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Un mundo de fantasía

Nuestra apariencia, la forma de vestir, nuestro comportamiento y la manera en que pensamos brinda información sobre quiénes somos y cómo somos. Pero, ¿cuántas veces, quizás de manera inconsciente, enviamos señales que muestran lo que no somos o lo que quisiéramos ser?

GERALDINA GONZÁLEZ C.

Nuestra apariencia, la forma de vestir, nuestro comportamiento y la manera en que pensamos brinda información sobre quiénes somos y cómo somos. Pero, ¿cuántas veces, quizás de manera inconsciente, enviamos señales que muestran lo que no somos o lo que quisiéramos ser?

Empeñarnos por aparentar una edad menor a la que en verdad tenemos, simular simpatía con quienes quizás no nos agradan mucho para obtener algo a cambio, tener más poder adquisitivo o igual al de mis amistades o colegas de trabajo, el color de cabello distinto al natural, lisa o crespa, de ojos azules o verdes, entre otros aspectos, son los que podemos llegar a fingir por desear ser aceptados en un círculo social o por ocultar lo que en verdad sucede en nuestro interior.

De acuerdo con la psicóloga clínica Ledia Gutiérrez, se entiende por fingir el simular, aparentar o hacer creer algo que no es verdad mediante hechos o palabras. Estas acciones pueden hacerse presentes en los diversos entornos en donde nos desarrollemos, ya sea a nivel laboral, social, personal o incluso sentimental.

Querer lucir a la moda y arreglarnos para vernos bellas puede ser parte de nuestra naturaleza femenina. Sin embargo, cuando ya pretendemos aparentar cosas que no sentimos o no tenemos, entonces sí estamos fingiendo algo.

Según Gutiérrez, podemos fingir cosas como ser buenas personas, ser leales, honestas, saberlo todo, tener poder económico, ser ordenadas, aseadas y arreglarnos para lucir más jóvenes.

Fingir actitudes o acciones ante los demás podría tener como trasfondo un problema de inseguridad o autoestima, pues tenemos temor de mostrarnos ante los demás tal cual somos y buscamos, por ejemplo, lucir cosas que no tenemos.

“Muchas veces puede tratarse de inseguridad porque niego, refuto y miento, por ejemplo, que mi cabello es rizado. Cuando se da este comportamiento sí hay un problema de autoestima. Pero si muestro que mi ropa es de marca y tengo que pedirla prestada para lucirla, estoy fingiendo que puedo tener tales prendas y no es cierto”, explica Gutiérrez.

En distintas áreas

Fingir o aparentar ser una persona diferente, con emociones simuladas y lucir objetos que no nos pertenecen podrían afectar nuestras relaciones con las demás personas.

Gutiérrez explica que en el trabajo suele darse el caso de fingir ser buenas compañeras de trabajo, aparentar ser honestas y que decimos la verdad, que nunca mentimos, fingir que todo lo podemos cuando quizás no tenemos la capacidad suficiente.

“Con esto queremos dos cosas: sentirme bien yo y provocar que los demás se sientan mal”, sostiene Gutiérrez.

Asimismo, con nuestros amigos o incluso con la pareja también podemos llegar a fingir.

La psicóloga clínica explica que en estos casos una de las cosas que se finge es el temperamento. “Puedes aparentar que sos amable, cariñosa, ordenada, buena mujer, que serás gran esposa y madre. Fingir para hacer creer y ser aceptada, amada, querida, que la pareja se enamore de lo que creo le gusta y no lo que verdaderamente se es”, asevera Gutiérrez.

Así como podemos aparentar ante los demás, hay casos en los que llegamos a simular con nosotras mismas a causa de una baja autoestima.

“Fingimos o nos hacemos creer que somos buenas amigas, cariñosas, tratamos de engañarnos a nosotras mismas en muchas ocasiones por el mismo motivo de la autoestima porque no nos aceptamos como somos y buscamos disfrazarnos para sentirnos bien”, comparte la psicóloga.

Ellos también

Mostrarnos diferente a lo que somos no es un comportamiento exclusivo de las mujeres, los hombres también pueden llegar a fingir, aunque quizás ellos lo hagan en aspectos diferentes debido a las características naturales de cada género.

Ya sea con sus amigos, con la familia, en el trabajo o con su pareja, la psicóloga clínica Ledia Gutiérrez explica que los hombres pueden simular que no sufren para ocultar sus verdaderos sentimientos.

“Ellos tienden a mostrarse más fuertes emocionalmente, pretenden dejar claro ante los demás que no se alteran ante circunstancias difíciles como el dolor, el desamor o el engaño. Fingen ser fuertes, saberlo todo y entenderlo todo”, detalla Gutiérrez, quien además sostiene que este comportamiento está secundado por la cultura machista que aún prevalece en la sociedad.

Mostrar ante la sociedad una actitud que no corresponde con nuestra naturaleza solo provocará que las relaciones que entablemos con los demás tengan como base una mentira. Aunque sea con detalles mínimos, ocultar nuestra personalidad reflejará una baja autoestima y falta de seguridad en nosotros mismos, situación que podría terminar perjudicándonos.

Lo mejor es ser uno mismo, para que quien esté a nuestro lado nos quiera por quienes somos, aceptando nuestros defectos y virtudes, porque somos humanos.

Nosotras apariencia sociedad

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