14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

Una de las avenidas centrales en la Managua de 1972. LA PRENSA/ ARCHIVO

Quantum mutatis ab illo…

Managua era distinta, cuán distinta de como es. Con aspecto de ciudad, aunque de calles y avenidas estrechas, estaba trazada como una pequeña capital, donde se podía caminar por sus avenidas, pasear por sus parques, sentarse en las puertas de las casas y hacer tertulias con los vecinos. Hoy quiero recordar sus sitios de diversión, tomando como referencia a la Avenida Roosevelt, o Central, hacia occidente. Los principales restaurantes, bares y centros nocturnos estaban y algunos sobreviven en esa zona.

Managua era distinta, cuán distinta de como es. Con aspecto de ciudad, aunque de calles y avenidas estrechas, estaba trazada como una pequeña capital, donde se podía caminar por sus avenidas, pasear por sus parques, sentarse en las puertas de las casas y hacer tertulias con los vecinos. Hoy quiero recordar sus sitios de diversión, tomando como referencia a la Avenida Roosevelt, o Central, hacia occidente. Los principales restaurantes, bares y centros nocturnos estaban y algunos sobreviven en esa zona.

Partiré del Gran Hotel, famoso por sus tertulias animadas con la música de Raúl Traña Ocampo, o el órgano de Tránsito Gutiérrez, y a veces por conjuntos foráneos que venían a cubrir fiestas patronales o eventos especiales. César Andrade se inició en ese hotel. Después, se hizo un pequeño night club donde estuvieron los Mejía Godoy.

En la acera de enfrente El Montecarlo, de Isaac Githis, venido de Panamá y que tenía que ver con los caballos de Somoza García que corrían en El Malecón. El Montecarlo era restaurante y casa de juegos. Sobre la Calle de la Momotombo, El Bomboniere era el centro de nuestra juventud pudiente. Elegante, ofrecía buen servicio y calidad. El restaurante “El Mandarín” fue diseñado con muy buen gusto y su comida excelente, pues Fernandito Chang —su dueño— era un mozalbete de 16 años cuando enfrentó la tarea excepcional de construirlo, trajo desde China Continental a un chef que satisfizo el paladar de los managuas.

Frente al Club Internacional “La Colmena” vivió su segunda etapa el violín de Julio Max Blanco y el acordeón del propietario del restaurante, ofrecían valses vieneses y música húngara que permitía saborear con deleite su rica cocina.

Sobre la Avenida Bolívar estaban “El Gambrinus” y Alberto Pasos y su “Buen Tono”.

El restaurante vienés frente a la casa del doctor Roberto Sacasa, de grata recordación.

“El Gambrinus” se inició cerca de la ferretería Lang y por un desgraciado suceso, el dueño falleció y la viuda tuvo que venderlo a la familia Delgado, quien siguió la tradición de calidad y continuó con la clientela de alemanes y europeos, no siendo cierta la versión de que con la invasión de Hitler a Austria, los dueños molestos se retiraron del negocio.

Alberto Pasos y sus hot dogs era toda una institución, tenía dos spots de venta, uno en el cine González y el otro en la esquina de Montoya, saliendo a la Carretera Sur. Alberto contaba anécdotas granadinas y con frecuencia narraba la visita a la casa de sus abuelos y hospedaje de don Crisanto Sacasa, compadre y amigo de la familia, quien se hospedó en casa de los Pasos y desde ahí les puso una demanda por una deuda pendiente, mientras mondo y lirondo, siguió de huésped de aquella familia.

“Las Tinajas” y “La Guaca” estuvieron en ese vecindario, así como el hotel Balmoral liderado por Iván Álvarez. Sobre la Bolívar estuvo el restaurante Vargas en el segundo piso de la sastrería Gómez y en la esquina de enfrente Gonzalo Evertz fundó un bar, con extensión hacia la montaña, donde tocaba el virtuoso de la guitarra Armando Morales, matagalpino.

