Desde el jueves13 hasta el sábado 22 de octubre corriente, transcurre el 20 Congreso del Partido Comunista de China, el único con derecho de gobernar y amo y señor de la población en ese enorme país asiático.
Como lo hemos dicho antes, desde que el régimen de Nicaragua decidió sacar al país de la órbita de influencia democrática occidental, para ponerlo en la de China y Rusia, todos los eventos de importancia que ocurren en esos países deben interesar a los nicaragüenses.
En realidad, si Nicaragua va a vivir bajo la influencia de esas grandes potencias no democráticas, lo que ocurre en ellas tiene que ser importante para los nicaragüenses, al menos para los que se interesan en los asuntos públicos.
El Partido Comunista de China tiene un poco más de 95 millones de afiliados, entre una población estimada en 1,450 millones de habitantes. El Congreso de dicho partido está integrado por 2,296 delegados ordinarios, elegidos por los afiliados, más 83 especiales que son designados por la cúpula del poder.
Formalmente el Partido Comunista es dirigido por un Comité Central que integran 300 personas, las que a su vez designan a los 25 miembros del politburó (o buró político). Estos son los más fieles al presidente Xi Jinping, pero el poder real se concentra en los 9 integrantes del Comité Permanente, quienes desempeñan u “orientan” los principales cargos del Estado y el Gobierno.
El secretario general del Partido Comunista, Xi Jinping, es también presidente de China, detenta el cargo desde 2013 y debería entregarlo el próximo año. Pero no lo hará.
Después de la desaparición de Mao Zedong se hizo una reforma constitucional para evitar que la misma persona estuviera mucho tiempo en el poder y volviera a haber exceso de poder personal, como en tiempos de Mao Zedong. Pero en 2018 Xi Jinping hizo una reforma para permanecer él por más períodos en el poder.
Además antes del congreso Xi Jinping ordenó una purga en el partido y el Estado que bajo la acusación de corrupción y traición llevó a la cárcel, e incluso al fusilamiento, a numerosos funcionarios que potencialmente podrían disputarle el poder.
Más de un millón de antiguos funcionarios, miembros del partido, han sido purgados por Xi Jinping, de ellos unos 1,100 en lo que va del presente año. En las purgas destaca el caso de Zhou Yongkang, quien era el tercer líder de más antigüedad en el partido, ahora encarcelado con cadena perpetua bajo la acusación de cohecho y traición a la patria. Y también los de Sun Lijun, exviceministro de seguridad pública, acusado de liderar una “facción desleal”; y Fu Zhenghua, exministro de Justicia, ambos encarcelados y condenados por iguales imputaciones.
Con la mentira de que las purgas en el partido y el Estado son para limpiarlos de corrupción y hacer de China un país modelo de honestidad en el mundo, Xi Jinping y su camarilla ocultan la verdadera causa de la represión contra cuadros del partido y del Estado.
Pero además engañan en occidente a personas ingenuas, que dispensan y hasta justifican la falta de libertad, democracia y respeto a los derechos humanos en China, porque según ellos al menos se castiga drásticamente la corrupción.