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Intimidad de una roca

Rodolfo Sánchez Arauz Después de la lluvia la roca abrió sus aposentos limpios, pedazos de sol, cuartos de luna, cruces, caras sin cejas. Bajo una grieta están dos oquedades como de dos cabezas, tres números borrosos, cuatro ilegibles letras y muy cerca en los restos de una casi lisa piedra, el olor desvanecido pero inconfundible […]

Rodolfo Sánchez Arauz


Después de la lluvia la roca abrió sus

aposentos limpios, pedazos de sol, cuartos

de luna, cruces, caras sin cejas.

Bajo una grieta están dos oquedades

como de dos cabezas, tres números borrosos,

cuatro ilegibles letras y muy cerca

en los restos de una casi lisa piedra,

el olor desvanecido pero inconfundible

y único de arena humedecida quien

sabe cuándo por dos cuerpos.

Y mientras las hormigas laboriosas

vienen y van, posó en la roca

un ave transparente desconocida.

Observó silenciosa los limpios aposentos

y alzó en vertical vuelo confundiéndose

con su estela de fuego esparcido

prusia azul

PÁGINA FRENTE AL VIENTO

El viento de la tarde sopla calizo y seco,

se arremolina frente a mí, estalla en mi

rostro, hiere mi boca, lastima mi nariz.

Me refugio en una erguida solitaria roca

protegiendo el grafito y el cuaderno

en uno de los hoyuelos que por el viento

dejaron abandonados los pájaros itinerantes.

Arrecia el viento, sacude y quiebra

las ramas altas. Acalla la urraca azul

que un día cantó el triunfo de mi amor

en el agua.

Y si el remolino no se disuelve,

si el viento no pasa, ascenderé

por los hoyuelos de la roca agitando

como bandera esta página.

La Prensa Literaria

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