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 Edgar Espinoza. LA PRENSA/ A.A

Pasado precolombino

La cerámica en Nicaragua es vista por arqueólogos como indicadores culturales que reconstruyen la identidad histórica de nuestras poblaciones precolombinas, que transitaron el corredor de Mesoamérica, o procedieron del sur de América, dejándonos su legado cultural desde sus formaciones tempranas, hace 2000 años antes de Cristo, valora el arqueólogo Edgar Espinoza Pérez, director del Museo Nacional Dioclesiano Chaves.

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Por Arnulfo Agüero

La cerámica en Nicaragua es vista por arqueólogos como indicadores culturales que reconstruyen la identidad histórica de nuestras poblaciones precolombinas, que transitaron el corredor de Mesoamérica, o procedieron del sur de América, dejándonos su legado cultural desde sus formaciones tempranas, hace 2000 años antes de Cristo, valora el arqueólogo Edgar Espinoza Pérez, director del Museo Nacional Dioclesiano Chaves.

Si bien, las primeras investigaciones sobre cerámica que realizó el arqueólogo Samuel Lothrop en 1926, fueron meramente descriptivas, éstas dieron un salto de calidad en los años sesenta del pasado siglo al verse estos objetos como “indicadores culturales”, dado que contienen información cronológica y tipológica, señala Espinoza.

Así nació, por ejemplo, el concepto arqueológico de “Gran Nicoya”, que permitió caracterizar a las poblaciones por sus rasgos comunes; tomando como referentes la producción de los diversos tipos de cerámica, con sus desarrollos de bicromía, tricromía, y policromía (dos colores, tres colores y más de tres colores), que datan su antigüedad, diseño, cosmovisión, laboriosidad artesana y aplicaciones cromáticas.

A este tipo de cerámica de Gran Nicoya se han venido a sumar los recientes hallazgos de las catorce excavaciones en Chinandega, y de otras cuatro anteriores que proponen una nueva tipología, ya que esta cerámica de occidente “parece tener filiación Lenca tanto en Honduras procedente del proyecto El Cajón, como con las de Quelepa en El Salvador”, señala por su parte el arqueólogo Ramiro García Vásquez en su estudio sobre la cerámica de este departamento.

Es a partir de estos estudios descriptivos, nuevas exploraciones arqueológicas, análisis de laboratorio y análisis comparativos con las antiguas culturas indígenas inmigrantes de la región de Mesoamérica, que los investigadores del Museo Nacional, Museo Chorotega, y arqueólogos de antropología de la Universidad de Florida continúan ampliando el mapa de la cerámica en Nicaragua, la que está clasificada en cinco periodos. Sobre ellos Espinoza nos habla:

PERÍODOS DE LA CERÁMICA DEL PACÍFICO SUR

I-Orosí (2000 a.C.-400 a.C.)

Sobre esta clasificación, explica, el primer periodo es Orosí. Sus cerámicas tienen forma de calabazo, ayote, o tecomates casi circulares; con decoraciones o incisiones de bandas anchas rojas; eran utilitarias, usadas para guardar agua, o alimentos.

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Ésta tiene mucha relación con la cerámica de Costa Rica, llamada Tronadora; pero también con la cerámica temprana del pacífico de Guatemala, El Salvador, y parte de México.

En Nicaragua este tipo de cerámica se produjo sólo en la Isla de Ometepe, que fue excavada por el arqueólogo alemán Wolfang Haberland en los años sesenta, que es la Fase Dinarte. El otro sitio se llama Villa Tiscapa, éste fue excavado en los años noventa y cinco, y es uno de los asentamientos tempranos en Managua.

II-Tempisque (400 a.C.-200 d.C.)

Este tipo de cerámica se encuentra prácticamente en el istmo de Rivas, una parte de Granada, Masaya y Managua. En León y Chinandega la historia de la cerámica es otra, aclara, dado que ésta tiene mayor interconexión cultural con las cerámicas de El Salvador y del occidente de Honduras.

Esta cerámica es fina, con engobe naranja y pintura al negativo. Los diseños son líneas, cuatro o cinco líneas o círculos. Este uso de círculos es simbólico, ya que es religioso, y para ellos era como “una entrada al inframundo” de los chamanes.

El Tempisque básicamente son tres colores, el rojo, negro, y la blanca. Y aparece la pintura en negativo, con aplicaciones de cera perdida por intercambios con los productores de El Salvador; a este estilo le llaman “Usulután negativo”. Las formas son variadas, de cuencos, escudillas y algunas formas de tecomate.

