Hija de españoles que vinieron a Nicaragua en la década de los años ochenta, atraídos por los aires revolucionarios que se vivían en aquel momento. Encontraron en Jalapa la tierra fértil que la vería nacer, y en las páginas de Cien años de soledad, el nombre que llevaría Amaranta, que al igual que el personaje de Gabriel García Márquez, es una mujer sin prejuicios, alegre y encantadora.
Amaranta Caballero, de estatura media y larga cabellera rubia, es una joven fotógrafa que se abre paso con pie firme en su campo profesional. Pronto presentará su segunda exposición fotográfica personal a la que denomina Miradas, trabajo en el cual refleja a la mujer nicaragüense desde otra óptica, más sutil y artística.
Miradas está compuesta por 42 fotografías de gran formato. Los retratos y paisajes han sido superpuestos y texturizados sobre lienzos y montados en caballetes, lo cual hace una exposición fotográfica poco común en estas latitudes.
“Miradas es el trabajo de dos años de recopilación de retratos. Lo que quiero resaltar es el significado de la mujer en la vida nicaragüense. Ella (la mujer) es un ser fuerte, el eje que mueve todo: es la responsable de la casa, de los hijos y, como si fuera poco, también trabaja en la calle. Es un ser independiente. Las más grandes responsabilidades recaen sobre los hombros de la mujer y eso es admirable. Es increíble que detrás de la belleza o de una aparente fragilidad haya toda una gran fortaleza. No hay mujer débil. A todas nos hicieron fuertes”.
TALENTO INNATO
Hija de un pintor español y de una madre médico a la que le encanta la poesía, Amaranta ha estado inmersa en el quehacer cultural nicaragüense y siempre vio como suya las composiciones y colores.
“Siempre supe que lo mío era la fotografía. Recuerdo que de niña era la fotógrafa oficial de la familia. Yo era la que hacía las fotos de todos los eventos familiares con mi Nikon de carrete. Pero fue hasta la edad de 20 años y ya cuando había terminado mi primera carrera universitaria que sentí que la fotografía no podía quedar en un segundo plano en mi vida. Sentí la necesidad de conocer más sobre fotografía, de dedicarme por completo a esta forma de expresión sin palabras que se ha vuelto mi forma de vida y es algo que hago no solo por trabajo, sino por amor y pasión”.
AMOR POR NICARAGUA
Amaranta revela que sus padres le inculcaron el amor y orgullo por Nicaragua.
“Yo tengo doble nacionalidad. He vivido nueve años en España e hice mis estudios superiores allá, pero el amor que siento por Nicaragua hace que siempre regrese a esta tierra que me vio nacer. Me siento completamente nicaragüense. Vivir aquí me encanta, porque me gusta el calor de la gente y sus costumbres”.
Amaranta tiene una razón más fuerte para seguir amando nuestro país, ya que también ha encontrado el amor aquí. Desde hace un par de años está casada con un abogado originario de Masaya, ciudad donde reside.
“Soy completamente feliz, porque mi esposo y yo nos complementamos en todos los sentidos”, finaliza.
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