Daniel Ortega dijo en un discurso que pronunció el jueves 27 de octubre que las sanciones del Gobierno de Estados Unidos (EE. UU.) son la causa de las migraciones masivas hacia ese país, tanto de nicaragüenses como de venezolanos y cubanos.
“Sigan poniendo sanciones y seguirán llegando migrantes a sus puertas”, dijo Ortega en la conmemoración del 43 aniversario del Ministerio de Gobernación, fundado en 1979 como Ministerio del Interior.
“Los que provocan estas oleadas de migrantes son los gobernantes norteamericanos, terroristas, violadores de los derechos humanos, que violan el derecho al trabajo, mantienen un bloqueo contra Cuba, o maltratan a los países centroamericanos”, dijo Ortega a sus funcionarios.
Sin embargo, el mismo régimen informa que la situación económica del país es muy buena, hasta ha presentado un presupuesto para el próximo año con más ingresos que gastos y reconoce que las exportaciones y las remesas familiares procedentes de los mismos EE. UU. aumentan notablemente.
Además, el Grupo de Acción Financiera (GAFI) —que es el organismo internacional que vigila las medidas de los Estados para contrarrestar el lavado de dinero y financiamiento del terrorismo internacional— ha sacado a Nicaragua de la lista gris en la que estaba. Y una prestigiosa firma internacional calificadora de riesgos ha mejorado la clasificación crediticia del país.
Ortega no mencionó la situación política del país, que a todas luces es una causa muy importante de la emigración masiva de nicaragüenses, tanto o más que la económica.
Por supuesto que en la mala situación política de Nicaragua hay que incluir la pésima relación del régimen de Ortega con el Gobierno de EE. UU. Sin embargo, en su discurso del 27 de octubre no habló de ninguna iniciativa para mejorar mediante el diálogo sus relaciones con el Gobierno de EE. UU. Como sí lo hacen los gobernantes de Venezuela y Cuba, que le son afines política e ideológicamente.
Ortega más bien ha tensado esas relaciones, para sorpresa de los observadores independientes ya que EE. UU. es el principal mercado comercial y origen de las inversiones y remesas familiares para Nicaragua.
En resumen, está claro que lo que impulsa más a los nicaragüenses (así como a los venezolanos y los cubanos) es el problema político. Es muy probable que si las libertades políticas y los derechos humanos fuesen respetados, mucha gente que se ha ido y se está yendo del país, se quedaría y trataría de mejorar aquí sus condiciones de vida.
Dice el escritor venezolano Laureano Márquez, que “resulta increíble y decepcionante —y es una auténtica vergüenza para nuestra especie—, que a estas alturas de la evolución de la humanidad no hayamos podido establecer aún regímenes políticos y económicos que impidan llevar a la gente al límite de la desesperación al punto de jugarse la vida y la de sus hijos tratando de escapar”.
Tiene razón, es una vergüenza nacional e internacional.