Ana Salgado/Terapeuta sexual y de pareja
Uno de los temas que más se dificulta a la hora de sanar las heridas que hemos ido acumulando en el transcurso de la relación de pareja es el tema del perdón.
Una de las barreras más comunes para el perdón es el típico ¿por qué voy a perdonar si no me ha pedido perdón? En este sentido, ayuda considerar que:
*El perdón, contrario a la creencia popular, es algo que uno debe hacer por uno mismo, no es un favor para la otra persona.
*La capacidad de perdonar viene de lograr darse cuenta que el único que sufre con el resentimiento que tiene (y que no perdona) es uno mismo.
*Ya que el perdón es algo que yo hago por mí mismo, no tiene nada que ver con lo que la otra persona haga. Es decir, que no requiere que el otro pida perdón, ni deje de hacer nada.
*Perdonar no es sinónimo de olvidar, sino de aceptar que las cosas sucedieron de cierta manera, que no puedo cambiar eso y que yo voy a soltar el resentimiento porque de todas maneras no me resuelve nada y solo me genera sufrimiento. Por tanto, decido que a pesar que el evento que me tiene resentida probablemente nunca será un recuerdo agradable, voy a dejar de sufrir por lo que no puedo cambiar.
Por otro lado, pedir perdón no siempre es fácil, especialmente cuando se tiene la sensación que pedirlo es, de cierta manera, darle la razón a la otra persona. Una frase que se puede usar y que expresa mejor el sentimiento (simplemente porque es más explicativo y se presta menos a malas interpretaciones) es decir: “Lo siento por haberte hecho sentir mal”, que es siempre cierto si es una persona a la que apreciamos.
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