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Si llegara a la Presidencia y cortara ayuda a Ucrania, Trump contribuiría a la III GM

La paz mundial podría estar en peligro si este martes 5 de noviembre Donald Trump ganara la Presidencia en EE.UU., debido a que, aunque últimamente ha dicho que apoyará a Ucrania, antes ha sido categórico en que no lo hará, a lo cual se suman sus turbios vínculos, y los de su principal financista, Elon Musk, con el autócrata Vladímir Putin.

No es gratuita la alarma que causa un eventual triunfo del candidato republicano, con base en su relación con Putin, y su total falta de empatía con la vehemente lucha de defensa de los patriotas ucranianos. Hay que agregar las simpatías de Trump por el tirano de Corea del Norte, Kim Jong Un, agravadas hoy por el envío a Ucrania de tropas norcoreanas, parte de las cuales ya se encuentran en Kursk, apoyando a los rusos en sus intentos por recuperar el territorio que les ocupó Ucrania.

Envalentonada por la parálisis de Occidente ante su invasión militar y apropiación ilegal de Crimea el 18 de marzo del 2014, Rusia invadió en gran escala a Ucrania el 24 de febrero del 2022, con el objetivo de ocupar el país en unos pocos días. Al contrario de 2014, diez años después EE.UU. y Europa aprendieron la lección, se opusieron a la invasión, y comenzaron a apoyar la defensa del territorio ucraniano, pero sin enviar tropas, y limitando a Kiev en el uso del armamento de largo alcance que le han suministrado.

El enorme despliegue militar ruso por varios puntos de la frontera con Ucrania hizo recordar a Occidente la invasión de Hitler a Polonia en 1939, que originó la II Guerra Mundial, pues Alemania siguió su escalada invadiendo Dinamarca y Noruega en abril de 1940.

De no haber sido frenada Rusia en Ucrania, ¿dónde estarían las tropas de Putin ahora? ¿En los países bálticos, en Finlandia? No obstante, sin disparar un tiro, Moscú parece estar en camino de apropiarse de Georgia, tras forzar la victoria parlamentaria (53.6 por ciento) del partido prorruso, “Sueño Georgiano”.

Aunque Vladímir Putin ha negado en público tener planes de restaurar el imperio ruso, sin embargo, sus acciones y discursos proyectan una nostalgia por la grandeza pasada de Rusia, y un deseo de proteger lo que llama el “mundo ruso”. Él se compara con Pedro el Grande, el zar modernizador de Rusia y fundador de San Petersburgo, el lugar de nacimiento del propio Putin.

Para la comunidad internacional, los objetivos de Putin están impulsados ​​por algún sentido de destino histórico, lo que aparece como muy claro cuando él invoca la memoria de Pedro el Grande. El proyecto de restauración imperial de Putin podría extenderse a otros territorios que alguna vez pertenecieron al Imperio ruso o a la Unión Soviética, por lo que hay alarma en los países surgidos del desplome de la URSS.

Frenado en Ucrania, Putin no ha podido seguir adelante con sus ambiciones territoriales, pero si EE.UU. cesa su cuantiosa ayuda a Ucrania —muy superior a la de la comunidad europea—, ¿podrá sostenerla Europa? La respuesta es que sería muy difícil. Ucrania es un enano en relación con el poder militar de Rusia, por lo que depende de la colaboración norteamericana y europea para sobrevivir, aún con todo el desarrollo de su industria militar, sobre todo en el último año.

Así, un hipotético triunfo electoral de Trump en EE.UU. podría cerrar el enorme flujo de cooperación en armamento, técnica y científica, en Inteligencia, y económica a Ucrania, con lo que este país podría derrumbarse, y entonces tomaría actualidad la terrible pregunta, ¿quién sigue?, y el probable inicio de una terrorífica y devastadora III Guerra Mundial, razón suficiente para que el pueblo norteamericano impida el acceso a la Casa Blanca del candidato republicano.

El monstruo al que Trump podría abrirle las puertas del mundo es suficiente razón para que hasta los más fanáticos trumpistas y acérrimos enemigos de Kamala, le nieguen su voto. Ninguna de las debilidades atribuidas a la primera vicepresidenta negra de la historia de los EE.UU. justifica contribuir a que el expresidente alcance una posición desde la que, junto a Putin, pudiera decidir el inicio de una III Guerra Mundial que sería miles de veces más catastrófica que las dos anteriores. 

La llave para impedir la III Guerra Mundial es que Trump no sea el próximo presidente de los Estados Unidos de América. 

El autor es nicaragüense graduado en Ciencias Políticas de la Universidad de Malmó, Suecia.

Opinión
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