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El trajín de Víctor

Víctor Aguilar se presenta con su primera muestra personal en Galería Códice, su pintura en una mezcla de acrílicos y óleos, muestra una fase nueva y muy recreativa, la evocación de los peces y la naturaleza como principal fuente de imaginación, retornando a las figuras ancestrales

Por David Ocón

A menos de un año el joven artista vuelve a exponer, por ello se piensa de modo inmediato en alta productividad, pero se impone la pregunta, ¿qué obtuvo en este período?, ¿cuál es su aporte?, pues no se espera una serie cuantiosa o una buena tanda de obras para llenar todas las paredes de una galería, sino algo más que il quanto, ese quale que está en la calidad de la ejecución, de la factura o del acabado, en los tratamientos de la forma y el color, puesto que son éstas las condicionantes que el autor se ha impuesto para expresar sus inquietudes y ha elegido con mucho énfasis plástico, de suerte que las dos exhibiciones estando tan cercanas deben verse concatenadas como una continuidad, pues en la anterior se plantearon los códigos estéticos que el artista sigue desarrollando, vale decir que una vez mostrado su “alfabeto” o sistema de signos, lo utilizará a manera de variaciones, cuidando el “tratamiento” y la técnica para ejecutar.
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Ahora la elipse, esa forma ovoide que deviene del contorno del ojo, del pez y de la hoja, se multiplica e inscribe en entornos manejados por la fantasía, tupiendo y conformando la fronda de árboles irreales, hay obras donde el símbolo se desliga del continente y adquiere su autonomía con el cambio de escala, el acabado brillante como los esmaltes de Bernard Palissy y el empaste denso nos remiten a la porcelana, a los camafeos, a la cerámica vidriada, al vidrio soplado y el vitral, en fin a los varios y abundantes productos de las artes decorativas, así esta pintura con su lenguaje formal de signos reconocibles pues parte de antiquísimos símbolos derivados de lo orgánico, con la versatilidad del diseño puede adoptar variantes factibles de implantarse en diversos materiales como los estampados sobre telas, las superficies enchapadas o azulejos, los repujados en cuero y metal, etc., quehaceres que el artista practica como un buen artesano.
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Por ello Víctor es fiel a sus oficios, propone sus juegos formales y coloridos manteniendo fresco el sentido lúdico, aludiendo de modo muy “pictórico” a problemas actuales, afirma el artista que a través de símbolos antiguos reunidos por medio de metamorfosis en metáforas visuales cargadas de más connotaciones, juntando y conectando el ojo del apocalipsis, (espejo del alma) que tupe como una miríada infinita al cuerpo, con el pez que se desliza y en la interpretación de los sueños alude al inconsciente y a las hojas de los árboles que convocan como múltiples bocas a la preservación del medio natural, vale decir que con el afán de agradar se tocan muy poéticamente asuntos históricos, sociales y ambientales, no sólo absorto en su pasión por lo sensorial y por la materia con que mejor se puede expresar, asumiendo la ética del esfuerzo y la honestidad consigo mismo, siendo su producto un tanto ajeno a la pintura discursiva directa y más al muy explícito arte de sus contemporáneos. Cabe mencionar que la orientación al consumo masivo o el mercado es una impronta de lo artesanal que bien cumple su rol comunicante en las sociedades y se apoya en la creación inteligente con excelentes resultados, se piensa en el diseño de los países del Báltico y también en el de dos artistas muy representativos del siglo pasado, Alex Calder con sus móviles de grácil belleza en ligero equilibrio y bandas de colores primarios pintadas en el fuselaje de los aviones Boeing, e igualmente en los símbolos de Miró que se serigrafiaron exhaustivamente sobre camisetas, tazas, platillos, pósteres, postales, toallas, etc., para venderse en los aeropuertos y tiendas de

souvenires de España.

Por último es válido mencionar que los árboles de Víctor recuerdan ese ícono precioso de la cerámica de Oaxaca, los llamados “árboles de la vida”, donde se representa el paraíso en volumen frontal casi en un plano bidimensional, tupidos con su múltiple flora y fauna, si éste es un producto popular local muy identificado, cuyos autores parecen ser anónimos, los diseños de nuestro joven apuestan a lograr su propia identidad.

La Prensa Literaria

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