Geraldina González C.
Cuando se acercan las fiestas de fin de año los platillos deliciosos se apoderan de nuestra mesa, y con ellos un par de ‘libritas’ de las que luego nos queremos deshacer. Y como el arrepentimiento no es suficiente, es importante reorganizar nuestra dieta para encontrar el balance que nos permita perder peso sin afectar nuestra nutrición.
La máster Ligia Pasquier, especialista en nutrición, señala la importancia de realizar un chequeo médico antes de iniciar una dieta para perder peso.
“Además de tener clara la motivación para la dieta, es necesario saber si tenemos alguna enfermedad, conocer nuestro peso actual y el índice de masa corporal (que no es más que el peso en kilogramos dividido entre la estatura en metros al cuadrado). Si el resultado es entre 25 y 30 hay sobrepeso, si es más de 30 ya hablamos de obesidad”, sostiene la especialista.
Con el chequeo médico se puede descartar cualquier enfermedad que pueda influir en el aumento de peso, como problemas endocrinos u hormonales, dentro de estos la resistencia a la insulina.
“Hay gente que sufre hipoglucemia, es decir que se les baja el azúcar. Si se someten a una dieta pueden sufrir mareos, dolores de cabeza y sentirse fácilmente irritados”, explica Pasquier.
Ciertos hábitos de nuestra rutina diaria como el horario de nuestras comidas, el tipo de alimentos que consumimos, la ingesta de medicamentos e incluso las horas que dormimos, podrían ser la causa de un aumento de peso.
Según la especialista se han hecho estudios que reflejan que las personas que duermen poco tienen más riesgo de aumentar de peso porque se altera todo el metabolismo.
“Muchas veces el problema de peso se origina porque no se cumple con los horarios de comida, porque no tienen tiempo para comer y comen de manera desordenada. Hay medicamentos que pueden bajar el nivel de azúcar y otros que pueden irritar el estómago, esto ocasiona que los pacientes tengan necesidad de comer. Todos estos factores son importantes para saber cómo haremos el plan de dieta”, afirma Pasquier.
Agrega que la dieta adecuada debe estar orientada según la edad, talla, tipo de actividad física y a las enfermedades a las que la persona tiene riesgo o ya padece.
Iniciar una dieta balanceada no significa prescindir por completo de ciertos alimentos. Lo ideal, según Pasquier, es consumir las porciones adecuadas en los horarios establecidos.
“Para llevar una dieta saludable hay que analizar qué es lo que comemos y cambiar hábitos. Una vez que identificamos los alimentos que nos pueden generar problemas alimenticios, tenemos que tratar de evitarlos por lo menos tres semanas o 21 días, porque según estudios, solo a partir de ese tiempo podemos cambiar un hábito. Si después volvemos a probar ese alimento ya no tendremos la misma ansiedad por él”, enfatiza la especialista.
Asimismo, asegura que en la dieta se debe incluir al menos un alimento del cuadrado de los alimentos, agrupación que se utiliza en el país para dividirlos en formadores, protectores, básicos y de energía concentrada.
Los alimentos formadores abarcan las proteínas animales (carne, huevos y leche) y las proteínas vegetales (lentejas, soya, entre otros). Los protectores son las frutas y verduras; los básicos, el arroz y los frijoles, y los de energía concentrada son los azúcares y las grasas.
“Existen dietas disociativas, que quitan carbohidratos, proteínas o grasas, o las adicionan. Estas dietas tal vez van a dar resultados a corto plazo, pero a largo plazo van a traer más daños a nivel físico, porque después pueden surgir problemas de ácido úrico alto, colesterol alto, además de malos hábitos de alimentación”, comparte la especialista en nutrición.
La máster Ligia Pasquier, especialista en nutrición, sugiere que para una dieta balanceada debemos incluir alimentos variados en cantidades moderadas, tomar suficiente agua al día y combinar la dieta con ejercicio físico de acuerdo a nuestras capacidades. El mínimo de este debe ser 150 minutos a la semana, los que se pueden dividir en sesiones de 30 minutos.
“No podemos dejar de comer grasas por completo. Lo que tenemos que hacer es buscar grasas saludables como el aceite de oliva, el aceite de girasol, el aguacate y el omega 3, 6 y 9 que se encuentran en el pescado y que son importantes para el sistema nervioso, además tienen un efecto antiinflamatorio. Por lo menos el 70 por ciento de los alimentos deben ser de origen vegetal (frutas, verduras, cereales) y un 30 por ciento de origen animal, para prevenir enfermedades”, concluye Pasquier.
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