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Más de 130 organizaciones feministas han sido ilegalizadas por durante la dictadura de Ortega-Murillo/ O. Navarrete

La “saña personal” de Rosario Murillo contra las feministas

Es la mujer con más poder en el país y desde la vicepresidencia habla de empoderamiento femenino, pero también se ha ensañado contra los movimientos feministas y defensoras de los derechos de las mujeres, critican expertas.

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Para la activista feminista Ana Quirós, Rosario Murillo tiene una “saña personal” en contra de las organizaciones feministas y las defensoras de los derechos de las mujeres. Según Quirós, diversas acciones desde antes de 2018 lo confirman.

Con el inminente retorno de Daniel Ortega al poder en 2007, el caudillo sandinista junto a Rosario Murillo, iniciaron una campaña en contra de la ley del aborto terapéutico en el país, la cual ha estado apoyada históricamente por movimientos feministas.

A finales de ese año, bajo el nuevo mandato de Ortega, cualquier tipo de aborto fue completamente penado en Nicaragua.

La socióloga y feminista, María Teresa Blandón, coincide con Quirós y explica que con su actuar, Rosario Murillo se ha convertido en una aliada del patriarcado institucionalizado en la dictadura actual.

“Ese desprecio por la libertad de las mujeres, por la autonomía de las mujeres, por el derecho a decidir y a disentir se ve expresado en comportamientos y discursos de descalificación, desprecio y coercitivos hacia las mujeres que la cuestionan, la interpelan a ella que es una funciona pública que tiene mucho poder”, señala Blandón.

Lo cierto es que Rosario Murillo ha mantenido una doble postura en la defensa de los derechos de las mujeres. Por un lado, ha defendido lo que el empoderamiento de las mujeres, pero también ha arremetido en su contra y ha dirigido la represión contra ellas.

Todo esto se traduce en el cierre de más de 170 espacios feministas que luchaban contra la violencia, el destierro de más de 130 defensoras de derechos humanos y la saña particular en la que se encuentran algunas privadas de libertad por motivos políticos de la dictadura que lidera Murillo, junto a su esposo Daniel Ortega, comenta Quirós.

Para Blandón, Rosario Murillo ha ocupado sus acciones competitivas como una estrategia inconsciente para no sentirse vulnerable o víctima de la discriminación dentro de los espacios de poder donde ella se ha involucrado.

“En lugar de cuestionar practicas competitivas, machistas, excluyentes, hay mujeres que para no sentirse inferiorizadas, para sentir que son poderosas y tienen igual poder de los hombres replican estas lógicas contra otras mujeres que debido al discurso misógino la ven como inferiores”, afirmó Blandón.

Una “venganza personal”

Ana Quirós recuerda que Rosario Murillo formó parte de algunos espacios culturales donde no tenía la capacidad de pluma que tenían otras escritoras y poetas nicaragüenses, lo que para Murillo significaba una derrota debido a que tiene una gran necesidad de ser reconocida.

Rosario Murillo Zambrana es la primogénita de Teódulo Murillo Molina y Zoilamérica Zambrana Sandino. Quienes han coincidido con ella la describen como una mujer extrovertida, impulsiva, de carácter rebelde, iracunda y que no acepta críticas

Se autodenomina como poeta, mujer culta e inteligente. Además, durante sus monólogos diarios transmitidos en los canales oficialistas se muestra con una faceta que busca el bienestar de las mujeres nicaragüenses y la unión familiar. Desde el 2017 es la vicepresidenta de Nicaragua y la mujer con más poder en el país.

En su juventud en los años setenta, Rosario Murillo fue parte del Grupo Gradas, un colectivo de artistas que se dedicaban a recitar poemas en diversos espacios públicos. La mayoría de los integrantes de este grupo eran simpatizantes del Frente Sandinista. 

“Lo que ha publicado Murillo, es porque por su propia obra o dentro de los espacios del Frente Sandinista. Ella no tiene ni la trayectoria, ni la proyección que otras poetas nicaragüenses han tenido como Vida Luz Menses, Daysi Zamora o Gioconda Belli que son contemporáneas”, explica la activista Quirós.

Luego del triunfo de la Revolución Sandinista, Rosario Murillo aspiraba a ejercer el cargo de ministra de Cultura por lo que “le hizo la guerra” al poeta Ernesto Cardenal. Pero debido a su poco relacionamiento y conocimiento de política, no tuvo oportunidad de sobresalir sobre el poeta.

Por ello, realizó una serie de acciones para restarle autoridad y tratar de dejar obsoleto al ministerio, además de no dejar actuar con libertad a las poetas que estaban ligadas a este ministerio, recuerda Quirós. La poeta Gioconda Belli ha relatado en diversos momentos que Murillo no pudo perdonar que los escritores en ese entonces no respaldaran su actuar.

“Ella siempre ha tenido esa competencia y esa situación de sentirse menos que otras y otros, que la ha convertido en una mujer extremadamente paranoica y vengativa con las personas que ella interpreta como su competencia”, afirma Quirós.

