estamos impactados, dolidos, hay un sentimiento de dolor en todo Centroamérica y yo creo que va más allá de Centroamérica, incluso, gente fuera de la iglesia, que no siempre se han declarado miembros de la Iglesia Católica. El presidente de Chile, por ejemplo, que es de una izquierda política, pidió delante de toda la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York que se liberaran a los presos políticos de Nicaragua. Una voz del presidente de uno de los países más adelantados que hay en América Latina. Entonces yo creo que hay un sentimiento de pesar en todo el continente, pero para la Iglesia es doblemente ante la persecución y el asedio que están recibiendo nuestros hermanos y hermanas en la fe allá en Nicaragua.

¿Cómo ve la detención de monseñor Rolando Álvarez?

A mí lo que más me molesta es que lo tienen incomunicado. Una persona puede estar encerrada en un lugar, pero, hombre, comunicándose. Realmente era lo que ellos querían, callar la voz de monseñor Álvarez, mi hermano y amigo. Si yo he estado con él almorzando en tiempos pasados en el obispado de Matagalpa y somos más o menos contemporáneos, entonces ha habido una amistad con él y me ha dolido bastante que esté en esta situación. De hecho, un día antes de su arresto, brutal, él me dijo por medio de uno de los que le acompañaban que quería hablar conmigo. Yo estuve esperando la llamada, pero seguramente como eran momentos de gran tensión no pudo llamarme, pero uno de esos asistentes, ahí en el obispado en Matagalpa, me dijo: monseñor, monseñor Rolando quiere hablar con usted. Y le dije: dígale que con mucho gusto, que voy a estar pendiente. Eso fue en la tarde del día anterior a que fuera arrestado. Y me quedé con pesar porque no pude escuchar qué era lo que me iba a decir monseñor Álvarez.

Además de monseñor Álvarez, también hay sacerdotes encarcelados, seminaristas.

Sí, sí, laicos también.

Hasta actividades religiosas obstruidas.

Las últimas noticias que hemos tenido son del asedio a la iglesia parroquial de San Jerónimo, en Masaya. Ellos quisieran que ningún nicaragüense tuviera celular, pero ya inmediatamente las imágenes están recorriendo todo el planeta, de cómo un templo religioso es rodeado por fuerzas policiales, esas imágenes ya están por todas partes y son imágenes de ayer y hoy. Lamentablemente lo estamos viendo y no creyéramos que fuera una realidad en estos tiempos.

“(Rosario Murillo y Daniel Ortega son) dos personas que han perdido el juicio y, no es nada nuevo, hace tiempo que se nota, que están enfermos de poder y que tendrían que darse cuenta que tienen un problema de esa índole para buscar ayuda, pero el problema es que este tipo de personas se creen que están actuando bien, que tienen la razón, pero yo creo que a nivel mundial, excepto unos países ahí que utilizan a Nicaragua como pieza de ajedrez, que les hacen un poquito de valla, el mundo entero se da cuenta que el actuar de los gobernantes de Nicaragua es desproporcional y no es de personas cuerdas. Están bastante enfermos y ya de psiquiatría para mí”.

Monseñor José Antonio Canales. obispo de Danlí, Honduras.

¿Cómo siente que está reaccionando la Iglesia a esa persecución, hablando de la iglesia en general?

Se habla de diplomacia, se habla de diálogo. Yo no soy quién para opinar, en el sentido de no valorar estas palabras de diplomacia, de diálogo, pero personalmente soy bastante escéptico, porque creo que yo puedo dialogar con el que quiere dialogar, pero yo sinceramente no creo que estos dos señores quieran dialogar. Ese es el punto. Yo me quedo con muchas interrogantes. Porque, repito, el diablo existe, la diplomacia existe, maneras civilizadas de resolver un problema existen, yo quiero seguir creyendo en el diálogo y en la diplomacia, pero en este caso de Nicaragua me cuesta mucho creer. Porque, repito, una cosa es que yo quiera dialogar y otra cosa es que la otra parte no quiere dialogar y yo, sinceramente lo digo, estos señores que gobiernan Nicaragua no veo yo señales de que de que sean personas de diálogo. Así lo digo tranquilamente.

No quiero comprometerlo con el papa Francisco, ¿pero como lo está viendo ante la situación en Nicaragua?

(El obispo se suelta en risas) Pues yo he respondido también así, ya que el papa ha sido diplomático, pues yo también.

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¿Y el cardenal Leopoldo Brenes qué le dice?

Pues imagínese, la posición donde está él. Cree mucho en el diálogo. Y eso, que uno dice pues bueno, a lo mejor sale algo de ahí.

¿Usted sabe que a él se le ha criticado por su postura?

Yo sé, yo sé, yo sé, pero bien, habría que estar en el lugar de él, porque como arzobispo es una posición bastante difícil, en la capital. Ahí vamos a ver qué pasa.

