El doctor Arnoldo Alemán, en los mejores tiempos de su presidencia, cuando era un gordito alegre, bonachón y le sobraban admiradores, aduladores y, por qué no decirlo, lo rondaban manadas de coyotes, tenía un dicho que lo repetía con mucha frecuencia. Decía: “No hay deuda que no se pague ni plazo que no se cumpla”.
Este lunes 4 de noviembre falta un día para conocer quién será el próximo presidente de los Estados Unidos: Kamala Harris o Donald Trump. Cualquiera de los dos que resulte electo, puedo asegurarles que el actuar en su Presidencia tendrá grandes repercusiones en la sociedad norteamericana y en gran parte del resto del mundo.
Hasta los últimos días previos a las elecciones las encuestas siguieron codo con codo y para la mayoría Kamala aventaja a Trump por un mínimo margen de uno por ciento, que, si nos fijamos en los márgenes de error de las encuestas, esta ventaja desaparecería. Lo que quiere decir que no hay nada para ninguno de los dos, según el promedio de encuestas de FiveThirtyEight que reveló una diferencia ajustada cuando faltaba menos de una semana para los comicios. Tal como detalló el sitio, la candidata liberal contaba en ese momento con un apoyo medio del 48.1 por ciento, mientras que su rival conservador reunía el 46.8 por ciento. Además, el empresario logró achicar de forma sostenida la brecha entre ambos en las últimas semanas: a finales de agosto era de casi cuatro puntos.
Las encuestas de opinión, tanto a nivel nacional como en los siete estados que podrían resultar decisivos, mostraban a Trump empatado con la vicepresidenta demócrata Kamala Harris a cuatro días de la jornada electoral. Mientras tanto, Trump seguía afirmando falsamente que su derrota en 2020 frente al presidente demócrata Joe Biden fue el resultado de un fraude generalizado en múltiples estados que Trump perdió. Afirmación que sigue preocupando a muchos estadounidenses, pues de perder las elecciones por estrecho margen nuevamente podría repetir el berrinche que hizo cuando perdió ante el actual presidente Joe Biden, aunque no creo que se repitan los hechos desagradables en el Capitolio.
Como dije anteriormente, son muchos los amigos y lectores que me preguntan el porqué de mi animadversión contra el expresidente y candidato Donald Trump. Mi repuesta a todos ellos es la misma: no creo en banqueros y empresarios metidos a políticos al final de sus vidas, es decir después de pasar una vida amasando fortunas en negocios en buena parte no muy claros. Ponía como ejemplo a un banquero nicaragüense que el doctor Arnoldo Alemán lo metió en política y que a mi juicio fue un grandísimo error que todavía no terminamos de pagar. Pues su ambición, su mesianismo, su egolatría, que no le permitían siquiera sopesar la posibilidad de ser segundo de nadie fomento la división de su partido. Pero como dijo alguien, las aguas que pasan bajo el puente jamás regresan o algo así. Ya no vale llorar sobre la leche derramada.
Volviendo a las elecciones del próximo 5 de noviembre en Estados Unidos, sigo apostando a Kamala Harris porque la considero la menos mala de los dos candidatos, ella es una mujer que ha dedicado su vida a la política y ha luchado por sus principios, los que puestos en una balanza a mi juicio hay más positividad que cosas negativas. Para remarcar la razón de mi apoyo a Kamala, debo decir que la animadversión y ataques furibundos de Donald Trump contra los inmigrantes, también me hacen desearle una derrota, pues sus ataques infundados están llenos de mentiras y a todas luces son un maniqueísmo para conseguir el voto de los anglosajones racistas, para quienes el mundo se reduce a las fronteras entre Canadá y México.
Por esas razones seré uno de los millones de personas que alrededor del mundo estaré pendiente de los resultados de las elecciones del 5 de noviembre y que Dios nos coja confesados si llegara a ganar Donald Trump.
El autor es analista político y directivo nacional de las Fuerzas de Veteranos de Guerra de la Resistencia Nicaragüense