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El sentido de la Navidad

De pequeño siempre me encontré con un gran dilema: ¿quién es el protagonista de la Navidad: Santa Claus con sus regalos o el Niño Dios con su ternura? No lo sabía. Ambas historias de estos personajes me apasionaban, tanto por la magia de sus relatos como por el mensaje que transmitían.

Julio Portocarrero Arancibia

De pequeño siempre me encontré con un gran dilema: ¿quién es el protagonista de la Navidad: Santa Claus con sus regalos o el Niño Dios con su ternura? No lo sabía. Ambas historias de estos personajes me apasionaban, tanto por la magia de sus relatos como por el mensaje que transmitían.

Mis hermanos y yo en la Nochebuena dormíamos esperando que Santa colocara nuestros regalos bajo el árbol de Navidad. Nos íbamos también a reposar coreando el Gloria in Excelsis Deo, que previo habíamos cantado en la misa de gallo.

Sin embargo, el dilema entre quién era el protagonista continuaba. Del Niño Dios solo escuchaba hablar en la parroquia de mi pueblo; de Santa Claus en todas partes. ¿Quién respondía a mi pregunta? ¿Por qué otras personas que conocía no se unían a esta celebración? ¿Sería la Navidad una excusa perfecta para estar en familia? ¿Celebrarían todos con el mismo sentido?

UNA FIESTA CRISTIANA

Según el sacerdote Víctor Morales Noguera, en el antiguo Imperio Romano, el 25 de diciembre se celebraba la fiesta del nacimiento del Sol, que tras la cristianización fue sustituida por la fiesta del nacimiento de Jesucristo en Belén de Judá.

“No es la continuación de una fiesta pagana, sino la celebración del Sol invicto, que para nosotros los cristianos es Cristo”, explica el sacerdote Morales, quien es secretario del Departamento de Comunicación de la Conferencia Episcopal de Nicaragua.

Pero Cristo no nació un 25 de diciembre. Los cristianos lo saben y lo que celebran ese día es el acontecimiento redentor del nacimiento de su Dios. De acuerdo con el sacerdote Morales, a lo largo del tiempo se fue estructurando lo que hoy se conoce como Año Litúrgico y asimismo se fue mejorando la fiesta de la Navidad.

“San Francisco le dio una fuerza grande a esta fiesta con la creación de las imágenes y del pesebre que ahora nosotros conocemos. Lo hizo como una forma de catequesis para todos aquellos que no tenían acceso a las Sagradas Escrituras”, explica el sacerdote.

Según él, pese a que la globalización y el consumismo “han querido arrebatar la fiesta impregnándole otro significado”, este no se ha perdido, pues aún muchas personas que están lejos de esta concepción cristiana se unen implícitamente a la celebración cristiana de la Navidad, que tiene como centro a la sagrada familia de Nazaret: María, José y el Niño Dios.

Y ese es el verdadero sentido cristiano de la Navidad, “fiesta a la que nosotros no llamamos temporada, sino acontecimiento”, afirma el sacerdote Morales, para quien “un día, un momento o una estancia de unidad y acercamiento familiar es algo que se va adhiriendo al verdadero sentido navideño”.

¿TIENE EL MISMO SENTIDO HOY?

Con el inicio de la industrialización, durante la era moderna, cuando se desarrolló el comercio y el liberalismo económico, el mercado tomó la Navidad como un espacio en el tiempo para introducir mayor actividad comercial. Se comenzó a aprovechar el consumo.

Fue así como “la visión no cristiana de la Navidad viene siendo una adaptación de la fiesta al modelo económico que impera”, explica el sociólogo Arnín Cortez.

Según él, hoy la Navidad tiene un sentido de intercambio familiar que las personas le dan a nivel de convivencia y unión familiar. Esto es producto de la construcción sociocultural que se ha dado por la herencia cristiana, aunque este sentido lleva también el peso de la parte comercial.

El sociólogo analiza qué sería de esta fiesta de intercambio de valores y convivencia familiar sin la actividad comercial. ¿Colapsaría? ¿Perdería su sentido y significado? “De ahí cabe la posibilidad que se tenga una visión más crítica de esta fiesta, tratando de enfocarse en lo que es más esencial y no la parte superficial y cosmética, que termina siendo algo superfluo que no abona nada al sentido familiar y cristiano”, reflexiona el sociólogo.

Los años han pasado y el dilema parece estar resuelto. Entre los aires decembrinos de esta temporada y las lucecitas navideñas que decoran las tiendas de la capital, pienso únicamente en casa, la Nochebuena, nuestro pesebre y en ese ¡Feliz Navidad!, seguido de un fuerte abrazo con calor de hogar.

Nosotras fiestas Navidad

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