¿Qué mira en Daniel Ortega y Rosario Murillo?

Dos personas que han perdido el juicio y, no es nada nuevo, hace tiempo que se nota, que están enfermos de poder y que tendrían que darse cuenta que tienen un problema de esa índole para buscar ayuda, pero el problema es que este tipo de personas se creen que están actuando bien, que tienen la razón, pero yo creo que a nivel mundial, excepto unos países ahí que utilizan a Nicaragua como pieza de ajedrez, que les hacen un poquito de valla, el mundo entero se da cuenta que el actuar de los gobernantes de Nicaragua es desproporcional y no es de personas cuerdas. Están bastante enfermos y ya de psiquiatría para mí.

¿A la región centroamericana con respecto a Nicaragua como la mira?

Estamos viviendo algunas situaciones de cambios, verdad, pues tanto en El Salvador, en Honduras Guatemala ha tenido también su efervescencia, quizá, como siempre, el país un poquito más tranquilo es Costa Rica y más adelante un poco Panamá. Nosotros aquí en Honduras estamos en una relativa calma, esperamos que así continúe. Hay bastantes interrogantes de algunos sectores, pero yo soy optimista. Precisamente, ante lo que ocurre en Nicaragua, tomemos los demás las acciones y las medidas para que la democracia, en lugar de debilitarla, la fortalezcamos. Esa ha sido una de las situaciones que nos afligen en Centroamérica, que las instituciones son muy débiles y por lo tanto la democracia siempre está como a la deriva. Necesitamos cimentar las instituciones de tal forma que nuestras democracias sean sólidas. Una prueba es que un par de personas poco a poco se fueron adueñando de un país y socavando la democracia, por la cual llegaron al poder. Imagínese usted qué mal agradecidos, ¿verdad? Porque llegan al poder por la democracia y cuando llegan, pues la socavan, la destruyen tranquilamente.

Si no mira capacidad de diálogo en Ortega y Murillo, ¿qué se puede hacer?

Esperar un poco que la presión internacional sea de tal forma que estas personas tengan que reaccionar. A mí lo que me da pesar es que cuando se trata de la economía, siempre los que más sufren es la gente más desfavorecida, entonces cuando se ponen sanciones, qué difícil es evitar que la gente más pobre sea perjudicada. Sin embargo, yo creo que aquí, si no es por la presión internacional, no creo que vaya a haber alguna reacción de parte de estos señores. Debe llegar un punto tan angustioso que tengan que doblegarse un poco ante posturas antidemocráticas, dictatoriales y bastante tiránicas.

¿No mira una reacción desde dentro de Nicaragua, desde dentro de los nicaragüenses?

La última vez que estuve en Nicaragua fue precisamente a inicios del 2018. No podría yo decir cómo está la situación ya a nivel interno con propiedad. Pero, claro, los pueblos pueden en cualquier momento decir se acabó esto y reaccionar de tal forma que quizá nadie quisiera, porque siempre los que pierden la vida son la gente, el pueblo. Siempre la gente que está en otros niveles no es la que da la vida, la que da la vida es la gente del pueblo.

Con el papa Francisco. LA PRENSA/ CORTESÍA

Plano personal de monseñor José Antonio Canales

José Antonio Canales Motiño nació el 19 de marzo de 1962, en La Lima, Cortés, en el norte de Honduras, a 14 kilómetros de San Pedro Sula.

No ha tenido mayor relación con Nicaragua, más que solo amistad con los obispos de Nicaragua, especialmente con monseñor Rolando Álvarez y con el cardenal Leopoldo Brenes. Con Álvarez ha almorzado en Matagalpa y con Brenes de cuando en cuando se comunican por teléfono.

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Es abogado, profesión que ejerció durante cuatro años, aunque, tras salir de la universidad, fue que se le vino la idea de convertirse en sacerdote. “Trabajé cuatro años en la profesión y en plena juventud, ya postuniversitaria, pues me fue entrando la inquietud del sacerdocio y yo tenía muchas dudas porque me pareció sorpresivo para mí, me parecía que eran tonteras mías, pero comencé como dócilmente a dejarme llevar por un poquito de consejería espiritual y luego fui al seminario pensando que me iba a regresar. Nunca me regresé, llegó el día a la ordenación y aquí estoy”, relata.

A monseñor Canales le gusta hacer mucho deporte. “Llevo el deporte en la sangre”, dice. También le gusta mucho escuchar música de su época. Otro pasatiempo que tiene es ver los documentales, tanto históricos como biográficos.

En las comidas solo come las hondureñas, especialmente las baleadas, hechas con tortillas y frijoles. “Cuando voy a las aldeas, a los caseríos, a estos lugares de montaña, pues disfruto comiendo lo que la gente come. Nunca pido comidas especiales, sino que lo que la gente me tiene eso me como y ya está, no hay ningún problema”, explica.

La Prensa Domingo Iglesia Católica de Nicaragua

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