DRA. MARÍA LUZ ANDRÉ,
MÉDICO NUTRICIONISTACLÍNICO
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El calcio corporal total se aproxima a los 1,200 gramos, lo que es equivalente a decir 1.5 a dos por ciento de nuestro peso corporal. De esto, casi un 99 por ciento se concentra en los huesos y dientes. El uno por ciento restante se distribuye en el torrente sanguíneo, los líquidos intersticiales y las células musculares.
Tanto su carencia como su exceso son perjudiciales para la salud, ya que participa en la coagulación, en la correcta permeabilidad de las membranas y a su vez adquiere fundamental importancia como regulador nervioso y neuromuscular, modulando la contracción muscular (incluida la frecuencia cardíaca), la absorción y secreción intestinal y la liberación de hormonas.
Los alimentos con mayor contenido de calcio son los productos lácteos, los frutos secos, las sardinas y las anchoas. Ya en menor proporción en legumbres y vegetales verdes oscuros (espinaca, acelga, brócoli).
El calcio está vinculado con la presencia de fósforo. La falta o exceso de cualquiera de estos dos macrominerales puede afectar la absorción del otro. A su vez, la absorción del calcio se ve dificultada ante consumo de café, alcohol, falta de vitamina D, falta de ácido clorhídrico en el estómago, falta de ejercicio y el estrés. Un obvio indicador de carencia de calcio es la osteoporosis.
La ingesta inadecuada, la disminución de la absorción a nivel intestinal como la excreción (en orina) aumentada del calcio conduce a una disminución total del mismo en nuestro organismo.
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