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Carlos Tünnermann Bernheim. LA PRENSA/ARCHIVO.

La devoción dariana

El académico, escritor y poeta Carlos Tünnermann Bernheim comenzó a leer las obras de Rubén Darío desde que era un adolescente. Antes de obtener su título de bachiller ya había leído las Obras Completas de Darío, gracias a que era un asiduo visitante de la Biblioteca Americana Nicaragüense Rubén Darío, de Managua, hoy desaparecida.

Por Isidro Rodríguéz Silva

El académico, escritor y poeta Carlos Tünnermann Bernheim comenzó a leer las obras de Rubén Darío desde que era un adolescente. Antes de obtener su título de bachiller ya había leído las Obras Completas de Darío, gracias a que era un asiduo visitante de la Biblioteca Americana Nicaragüense Rubén Darío, de Managua, hoy desaparecida.

Siendo alumno del quinto año de secundaria en el Instituto Pedagógico de Managua, obtuvo el primer lugar en un concurso literario con su trabajo Rubén Darío, poeta de América, en el que contradecía la afirmación de José Enrique Rodó de que Darío no era el poeta de América. Su dedicación al estudio de la obra de Darío, sobre la que ha escrito seis libros, se reflejó también en su gestión como rector de la UNAN.

Fue él quien tuvo la iniciativa para que el Recinto de la UNAN en Managua se llamara Recinto Universitario Rubén Darío, cuya primera piedra se puso en ocasión del centenario del nacimiento del poeta en 1967.

También auspició la publicación de la edición facsimilar del primer cuaderno de poesías de Rubén: Poesías y artículos en prosa (1881). A continuación la entrevista que le hicimos en su biblioteca, donde se destaca una copia del busto de Darío, obra de la escultora Edith Gron.

Pablo Antonio Cuadra, en El Nicaragüense plantea: “Y si el hombre tiene necesidad de pan y de justicia —y si hay que hacer lo necesario para satisfacer esas necesidades— también tiene necesidad de la belleza pura; que es el pan del corazón”. ¿Cree que este pan que es la poesía, especialmente la de Darío, nos llene esa necesidad espiritual ante un mundo tecnológicamente globalizado?

La poesía es una necesidad del espíritu. Tenía razón PAC al afirmar que el ser humano tiene también necesidad de la belleza pura. En la sociedad actual de la globalización de las comunicaciones y de la tecnología es aún más necesaria para que salvaguardemos nuestra dimensión humana. Decía Luis Cardoza y Aragón que “la poesía es la única prueba concreta de la existencia del hombre”.

La poesía nos permite recuperar cuanto de humanidad hemos perdido. En este sentido, Darío es la más alta prueba de humanidad de nuestra raza. Además, tiene poesías para todos los estados de ánimo.

En el homenaje nacional a PAC en 1972, en su discurso de ofrecimiento, en una de sus partes afirmó: “Pero, ¿qué importancia tiene la poesía en estos días tan impregnados de pragmatismo, de dividendos políticos o financieros, de indiferencia cuando no abierta hostilidad para las cosas del espíritu?” A la distancia del tiempo, y con un poemario recientemente publicado por usted; ¿reafirma esta postura entre poesía y la pérdidas de valoras éticos y morales contemporáneos?
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Se ha dicho, y con razón, que la poesía salvará al mundo y que es la “esperanza de la humanidad”. Sin embargo, es lamentable que la poesía haya perdido mucho terreno ante la narrativa, quizás porque la narrativa entretiene más y la poesía nos hace pensar y reflexionar. Ahora la gente tiene poco tiempo, o no quiere, pensar y reflexionar. Pero, comparto la afirmación de Darío en el proemio de El canto errante, cuando afirma que la forma poética “no desaparecerá bajo la gracia del sol”. Y agrega: “Siempre habrá poesía, y siempre habrá poetas. Lo que siempre faltará será la abundancia de comprendedores”.

En su ensayo crítico, Rubén Darío, puente del siglo XXI, usted dice que Darío es un puente porque tiene “una apertura universal”, y finaliza diciendo que “un testimonio tan humano no lo podrá derrumbar el tiempo”. ¿Podría profundizar esta tesis?

La poesía de Rubén Darío goza de perennidad por su extraordinaria dimensión humana. Darío siempre tendió a la eternidad poetizando el misterio de la vida y de la muerte. Como señaló Jaime Torres Bodet “han envejecido los atavíos de su poesía, no la humanidad que adornaban tales ropajes”. No hay innovación poética en la poesía contemporánea que no encuentre un precedente en la obra dariana: versolibrismo, poesía coloquial, exteriorismo, prosaísmo, intertexto, etc. Pero, no hay que olvidar que Darío es ya un clásico de la literatura en español.

