Geraldina González C.
Motivada por su espíritu de ayuda hacia los demás, Martha Montenegro de Cerda ha dedicado gran parte de su vida a la medicina, específicamente en el área de reproducción humana desde su clínica de fertilidad en el Hospital Metropolitano Vivian Pellas. No obstante, más allá de su papel de doctora, es una mujer interesada por la decoración, la cocina y la poesía
¿Qué la motivó a especializarse en Ginecología?
Me interesó mucho el proceso y los misterios de la reproducción humana. Me encantaba la cirugía y dentro de ella la reconstrucción de los órganos reproductores. También me apasionaba la endocrinología. En la reproducción, el misterio de las hormonas era un campo bastante complicado, para eso tenías que estudiar una subespecialidad. Y más misterioso todavía era la reproducción masculina y la microcirugía, por eso hice mi especialidad en Ginecología. Hice un año más en cirugía ginecológica, y tuve una beca de distinción por la Organización Mundial de la Salud para estudiar en México Endocrinología Ginecobstétrica y Fertilidad. Estudié también Andrología, que es el estudio del varón infértil. Es una satisfacción muy grande saber que he podido colaborar en la cadena de la vida, del amor y contribuirle a las mujeres a tener hijos, que de otra manera no hubieran existido.
¿Recuerda cuál fue el primer caso de fertilización que atendió?
Sí, fue el 7 de julio de 1997, la niña se llama Paola. Sus padres me la llevaron cuando tenía un año. Ya Paola debe estar grande. Después de ese caso han venido muchos más. Soy madrina de algunos niños producto de inseminaciones y tratamientos, que ya están en la universidad. Me he mantenido cerca, quizás el cariño que sienten los pacientes hace que ellos estén cerca de mí y es una gran alegría ver los chavalos hermosos, sanos e inteligentes.
¿Qué caso la ha marcado más?
Tuve el caso de una paciente que había roto membrana y apenas tenía cinco meses de embarazo. Me llamaron en una Semana Santa y la logramos llevar a feliz término hasta las 34 semanas. Ya hoy la niña tiene 16 años, es muy linda y también es mi paciente. Ese es uno de los pocos casos que se dan con ruptura de membrana que han logrado un final exitoso. También recuerdo la cirugía que le practiqué a una joven de 19 años de un tumor como de 21 centímetros que ocupaba todo su útero. Los doctores le decían que le tenían que quitar el útero, pero yo me encomendé a Dios y gracias a Él y a los estudios previos, logré rescatárselo. Ahora es una muchacha que está en la capacidad de tener hijos. Todo eso es satisfactorio.
¿Cómo es Martha fuera del hospital?
Me encanta la cocina porque me gusta comer bien y también saber qué come mi familia. Me gustan las frutas, tengo 19 variedades de mangos de injerto que cuido en mi casa. Tengo orquídeas, de las cuales también cuido. Me gusta el diseño de interiores y el estilo mediterráneo. La pintura y la poesía también son parte de las cosas que me gustan. Antes escribía poesía, pero mi carrera en Medicina no me permitió continuar escribiendo, pero considero que mantengo mi alma de artista.
¿Cómo logra dividirse entre su trabajo y su familia?
Tengo cinco hijos. Es una tarea que no se puede llevar sola, por eso es importante el apoyo del esposo, y en mi caso, también el de mis padres. Cuando estaban más chiquitos, planeábamos el menú para los fines de semana y los integrábamos a la cocina para que hubiese más unión familiar. Por un tiempo dejé de trabajar y estudiar para dedicarme por completo a ellos, pero ahora que ya están grandes me dedico a mi trabajo, aunque siempre dedicándoles tiempo.
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