Humildad como virtud que implica otras virtudes, porque conlleva prudencia; y esa prudencia demuestra la sabiduría que es un don del Espíritu Santo (cf. 1 Corintios 12,7-11).
Adolfo Miranda Sáenz
¡Todo con moderación!
No podemos valorar la moderación solo por razones de salud, pero está claro que actuar sin ella nos perjudica y debemos agregar el factor salud a la necesidad de cultivar esta virtud. Necesitamos la moderación para poder vivir felices.
Pensar, actuar y vivir con prudencia
Las personas prudentes toman decisiones inteligentes, conservan la calma aún en las situaciones más difíciles, jamás ofenden ni pierden la compostura. Valoran las consecuencias de sus acciones y se abstienen de ofender y dañar a otros.
Seamos honestos
Cuando alguien miente o engaña, su espíritu entra en conflicto, la paz interior desaparece y esto es algo que los demás perciben porque es difícil de ocultar. Las personas deshonestas se pueden reconocer fácilmente porque acostumbran engañar a los otros para conseguir de manera abusiva un beneficio.
El amor a la Patria
El amor a la patria es un valor que no debemos perder jamás, independientemente de ser pequeña o grande, con sus defectos y virtudes, errores y aciertos, con lo malo y lo bueno que tenga.
El valor del matrimonio
La autoridad, la estabilidad y la vida de relación en el seno de la familia constituyen los fundamentos de la libertad, de la seguridad y de la fraternidad en el seno de la sociedad y del Estado.
La familia está en crisis
La sociedad sufre un grave deterioro y enormes problemas cuando su base, que es la familia, deja de ser una base firme y sólida; y toda la humanidad sufre terribles consecuencias.
El amor al prójimo
“El que dice que ama a Dios, pero no ama al prójimo, es un mentiroso, pues no puede amar a Dios, a quien no ve, si no ama al prójimo a quien ve” (1Juan 4,20).
Sobre riqueza y pobreza
Son situaciones ofensivas para Dios las inmensas desigualdades económicas entre los que actúan con egoísmo y derrochan por vanidad, y quienes no tienen qué comer, beber ni vestir
El compromiso con la paz
La Iglesia católica enseña que una verdadera paz es posible cuando se logran esos consensos mediante el diálogo, con perdón y reconciliación que no excluyan la justicia