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Retirado de la literatura desde hace años, Miguel Delibes falleció en Valladolid, la misma ciudad en que nació en 1920. “Quisiera irme con la discreción que he vivido”, dijo en una entrevista en 2007. LA PRENSA/AFP/STRINGER

Miguel Delibes

El director de la Real Academia Española (RAE), Víctor García de la Concha, disfrutaba de la amistad de Miguel Delibes desde hacía 40 años, y se emocionó varias veces al recordar la figura de quien fue "un gran cronista de humanidad", que plasmó en su obra "la esencia de una manera de ser, de pensar y de vivir".

Por Ana Mendoza

El director de la Real Academia Española (RAE), Víctor García de la Concha, disfrutaba de la amistad de Miguel Delibes desde hacía 40 años, y se emocionó varias veces al recordar la figura de quien fue “un gran cronista de humanidad”, que plasmó en su obra “la esencia de una manera de ser, de pensar y de vivir”.

Desde que lo conoció hace 40 años, Delibes le abrió “las puertas de su casa y de su amistad de par en par”. Lo consignó con esas mismas palabras en la dedicatoria del libro que al escritor más le gustaba, Viejas historias de Castilla la Vieja , y que el director de la RAE conserva “como un recuerdo entrañable”.

El autor de Cinco horas con Mario no iba mucho por la Academia, a la que pertenecía desde 1975, por motivos de salud, pero García de la Concha aseguró — “y no es tópico de obituario”— que “Miguel seguía de cerca, paso a paso, todas las actividades” de la institución.

Hace algún tiempo, el escritor y académico Arturo Pérez-Reverte propuso que se celebrara un pleno extraordinario de la RAE en la casa de Delibes, en Valladolid (centro de España), “para estudiar allí algunas de esas palabras castellanas que él ha rescatado y ha hecho vivir para siempre en sus escritos”.

Lo intentaron a través de Elisa Delibes, hija del escritor, “que ha cuidado de Miguel como un ángel”. Al novelista le entusiasmó la idea, “pero, ya achacoso, no pudo ser”.

“Después, nos quedó el dolor de no haber podido celebrar lo que sin duda hubiera sido una de las reuniones más hermosas de la historia académica”, le decía a Efe García de la Concha, con la voz quebrada.

“Muy emocionado”, al recordar “la humanidad excepcional de Delibes”, García de la Concha contaba cómo quiso que el autor de El hereje volviera a la Academia, y “la ocasión mejor” se la ofreció la presentación oficial de la Nueva Gramática, cuya gestación el escritor vallisoletano “había seguido con extraordinario interés”.

La Gramática se presentó el pasado 10 de diciembre en una sesión presidida por los Reyes y por los directores de las 22 Academias de la Lengua. Delibes tenía que dirigirse “en nombre de los escritores españoles a todo el mundo hispanohablante, de la misma forma que Mario Vargas Llosa habló en nombre de América”.

A pesar de su enfermedad, el escritor aceptó grabar un vídeo en su casa, y hasta Valladolid se fue García de la Concha “con dos cámaras”.

El escritor “tenía encima de la mesa abierta la Nueva Gramática y decía que era extraordinaria”, y estaba muy satisfecho por “la cantidad de veces” que él aparecía en los ejemplos de esta gran obra. “Aquí está, desde un pueblo de Castilla, hasta un pueblo de los Andes”, le decía Delibes al director de la RAE.

La voz de Delibes en esa grabación parecía “como la de una campana de una ermita de cualquier lugarejo castellano de esos que él quería tanto. Era una voz cascada, pero una voz cargada de historia y de emoción”.

En aquel vídeo, que dio lugar a uno de los momentos más emocionantes de la presentación, Delibes dijo que esa Gramática era “la del español de todo el mundo”, pero también era la que él aprendió de niño y la que enriqueció “oyendo hablar a los viejos desdentados en cualquier plaza de Castilla. Y qué bien que esta gramática vuelva a su origen, al pueblo”, rememoraba el director.

“Allí estaba en esencia el Miguel de Viejas historias de Castilla la Vieja, y en sus palabras desfilaron esos hombres de quien él recogió la esencia de una manera de ser, de una manera de pensar, de una manera de vivir”.

SOBRE SU OBRA

La obra de Miguel Delibes, “patriarca de las letras españolas” según Juan Vicente Herrera, presidente de la región española de Castilla y León, en la que nació el autor, ha sido reconocida a lo largo de la historia por personalidades de distintos ámbitos del mundo de la cultura y la política.

Miguel delibes autor de novelas sobre el mundo rural.
LA PRENSA/AFP/STRINGER

Quizás fue el Rey de España quien, el 25 de abril de 1994, con motivo de la entrega del Premio Cervantes a Delibes, resumió mejor todo aquello que ha dado personalidad a la obra del escritor.

Don Juan Carlos dijo en su discurso que la obra de Delibes “encarna la existencia y la experiencia vital de Castilla y de sus regiones limítrofes” y “es quien mejor ha escuchado y ha dado voz a nuestra población rural y provinciana”.

La concesión del Cervantes, el galardón más importante de las letras españolas, provocó diferentes reacciones. La entonces ministra española de Cultura, Carmen Alborch, le definió como un “escritor comprometido frente a la marginación de la sociedad rural” y “un ecologista adelantado a su tiempo”.

Mientras que el escritor Camilo José Cela se limitó a decir que era “una decisión sensata” y se quejó de no recibirlo él, para el filósofo y ensayista Julián Marías eran “sobrados” los “méritos” de Delibes para este galardón.

También el escritor Francisco Ayala, miembro del jurado de este galardón, reaccionó a la concesión a Delibes del Premio Cervantes con palabras en las que consideró que era “un premio completamente merecido”, porque Delibes es “muy importante y tiene una obra muy completa”.

Por su parte, el académico Francisco Rico declaró que “se merece más que nadie esta distinción”, y el escritor vallisoletano Ramón García Domínguez aseguró que tanto Cervantes como Delibes coinciden en sus formas de narrar, “muy parecidas por su profunda humanidad hacia la contemplación de sus propios personajes, y en estar siempre de parte de los perdedores”, como se advierte especialmente en su novela “Madera de héroe”.

El académico de la Lengua Manuel Alvar sembró de elogios al autor de “El camino” en 1992, al considerar que con sus historias “no pueden dejarnos indiferentes” porque “el humanismo y dramatismo que encontramos en sus obras nos sacan de nuestros estados de apatía y nos hacen reaccionar”.

En 1998, cuando salió a la venta la novela “El hereje”, el poeta Francisco Pino aludió a la atemporalidad de la narrativa de Delibes, “un creador que avecina a sus personajes de forma intemporal y permanente”.

Para el escritor Francisco Umbral, Delibes —su descubridor y gran amigo— trataba la crueldad como categoría estética, “con el objeto de hacer partícipe al lector del sufrimiento del personaje”.

Con motivo de la candidatura de Delibes al Nobel de Literatura, el poeta y prosista José Manuel Caballero Bonald calificó en 2001 al vallisoletano de escritor “muy noble”, pero consideró que su literatura “se ha quedado a trasmano por su dedicación al mundo más triste de Castilla”.

El director de la Fundación Jorge Guillén y escritor Antonio Piedra manifestó en 1999, con motivo de la concesión del Premio Nacional de Narrativa a “El hereje” (1998), que Delibes “siempre nos sorprende”.

Agencia EFE

La Prensa Literaria

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