Y por lo tanto, no se trata de imitarle. Su influencia se detecta más bien en la vocación innovadora. Así lo reconoce Julián Marías cuando nos dice que la influencia de Darío perdura en la innovación. “Rubén es quien fija el nivel de la poesía española”. Él inauguró la tensión que domina en la poesía moderna. Por eso es un puente hacia el siglo XXI.

En su discurso de incorporación a la Academia Nicaragüense de la Lengua, en 1996, destaca lo genial autodidacta que fue Darío, así como su pensamiento pedagógico. ¿Todavía persiste esta relación o conexión con una pedagogía educativa?

En mi discurso de ingreso a la Academia Nicaragüense de la Lengua, que contestó Pablo Antonio Cuadra, afirmé que Darío nos legó una “Paideia”, es decir, un conjunto de ideas sobre los ideales educativos y cívicos que deberían inspirar la formación de los ciudadanos. De la obra dariana es posible extraer esos paradigmas, esos valores.

Demostré en mi discurso que Darío sustentó ideas pedagógicas correctas y visionarias. Su obra puede inspirar un código de virtudes ciudadanas y una auténtica transformación educativa. Además, hice énfasis en la formación autodidacta de Darío. Rubén fue un gran lector desde su niñez.

La recién fundada Biblioteca Nacional (1882) fue su verdadera universidad, ya que educación formal no llegó ni al bachillerato. Se formó por su propio impulso. La lectura constante y el ejercicio responsable del periodismo, como corresponsal en Europa del diario La Nación, de Buenos Aires, fueron las dos grandes fuentes de su formación autodidacta.

Siguiendo con Darío, ¿considera que está por agotarse la veta de la investigación y la crítica dariana?

La veta dariana es tan rica y abundante que yo la estimo inagotable. Su obra sigue siendo objeto de investigación. La crítica contemporánea también se ocupa de ella. Continuamente se conocen nuevos estudios críticos, nuevas perspectivas para analizar la obra dariana. Tesis doctorales investigan diferentes facetas de su estupenda obra de renovación de la poesía y prosa en idioma español. Yo encuentro constantemente en las librerías de los diferentes países que visito nueva ediciones de sus obras, principalmente de Azul y Cantos de Vida y Esperanza y muchísimas antologías de sus poesías y cuentos.

Con el pasar del tiempo varios estudiosos de Darío han muerto, Coloma, José Jirón y recientemente el doctor Buitrago. ¿Percibe una generación nueva de estudiosos de la vida y obra del poeta?

Hemos perdido a grandes darianos. Pero existe entre nosotros toda una nueva generación de estudiosos de su obra: Jorge E. Arellano, Julio Valle Castillo, Nydia Palacios Vivas, Pablo Kraudy, Ricardo Llopesa, Guillermo Rothschuh Tablada y Noel Rivas Bravo, para citar a los más notables.

Siempre ha estado interesado en los centenarios de las obras del poeta: centenario de Los raros, Prosas profanas, La marcha triunfal, Cantos de vida y esperanza, El canto errante… ¿ Qué significan para los estudiosos darianos estas celebraciones?

Me interesan los centenarios de las obras darianas porque son una manera de traer a la atención de los lectores esas obras y de analizar, a cien años de su publicación, el impacto que ellas tuvieron en el proceso de renovación que se propuso Darío. Además, son una oportunidad de destacar la importancia que cada una de ellas tuvo en el proyecto literario de Rubén, que se desarrolló por etapas.
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¿Cómo valora la proyección a las nuevas generaciones que hace La Prensa Literaria de la vida del poeta y su obra?

Yo celebro que La Prensa Literaria con frecuencia publique trabajos sobre Darío. En este sentido, es digno de reconocimiento que no lo hace tan sólo durante las jornadas darianas de enero y febrero de cada año, sino que durante todo el año. Eso contribuye a que las nuevas generaciones se compenetren de la importancia de la vida y obra del único nicaragüense que goza de reconocimiento universal.

Podría explicarnos el legado crítico que usted deja en los estudios darianos, especialmente de su último libro Darío siempre.

Al último de mis libros sobre Darío, editado por Hispamer, Darío Siempre, le puse este título para subrayar mi devoción permanente por Rubén, que me acompañará hasta mi último día de vida. Yo no pretendo dejar un “legado crítico” con mis modestos trabajos, sino simplemente el testimonio de mi devoción dariana. No pretendo ser un dariísta consumado, sino un fiel devoto. Ojalá esa devoción sea de utilidad para las nuevas generaciones.

La Prensa Literaria

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