La presidenta de Honduras, Xiomara Castro, quien pertenece a la corriente del denominado “socialismo del siglo 21”, está demostrando que ser izquierdista no impide tener una relación política respetuosa y de cooperación con el Vaticano y la Iglesia católica.
La presidenta hondureña se reunió este jueves 20 de octubre en el Vaticano con el papa Francisco, con quien habló sobre distintos temas de interés común, en particular “la importancia de continuar con el compromiso para favorecer el bien común y la reconciliación en el país”.
La señora Castro se reunió también con el secretario de Estado del Vaticano, monseñor Pietro Parolin, y con el secretario para las Relaciones con los Estados, monseñor Paul Richard Gallagher, según la información oficial.
El Vaticano informó en un comunicado que “durante las cordiales conversaciones en la Secretaría de Estado, se ha manifestado complacencia por las buenas relaciones bilaterales y la voluntad de reforzarlas ulteriormente, también con el logro de un Acuerdo marco entre la Santa Sede y el Estado hondureño”.
El Vaticano destacó “la preciosa contribución que la Iglesia ofrece al país (Honduras) especialmente en el campo educativo y sanitario, así como también en los sectores de la caridad, de la atención a los migrantes y en el contraste a la pobreza”.
Como es habitual en las audiencias de gobernantes con el papa, en la visita de la presidenta Honduras hubo un intercambio de regalos. La señora Castro le obsequió al santo padre una estatua de Nuestra Señora de Suyapa (la advocación de la Virgen María que es la patrona de Honduras) y un rosario de madera hecho especialmente por artesanos hondureños.
Por su parte, el papa Francisco le obsequió a la presidenta hondureña una rama de olivo (símbolo de la paz) hecha en bronce, así como un ejemplar del libro Statio Orbis, en el cual se relata lo ocurrido la noche del 27 de marzo de 2020, cuando el papa caminó en solitario por la plaza de San Pedro y oró por el fin de la pandemia de covid-19.
La visita de la presidenta Xiomara Castro al papa Francisco y sus conversaciones con los altos funcionarios del Vaticano, fortalece notablemente las relaciones de amistad y cooperación respetuosa, del Estado hondureño con el Vaticano y la Iglesia católica, tanto la universal como la hondureña. Esto hace un gran contraste con Nicaragua, donde la política del Gobierno es, por el contrario, de fuerte hostilidad hacia la Iglesia y aún contra el Vaticano.
Haría muy bien el régimen de Nicaragua, para la nación e inclusive para él mismo, si tomara ejemplo de las magníficas relaciones que cultiva el Gobierno de Honduras, con el Vaticano y con la Iglesia católica hondureña.