III-Tempisque bagace (200 d.C.-800 d.C.)

Ésta es la aparición de la pintura blanca en la cerámica en el Pacífico, o del Gran Nicoya. Hay cerámica blanca, negra y roja. También comienza a ser utilizada la bicromía con el color naranja, por la influencia de grupos del oriente salvadoreño y occidente hondureño.

En éstas comienzan a aparecer algunas representaciones de glifos mayas, de búhos, de tigres, u otras faunas.

IV-Sapoa (800 d.C. a 1350 d.C.)

El siguiente periodo es el surgimiento de la policromía. Hay que recordar que en los años sesenta se habló del “Gran Nicoya”, que abarcaba, todo el pacífico de Nicaragua, y la provincia de Nicoya, en Costa Rica, incluyendo los lagos.

Se miraba en esa época esa unidad cultural y lingüística, dado que eran grupos mesoamericanos que compartían, muchas costumbres y deidades, como Quetzalcóatl, Tlaloc, el dios del viento, entre otras.

En realidad la situación, aclara este experto, tiene sus complejidades, dado que en Nicaragua ha sido el encuentro de varias culturas. No obstante, la cerámica de estos periodos tienen sus características, como la Sapoa, que son de engobe blanca con temas de papagayos, o deidades mesoamericanas. Este tipo de pieza se asocia más al grupo Chorotega, en el sur del país, los que usaban mucho el entierro de urnas.

Durante los años setenta el Banco Central promovió mucho las investigaciones sobre la cerámica, y Samuel Lothrop fue el que hizo un gran inventario, de más de 30 mil objetos de la cerámica de Nicaragua y Costa Rica. Ésta sirvió de mucha información para el auge de la actual réplica de la cerámica ornamental de artesanos de San Juan Oriente, Catarina, Masaya, La Paz Centro principalmente de este periodo.

V-Ometepe (1350 d.C.-1550 d.C.)

Este último periodo es la continuación del Sapoa. Pero, también aparecen cerámicas un poco grises, que fue llamada “Mombacho” o “Vallejo policromo”; y aparece lo que se llama “Luna policroma”, la más conocida de Ometepe, un poco en Granada y Managua. Esta cerámica también se ha encontrado asociada con formas de imágenes santeras del catolicismo colonial.

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También hay una cerámica que el mismo cronista español Oviedo dice es bien elaborada, que se llama “Castillo esgrafiado”, y “Lago negro modelado”, de León Viejo, y que cree era de uso de los españoles. Esta cerámica precolombina continuó hasta 1610.

Otro tipo de cerámica es la “Managua policroma”, que pudo haberse producido entre León y parte de Managua, posiblemente hecha por los Nicaraos. Su forma es de trípode, tiene algunas representaciones de Quetzalcóatl, con tono rojo y negro, sobre blanca, a veces roja y negro.

En Estelí el cambio es total: la cerámica que se ha encontrado data entre 600 d.C.-800 d.C. y tiene mayor vínculo con el oriente de El Salvador y Occidente de Honduras; su tono es anaranjado, fina, y en algunos casos con representaciones de cerámica “Ulúa policroma”. Sus formas son como vasos alargados, o de personajes bien adornados, que sugieren con intercambio o imitaciones de estilos de figuras mayas.

La cerámica de Chontales corresponde al periodo de Tempisque, es muy original, sólo se desarrolló en este sitio, es roja, con incisos en formas onduladas.

La tradición de la cerámica negra del norte del país (Jinotega y Matagalpa) no tiene nada que ver con la que se conoce como “Cerámica negra de lago modelado” del periodo precolombino (1350 d.C.-1550 d.C.) que se ha encontrado en León Viejo.

Es bien pulida, con representaciones de triángulos y de figuras de animales, jaguares, o sapos. Por lo que en lo que respecta a la cerámica negra del norte se cree es del periodo colonial, el republicano. Durante los años de la conquista española los grupos chorotegas, de las regiones de Granada y Masaya, eran los que más producían este arte. Así esta vasta producción de cerámica de sus diversos periodos viene a ser la memoria de la identidad histórica de nuestras poblaciones precolombinas, posteriores y actuales, mayoritaria del Pacífico Sur y Occidental de Nicaragua.

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La Prensa Literaria

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