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El ejemplo de mi tía Anita

En este libro, Anita Chamorro de Holmann se retrata de cuerpo entero y confirma una vida que lleva adelante con intensidad, con gran sentido de ser ella misma, y de servir a alguien, o en algo, todos los días.

En este libro, Anita Chamorro de Holmann se retrata de cuerpo entero y confirma una vida que lleva adelante con intensidad, con gran sentido de ser ella misma, y de servir a alguien, o en algo, todos los días.

Nada mejor que presentar la obra intelectual de su vida con la pluma en alto y toda su vitalidad creativa, dando con esta publicación testimonio de fe en el poder de la palabra libre y de su compromiso con la lucha por la libertad de expresión.

Porque “No puede morir la libertad”, dijo mi tía Anita en su primer artículo que publicó en La Prensa el 22 de febrero de 1978, unos días después que mataron a mi padre. Desde entonces, no ha parado su batalla contra el silencio porque ese primer artículo le salió como un grito del alma para llenar el vacío de la voz silenciada de su hermano sacrificado.

Y en esa lucha, ella asumió su propia misión queriendo ser como dijo Madre Teresa de Calcuta: “ser siempre aquella gota que alimenta el océano”. Y así como el océano es de grande, así también ha sido su producción intelectual. Una productividad impresionante que durante treinta y dos años guardó en un baúlarchivo en su casa, hasta el día en que nos pusimos de acuerdo en recogerla toda en un libro.

Fue así que con el apoyo de su yerno, Luis González Ramírez, y el equipo de la biblioteca de La Prensa, Julio León Báez y Róger Iván Pineda, corregimos y ordenamos los textos de manera autobiográfica y temática, para que ella nos entregue hoy su legado: lo que piensa, lo que siente, lo que propone. Un pensamiento guiado por principios cristianos y en búsqueda permanente de soluciones políticas y sociales a los problemas del país.

En lo personal agradezco a mi tía Anita la confianza de prestarme todos sus escritos para editarlos y organizar su obra que ella titula: La Herradura de mi Suerte , en referencia a la bahía de San Juan del Sur. Ese mar que dice ha lavado sus lágrimas, ha hecho eco de sus risas y ha sido testigo de su amor con Carlos Holmann Thompson, de sus esperanzas e ilusiones hechas de olas y arena a base de tenacidad, rectitud, fortaleza y tesón en el trabajo.

Aquí están casi todos sus artículos, cuentos y poesías publicados en La Prensa, al principio alentada en su escritura por su esposo Carlos. El libro comienza con un primer capítulo relacionado con su historia personal: “Raíces” con los Chamorro en Nicaragua y de ellos dice: “todos creyentes en Dios, fervientes en su fe, apasionados y ardientes por la Patria”.

Pareciera que sus escritos siguen la ruta de los diez mandamientos de la Ley de Dios: primero, está aquí Dios sobre todas las cosas y, segundo, el amor a su padre y su madre, a quienes honra dedicándoles varios artículos con admiración y agradecimiento por la extraordinaria vida que le dieron.

“La mirada verde de mi madre” y “El perfil inolvidable de mi padre” son algunos de estos. En el primero reconoce en su madre la inmensa valentía y fortaleza de la mujer nicaragüense quien, según mi tía Anita, puede transformar una sociedad en decadencia y hacerla transitar a una en donde todos se puedan desarrollar y crecer en el amor.

Y en los artículos dedicados a su padre, Pedro Joaquín Chamorro Zelaya, destaca el modelo ejemplar de ser ciudadano, el hombre fiel a la verdad, con pluma y lenguaje de caballero, aún con sus adversarios.

Una sección dedica a su crecimiento al lado de La Prensa, cuya historia relata como una estrecha alianza con el palpitar de Nicaragua y la vida cotidiana del nicaragüense. Y en esta relación está su fiel compromiso de marca por “La verdad y la justicia”, en permanente vigilia por los sueños e ideales democráticos de todos los nicaragüenses.

También, en “Raíces” rinde un especial tributo de hermana solidaria a su hermano Pedro Joaquín, de quien hace un perfil tallado con su sacrificio; justifica su presencia en la historia y lo recuerda como la voz que anuncia y denuncia; lo presenta como un hijo vigilante siempre de su madre Margarita Cardenal y de su Patria Nicaragua. Además, recoge sus profecías y levanta su decálogo por la unidad nacional, para que Nicaragua “Vuelva a ser República”.

Cierra el primer capítulo del libro con varios escritos dedicados al amor de sus siete hijos, su integración con la familia Holmann y su llamado político-social a “levantar los mástiles hacia la democracia”; una propuesta a Nicaragua que organizamos en una segunda parte con los “Principios y valores” cristianos que han guiado su vida.

En una tercera sección se organizan sus posiciones políticas y sociales siempre definidas en oposición a cualquier tipo de dictadura o violación a las libertades públicas, en defensa de los derechos humanos, la identidad nacional, los valores cívicos y temas de justicia social.

Aquí está escrita la misma historia de Nicaragua en distintas épocas y con diferentes actores parecidos en sus abusos de poder, historia que mi tía Anita dice: “hay que volver a contar para no cometer los errores del pasado”.

Una cuarta sección se la dedica a la Virgen María, Sor María Romero, Madre Teresa de Calcuta, con menciones especiales a cada una de las advocaciones de la Virgen en Nicaragua: la Inmaculada Concepción, la Virgen de Cuapa, la Conchita, y la Candelaria así como a la Virgen de Fátima.

Revela cómo el ejemplo de las dos Santas, junto con el apoyo de su madre Margarita le enseñaron que, “la alegría que da el darse y dar a los más necesitados”, ha sido la única forma de sanar la pena que le produjo la pérdida de su amado esposo Carlos.

En un quinto capítulo se recoge su generosidad que expresa en “Perfiles” de personas queridas que ya fallecieron, cuyas ideas y ejemplo mi tía Anita rescata de la privacidad de sus familias para darles en La Prensa la honra pública que esas vidas merecen. La Herradura de mi Suerte termina con un sexto capítulo en la que reafirma su herencia familiar de historiadora, narradora de cuentos y poeta. Aquí están cuentos como “El madroño de la Juliana” que ganó el premio otorgado por la Unión de Mujeres Americanas (UAM) y “Cuando lloran las estrellas” o “Navidad en el circo”, que también recibieron premios. Publica también poemas como “Letanías a María”, a su Padre Celestial, al recuerdo siempre presente de PAC (Pablo Antonio Cuadra), a su cuñada Violeta, presidenta de Nicaragua, y otros poemas al “Camino de luz” que ve en sus hijos, nietos y biznietos.

Como ustedes pueden ver, en este libro hay una historia, un pensamiento y algo más que un legado en tinta y papel. Estos escritos van acompañados de un ejemplo de vida y es que mi tía Anita vive en un permanente estado afirmativo de gratitud por lo que ha recibido en sus más de ochenta años.

A pesar de las pérdidas irreparables de seres queridos y del mundo incierto que ha conocido, lo hace con la pasión de una vida dirigida por la fe en Dios, con humor y un alto sentido de compromiso ciudadano, determinación y optimismo.

Su permanente interés en todo y todos: en su familia, La Prensa, los más necesitados, San Juan del Sur, las monjitas, sus amigos, el país y quienes la buscan, confirma que este libro es un ejemplo de perseverancia y fe en que se puede seguir adelante, porque como dijo el primer día que escribió en La Prensa: “La libertad no muere” con gente como ella. Gracias por tu ejemplo y felicidades, tía Anita.

La Prensa Literaria

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