DRA. MARÍA LUZ ANDRÉ
MÉDICO-NUTRICIONISTA CLÍNICO
Comer no solo responde a una necesidad fisiológica. Recurrir a la comida para encontrar alivio, paliar las carencias afectivas o combatir la tristeza puede convertirse en la forma más rápida de desarrollar trastornos de la alimentación.
Richard Wurtman desarrolló la teoría de la adicción a los carbohidratos. Wurtman demostró que la ingesta de carbohidratos aumenta los niveles de serotonina, un neurotransmisor esencial para la comunicación entre las neuronas y que interviene también en la regulación del estado de ánimo, la agresividad, el sueño, o la conducta alimentaria.
Sin embargo, recurrir a los carbohidratos para regular la producción de serotonina y mejorar así nuestro estado de ánimo no es una buena idea. La mayor parte de los alimentos ricos en carbohidratos simples suelen tener un alto contenido de grasa, por lo que la ingesta excesiva de estos productos puede favorecer el desarrollo de obesidad, hipertensión, trastornos cardiovasculares, diabetes, hipoglucemia o enfermedades de la vejiga.
Además, cuando desaparece el efecto de los carbohidratos, reaparece la sensación de tristeza, la irritabilidad o los sentimientos depresivos que se intentaban evitar con la comida, lo que favorece los atracones para volver a sentir el bienestar. Esto nos lleva al hiperinsulinismo, que es la secreción excesiva de insulina, que se traduce en aumento de porcentaje de grasa visceral y deshidratación, con aumento de peso.
Ver en la versión impresa las paginas: 10