Brasil no merecía la derrota, ganó Croacia y perdió el futbol. El balompié se ha despedido de su gran favorito para levantar la Copa del Mundo. En su lugar estará Croacia, un equipo aburrido, de transiciones lentas, que en su ADN está la resistencia con un motor infinito de fuerza, pero pobre en generación de juego. Croacia fue capaz de bajar a todos los santos para sobrevivirle a Brasil. Un resultado que se ve como un error en la Matrix, de poco sentido. El equipo de Modric disparó una sola vez a portería en 120 minutos y fue para clavar el gol del empate, extendiendo el duelo hasta caer de pie en la suerte de los penaltis, mientras Brasil desplegaba su danza y se reponía de una primera parte congelada. No hay una sola verdad a la hora de explicar lo que ha pasado, sin embargo, nos hemos quedado sin una semifinal de ensueño entre Brasil y Argentina.
En el futbol como en la vida es más fácil destruir que crear, por eso cuantifico mucho más a Brasil que a Croacia. Los sudamericanos se dedicaron a elaborar magia en el campo, que no siempre les salió, lo intentaron y elaboraron un gol exquisito con Neymar como punta de lanza. Lo habían intentado en 21 ocasiones y el arquero croata Livakovic se los estaba impidiendo y cuando por fin cayó el gol, explotó de alegría Brasil. Curiosamente ya se habían blindado atrás con Fred y Alex Sandro, pero a tres minutos del triunfo cayeron electrocutados con el disparo desviado a las redes de Petkovic. Brasil no pudo recuperarse de ese gol. Llegaron a los penaltis con una angustia en la garganta y Livakovic los terminó degollando.
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Y reafirmo que perdió el futbol porque el fanático mundial no podrá de disfrutar a una selección que tiene juego, gol y pasión. Ahora en su lugar estará un equipo honorable con un juego burdo. Otra vez a replegarse contra Argentina y cruzar los dedos por otro milagro.