El centro de la acción vino después del Broadway, este lugar de niños nos hizo paladear milk shakes, sorbetes, hamburguesas, hot dogs, donas y tantas cosas más. Después sus dueños partieron a Costa Rica, siendo una familia de origen libanés que adoptó un conocido apellido de Managua. Cerrado por varios años ese sitio inolvidable, se fundó el 113, Club de Llave financiado por el Bank of America, recién abierto en Nicaragua, sus dueños Ernesto Rivas y “El Chino” —Alejandro Gallard— se apuntaron un hit en la vieja Managua. Lo más granado de Nicaragua asistía y la música del Pibe Haine y Tránsito Gutiérrez deleitaron a los socios. “El Colonial” causó impacto y no se diga “La Espuela” como salón cervecero. El Grand Central fue por muchos años el salón-restaurante por excelencia, los Delgado lo manejaron siempre a muy buen nivel. Un cieguito y su guitarra animaba con sus coplas espontáneas a los visitantes y transeúntes.

La Tortuga Morada hizo época en Managua, era el despunte de los hippies y la discoteca más famosa de su tiempo. Carlos —el poeta— Pérezalonzo estrenó su poema sobre los soldaditos y soldaditos, en clara alusión al régimen de Somoza, y doña Hope envió elegantemente una botella de vino a Carlitos. La música de Los Beattles estaba en su furor y la marihuana se popularizó, los cabellos largos en nuestros jóvenes, los medallones, las camisas sin cuello y de manta, las luces sicodélicas y un desborde general eran la identificación de una juventud que empezó a despertar y a tomar un nuevo rumbo que marcó el cambio en Nicaragua. Roberto Rappaccioli y Gilberto Lacayo fueron los autores de la discoteca. La Chilo Altamirano estaba a cargo de las relaciones públicas y el “perverso” de mamita Morales el malo, le encajó al Baby… “Huevo de Paslama”, en clara alusión a La Tortuga Morada.

Otro lugar inolvidable fue el Adlon Club, de Hermes Salazar. A media cuadra del Parque Central, El Adlon escribió su historia con la música de Charles Robbs, el mejor arreglista que ha tenido Nicaragua y quien falleció muy joven en Guatemala. El Combo de Charlie sonaba con especial sabor y alegría.

El Plaza, caído como casi todo en el terremoto, se animaba con Andrade y Traña, ahí Luz y Camino , mi canción, se escuchó cientos de veces, frente a la Plaza de la República, donde un día estuvo el restaurante de don Reinaldo Tapia.

Cerca de La Tortuga Morada estaba la Hormiga de Oro, con su veloz propietario, quien corría su moto tan lentamente que los chavalos del barrio le pusieron 120. Hacia el lago la Chichería Central, o de los cochones, como la llamaban popularmente. Más allá, hacia San Sebastián, estaba la esquina de La Dinamarca, famoso por sus quesos daneses, sus carnes frías y su excelente comida. Sus dueños, la familia Gron, fueron los progenitores de la mejor escultora que ha tenido Nicaragua —Edith Gron—, autora del busto de Darío y otras obras de excelente factura.

Cerca del Centro Destilatorio estaba una —boite— de Marina Fuentes. Creo que se llamaba

La Cave

Centro de poetas y periodistas, la cafetería La India, a media cuadra del Palacio de Comunicaciones. Y más lejos el Casino Olímpico, en un tiempo corto, frente al Estadio Nacional, contiguo a donde estuvo el famoso “Ron-Ron, diseñado por Samuel Barreto.

Y propiedad de Licores Bell, pasó raudo y veloz, pero dejó chismes y leyendas.

El Kalara estuvo en el Parque del Carmen, por la casa del             Chato Lang, era un quiosco simpático a media luz e insinuante al romance.

Otros lugares para recordar, el restaurante gourmet de Lorenzo Guerrero. La Vista del Intercontinental. El Almendárez con sus mesas sobre la acera de la calle Colón. El antiguo Boliche de Paco Bendaña sobre la Avenida Bolívar. La Caimana detrás del Palacio Nacional, ahora de la Cultura, y desde luego El Versalles en la Carretera Sur y el Parque de las Piedrecitas, con la mejor vista de Managua y magníficos shows internacionales.

El Eskimo sigue muy campante como buen restaurante, y Los Ranchos, aunque ya no tienen “Las Leyendas” del poeta Carrión, sigue siendo una tradición de la sabrosa carne nicaragüense.

La Prensa Literaria

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí