Martha Vaughan

por Webmaster La Prensa

Credito: “La gente en la calle me reconoce, me abraza y me respeta. Por eso y mucho más, confirmo que valió la pena todo el sacrificio que hice”.

ELBA CRISTINA PARRALES.

FOTOS: ALFREDO ZÚNIGA.

Muchos la reconocen como la Diva del Rock. Así fue nombrada hace unos años cuando le daba voz a canciones de Led Zeppelin, The Beatles o Janis Joplin, entre otros.

El rock para Martha Vaughan, a sus 56 años, continúa siendo pasión, entretenimiento y una forma de vivir. Aún ama interpretar canciones de 1960 y 1970, que se posicionaron como número uno a nivel mundial. Pero lo que ve con más agrado es que los jóvenes rockeros nicaragüenses estén haciendo sus propias creaciones musicales y se atrevan a componer.

“La música en general, desde que yo inicié hace más de treinta años a la actualidad, ha cambiado muchísimo. Cuando yo cantaba en grupos nos daba un poco de temor interpretar canciones inéditas, pero ahora los jóvenes están componiendo y eso es fantástico”, opina.

Sin embargo, no solo en ese aspecto la música ha cambiado, ya que la cantante considera que la sociedad ahora no ve tan mal el hecho que algunas mujeres decidan ser cantantes, sobre todo si se trata de rock, cuyo género se había estigmatizado para hombres.

“Me siento orgullosa de decir que fui valiente y un ejemplo de cambio, porque cuando inicié en esta carrera era muy mal visto que una señorita se fuera de gira con diez hombres y regresara en la madrugada a su casa. Ahora veo que hay respeto y más aceptación”, dice.

Comenta que hubo mucha discriminación y crítica por parte de la sociedad por el hecho de ser mujer. En su familia también había oposición para que cantara, pero a los 16 años ya demostraba su talento en reuniones familiares y posteriormente en restaurantes, hoteles y fiestas patronales de las ciudades del país.

Perseveró y logró ser reconocida a nivel nacional a pesar de que todos le decían que debía quedarse en casa cuidando su reputación, a sus hijos y a su esposo. “No nací para eso”, afirma y añade que siempre ha sido perseverante y también rebelde.

“Recuerdo que la primera vez que canté con el grupo Poder del Alma fuimos a una fiesta y llegué a las 4:00 de la madrugada a mi casa. Me pegaron, pero era lógico, andaba en un bus solo con hombres y yo era una niña”, cuenta.

Ese punto de vista Martha lo entiende perfectamente, sobre todo porque Pavel, uno de sus hijos tiene su propia banda llamadas Ecos. Entiende que el problema está en el hecho que se piense que el ambiente de la farándula esté lleno de bacanal, excesos, vicios, desvelos, y aunque sí exista un poco de eso, afirma que la música no necesariamente tiene que ser satanizada de esta manera, puesto que quien se dedica a la música debe ser responsable y disciplinado porque es un trabajo digno, serio y si sabe darse a conocer es muy bien remunerado.

Martha afirma que cuando le dedicó tiempo completo a la música, supo hacerlo muy bien. Conseguía patrocinadores, contratos muy bien pagados y no necesitó dedicarse a otra carrera para vivir bien, más que a su pasión, que es la música.

Ella también tuvo programas radiales con un buen rating de audiencia y comenta que muchas personas aún la recuerdan cuando tenía su programa Karaoke en Canal 8. Hizo presentaciones en Guatemala, México, Costa Rica, Miami y Cuba.

A pesar de que ahora no vive en Nicaragua y que no se dedica plenamente a la música, sostiene que cada vez que viene a Nicaragua continúa viviendo los frutos de su trabajo como artista. Recientemente participó en el homenaje que le hicieron a Ricardo Palma, padre de sus hijos mayores.

“La gente en la calle me reconoce, me abraza, me pregunta dónde será mi próxima presentación y me respeta. Por eso y mucho más, confirmo que valió la pena todo el sacrificio que hice. Siento que di un aporte a las mujeres que se dedican a este género y me enorgullece”.

Entre los sacrificios más grandes que tuvo que hacer en sus inicios como cantante fue haber dejado a Tatiana, Pavel Palma y Emiliano Guerrero, sus tres hijos, al cuidado de su mamá mientras ella cumplía con sus compromisos.

OTRO PAÍS, OTRO OFICIO

Martha afirma que entre sus planes nunca contempló moverse de Nicaragua, pero por razones personales se fue a vivir a Estados Unidos cuando se casó con un nicaragüense que ha vivido toda su vida allá, “pero pronto me tendrán de regreso para seguir en el entretenimiento”, promete.

A Martha le encanta cantar rock, bossa nova, jazz, pero si es necesario y se lo piden, también canta salsa y baladas porque ella es buena entretenedora; incluso, tuvo que aprenderse canciones folclóricas, que nunca cantó aquí, porque la comunidad nicaragüense, que al igual que ella reside en San Francisco, California, le piden que las interprete.

Fuera de los escenarios, Martha estudió y gestionó dos licencias para sacar seguros. Tiene su propio negocio y es agente de seguros de vida, carros y casas. Su segmento de mercado son los latinos. Es un ritmo de vida muy agitado, nada que ver con el que desea vivir cuando regrese a Nicaragua definitivamente.

“La vida en mi país es más calma y relajada. Quiero regresar para enfocarme en ayudar a este montón de músicos que necesitan de apoyo y patrocinadores”.

Entre sus metas profesionales, antes de retirarse como cantante, es grabar su segundo disco. Cuenta que ha estado escuchando las canciones de División Urbana, Monroy y Surmenage, Ecos, las de Revuelta Sonora, Ciclos y que le encantaría hacerles arreglos para ajustarlas a su voz y grabar un disco con esas canciones.

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