Además, Quirós comentó que durante los años ochenta, Rosario Murillo no tuvo un vinculo con la Asociación de Mujeres Nicaragüenses Luisa Amanda (AMLAE) ni el Instituto de la Mujer que era la Oficina Gubernamental encargada de la mujer, por lo que Rosario Murillo decidió refugiarse en la Asociación Sandinista de Trabajadores de la Cultura.

“Ahí se codeaba de personas jóvenes y acríticas, por lo que de cierta manera podía llenar su ambición para recibir ciertos beneficios siendo su característica durante todos los ochenta, porque nunca tuvo un papel de reconocimiento oficial ni el partido (FSLN), ni en el gobierno ni en las mismas organizaciones de masas que le llamaban en aquel entonces. Le genera muchísima rabia, no podemos llamarle de otra manera”, relató Quirós.

Lea también: La sombra de los grupos armados contra Daniel Ortega

Respaldo de las feministas a Zoilamérica

El 22 de mayo de 1998, Zoilamérica Narváez Murillo, hija de Rosario, denunció públicamente al histórico líder del sandinismo, Daniel Ortega por haberla agredido sexualmente en su niñez, y posteriormente violado.

Este proceso de denuncia fue acompañado por distintos movimientos feministas del país, quienes respaldaron a la primogénita de Rosario, mientras ella defendió a su pareja negando las acusaciones de su hija y afirmando que todo se trataba de complot político contra Daniel Ortega.

Ana Quirós comenta que, debido a la personalidad de Rosario Murillo, no pudo identificar que su hija estaba siendo víctima de violencia por parte de su padrastro, sino que inmediatamente Zoilamérica ante los ojos de Rosario, se convirtió en una contrincante por Daniel Ortega.

La periodista y defensora de los derechos de las mujeres, Patricia Orozco, coincide con Quirós y afirma que esta postura de Rosario Murillo se debe a que es una mujer tradicional que no pudo ni ha podio desvincularse de los mandatos clásicos impuestos en la sociedad.

“En su momento ella salió a defender a Ortega. No le creyó a su hija, incluso la llamó mitómana y como en ese momento quienes respaldaron a Zoilamérica fuimos las feministas y eso es una factura que Rosario sigue cobrándose”, comenta Patricia Orozco.

Zoilamérica relató que los abusos por parte de Daniel Ortega iniciaron cuando ella tenía 10 años y él ya era un hombre de 30 años. Los abusos físicos se manifestaron con Ortega entrando a su cama para tocarla de manera indebida, acompañados de abusos psicológicos donde él le hacía creer que ella estaba actuando mal.

La hija de Rosario también aseguró que su madre sabía lo que estaba sucediendo y encaró a Ortega para hablarle de los abusos, sin mencionarlo directamente.

Orozco también comentó que el resentimiento con el que actúa Rosario Murillo es consecuente con lo que piensa, de donde deriva el problema histórico con las feministas porque Murillo no logra vincularse con los postulados del feminismo, de la libertad y de la igualdad.

“Ella no comulga esta idea. Ella sigue pensando como una mujer tradicional y lo ha demostrado en cuantos hijos ha tenido y cómo ella se invisibilizó en los primeros años de los ochenta y se quedó en el rol de la mujer tradicional”, explica Orozco.

Actuales transgresiones a las mujeres

Con el estallido de las protestas y la represión estatal, también se desató la persecución de contra organizaciones de la sociedad civil.

Esa “saña personal” de Rosario Murillo contra las feministas se evidencia en el trato diferenciado que le ha dado la dictadura a las privadas de libertad y es que, según organismos de derechos humanos, estas han sido tratadas con mayor violencia. Se encuentran aisladas, incomunicadas y las violentan psicológicamente diciéndoles que son “malas madres” por dejar abandonados a sus hijos por protestar contra el régimen.

La presidenta del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CENIDH), Vilma Núñez, en una ocasión mencionó a La Prensa que los agravios que sufren las privadas de libertad son “producto de la mente calenturienta de Rosario Murillo, porque ella tiene una fijación mental en contra de las mujeres”.

“A Rosario Murillo, a su gobierno y la dirigencia de su organización partidaria le debemos que se haya desarrollado un discurso demagógico que intenta endulzar los graves problemas que enfrentan las mujeres. Por un lado, afirma que está comprometida con la unidad familiar y en la realidad nicaragüense se evidencian todas las formas de gobierno que se han incrementado en el país, incluyendo los femicidios, abuso sexual, violación, violencia física y psicológica”, explica Blandón.

Ana Quirós, por su parte, dice que a pesar de que Murillo intentó crear espacios de mujeres desde el Frente Sandinista, no ha logrado que estas abandonen la defensoría de los derechos de las mujeres lo que aumenta la molestia contra ellas mismas.

“Las mujeres que trabajan con mujeres realmente terminan preocupadas por la situación de las mujeres a la que defienden. Frente a Rosario Murillo esta situación es imposible, y es como ha tratado a las mujeres a lo largo de los años no es atractivo para ninguna mujer someterse a ella. Aunque ella ha hecho todos los esfuerzos, no lo logró”, afirma Quirós.

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