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Violadores de derechos humanos no pueden ser sus defensores

En los círculos democráticos de todo el mundo se conoció con satisfacción que la dictadura de Venezuela, liderada por Nicolás Maduro, no seguirá perteneciendo al Consejo de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

      Este Consejo es integrado en forma rotativa por representantes de 47 Estados o gobiernos, elegidos por los 193 países miembros de la ONU. Su mandato es de tres años, pero pueden ser reelegidos para un siguiente período.

      El mandato del régimen dictatorial de Venezuela en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas termina en 2023 y pretendía seguir durante otro  período, pero no tuvo la cantidad de votos necesaria para ser reelegido.

      Pero, ¿cómo es posible que crueles dictaduras violadoras de los derechos humanos puedan ser miembros de ese Consejo? La explicación es que el diseño político de la ONU creada al final de la II Guerra Mundial se hizo conforme a las conveniencias geopolíticas y estratégicas de las grandes potencias, en particular de Estados Unidos y la Unión Soviética que desapareció en 1990 y fue sucedida por la Federación de Rusia.

Todos los Estados miembros de la ONU tienen derecho a estar representados en su Consejo de Derechos Humanos. Pero no están obligados a respetarlos.

Por su definición jurídica y mandato de la Asamblea General de las Naciones Unidas, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU tiene la responsabilidad de promover el respeto a los derechos humanos en todo el mundo, así como hacer frente a las situaciones creadas por sus violaciones y formular recomendaciones apropiadas sobre ellas.

De manera que por obligación política y deber moral, todos los miembros de ese Consejo deberían ser  gobiernos cuyos líderes creen en el valor superior de los derechos humanos, que los respetan y  aborrecen sus violaciones y a los violadores. Pero evidentemente no es así.

Como ya se ha dicho, en el actual Consejo de Derechos Humanos de la ONU participa la dictadura venezolana como uno de sus 47 miembros. Y allí estará hasta el próximo año. Esto a pesar de que el mismo Consejo la ha investigado y encontrado que es violadora sistemática de los derechos humanos, inclusive con la presunción de que ha cometido crímenes de lesa humanidad.

También son parte del Consejo de Derechos Humanos de la ONU —y pueden asombrarse quienes no lo saben— los regímenes totalitarios de Cuba y China comunista, que son grandes violadores de los derechos humanos. Y hasta hace poco estaba Rusia, que fue expulsada porque los crímenes de guerra y contra la humanidad que su ejército invasor está cometiendo en Ucrania, son en extremo terribles e intolerables.

El diseño político y estatutario del Consejo de Derechos Humanos de la ONU debería ser reformado y racionalizado. Sobre todo establecer que solo deben pertenecer a dicho Consejo, los representantes de países cuyos gobiernos son amantes y respetuosos comprobados  de los derechos humanos.

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