Eduardo Faith Jiménez
En una mesa enorme, cuidadosamente organizados, una cantidad impresionante de frascos, botellas, tubos de ensayo, tarritos y pinceles, entre ellos surgen algunas pequeñas figuras, esculturas de dimensiones muy discretas que se asoman en el intrincado, pero simétrico e impecable paisaje de calles y espacios que componen el mapa de esa ciudad en miniatura.
En el espacio cercano obras de gran formato, detrás de la mesa-ciudad obras de menor dimensión y obras conformadas por otras obras aún más chicas, que han sido unidas, como cuadrantes urbanos que reúnen, en un sola composición, elementos dispares que no pierden su propia identidad, como sucede en cualquier ciudad o cualquier barrio del mundo.
De la mesa —apoteca— (casi estudio de alquimia) a las obras concluidas, que en muchos casos han pasado por hornos, se va tejiendo un discurso que nos lleva a diversas realidades, mundos, universos que parten de lo urbano a lo onírico y a lo íntimo.
La preocupación de Norlan por el uso de materiales de buena calidad, (nos asegura que sus linos son 100% algodón) a los pigmentos de marca, o a los químicos adquiridos en farmacias y depósitos, nos delata su respeto por el pasado, su conocimiento de la historia del arte y su conciencia (poco usual estos días ) por la preservación de la obra en el tiempo, su discurso divaga de Egipto a Altamira, de lo Primitivo a Miró y descubrimos en sus obras trazos técnicos o pictóricos de lo que nos narra con sus palabras.
Esta combinación de sueño y realidad, de vistas urbanas a ojo de pájaro o elevaciones arquitectónicas en la que viven pequeños personajes (al igual que en su mesa-apoteca) a manchas de color que nos transportan a universos más elevados o más íntimos, dependiendo del ojo del espectador, se compone una obra testimonial del mundo en que el pintor vive y se desplaza.
La obra de Norlan Santana es en sí una descripción muy propia del mundo real/surreal en que vivimos cada día, como entre la vigilia y el sueño nos invita a navegar, a dejarnos ir, a descubrir universos que se combinan, se cruzan, se entrelazan y se apartan.
Su obra, testimonio y propuesta, memoria y visión, esta destinada a perdurar no sólo en lo material, sino en el espíritu de quien se atreve a navegar por ella.
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