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Obra de Alberto Aragón, devenir y combustión interna. LA PRENSA/CORTESIA.

Los reinos olvidados de la naturaleza

¿Qué mayor ejemplo de transformación y ruptura que los colores y formas estéticas trazadas por el maestro Rufino Tamayo? Seguido por un caudal de artistas como Francisco Gutiérrez, Francisco Toledo, Rodolfo Nieto, Sergio Hernández, Rubén Leyva, Alejandro Santiago, Guillermo Olguín, entre otros, que han fortalecido un lenguaje plástico en la entidad, trascendiendo en el escenario nacional e internacional.

Por Abraham Nahóm

¿Qué mayor ejemplo de transformación y ruptura que los colores y formas estéticas trazadas por el maestro Rufino Tamayo? Seguido por un caudal de artistas como Francisco Gutiérrez, Francisco Toledo, Rodolfo Nieto, Sergio Hernández, Rubén Leyva, Alejandro Santiago, Guillermo Olguín, entre otros, que han fortalecido un lenguaje plástico en la entidad, trascendiendo en el escenario nacional e internacional.

Actualmente el arte realizado en Oaxaca por algunos jóvenes pintores, como es el caso de Amador Montes y Alberto Aragón, continuamente se debate entre la tradición y la contemporaneidad, lidiando con las influencias de sus más destacados antecesores, pero tratando de reforzar su trabajo con variadas propuestas e intervenciones artísticas, al pertenecer a una generación colmada de nuevos cuestionamientos, asumiendo expediciones, búsquedas estéticas que reflejen el espíritu de su tiempo en espera de una profusa transformación.

En la obra de Amador Montes hay elementos contemporáneos emanados de distintas culturas que vitalizan su propuesta estética, alejándolo de la atemporalidad y el provincianismo que entrampa a varios de los artistas de Oaxaca que se resisten a perder su ingenuidad. La obra de este artista oaxaqueño está enriquecida por sus continuos viajes, al albergar influencias artísticas y vivenciales de diversas latitudes, que han ido transformando sus técnicas y temáticas. Estas expediciones físicas y estéticas son producto de su versatilidad, de la intervención de distintos materiales, de la inclusión de múltiples temas a su heterogénea obra.

Las expediciones pueden seguir rumbos distintos según los fines perseguidos. Las exploraciones militares circunscritas en la llamada era de los descubrimientos son las que transformaron sustancialmente nuestro mundo, nuestro devenir. Estos viajes a ultramar, con navíos surcando nuevas rutas principalmente entre los siglos XV y XVII, trajeron consigo la fundación de rutas comerciales, de expansión del capitalismo y del cristianismo, pero también la reinvención de América a través de la mezcla de culturas y los mestizajes étnicos, gastronómicos, musicales, arquitectónicos, literarios, etc. que revitalizaron la sociedad tanto de manera global como nacional.

Las exploraciones estéticas logradas por el artista son un reflejo de esta fusión de culturas, al lograr en el lienzo, mezclar imágenes, estampados, épocas, caligrafías, símbolos, ya que en su múltiple quehacer artístico transforma los objetos utilitarios y cotidianos en obras de arte, generando en el proceso una ritualidad propia, una comunión entre las culturas.

Este pintor y escultor oaxaqueño, por momentos nos trae golpe a la cultura oriental en trazos o en santuarios sagrados donde reposan alargadas aves migratorias que descansan y retoman fuerzas para continuar su vuelo. En paisajes cálidos el artista nos muestra composiciones esterilizadas, buscando embelesarnos con este vuelo detenido, con estas aves que se solazan mostrando su belleza pasajera, su presencia efímera sobre este lacerado mundo.

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Es inquietante, desde luego, que el Oriente también se asome en una taza de café o té. Estas bebidas estimulantes, estos brebajes cotidianos que humean nuevas interrogantes o que definen destinos y designios ante una naturaleza cada vez más amenazada en todo el mundo. Son estos escenarios donde transitan el color, las formas, la plasticidad, desde una perspectiva versátil, los que el artista utiliza para reinterpretar las esencias de la naturaleza que muestra como en una especie de añoranza y melancolía.

La obra de Alberto Aragón, por su parte, en el primer momento suele parecernos apacible, armónica, animada por escenarios oníricos que nos incitan a la contemplación, tan necesaria en tiempos tan violentos cuando los mass media difunden al momento los horrores y catástrofes acontecidos en el mundo, convirtiendo las tragedias humanas en carnada para excitar a la sociedad del espectáculo.

Pero, reflexionando sobre la esencia que está latente bajo la claridad de estas pinturas, nos percatamos que no son fruto de la quietud sino de la inquietud, de la intranquilidad, de las contradicciones o batallas que libra en su interior el propio artista buscando conquistar estos recintos de plenitud.

Con renovadas imágenes espirituales, el artista profana la imaginería local. Escapa de la mitología basada en iconografías folclóricas que todavía avivan artistas y mercaderes del arte en la entidad. Este pintor y escultor oaxaqueño nos conduce a terrenos místicos, invitándonos a una expedición en paisajes donde nos aguardan personajes espirituales que provienen del pasado, del presente y del futuro, cuestionándonos desde su equilibrada existencia: ¿Quiénes somos? ¿Qué hacemos? ¿Cuál es el verdadero sentido de estar en este mundo?

No es azaroso que no se integren en esta pintura elementos de la iconografía religiosa tradicional, cuando hoy en día las nuevas generaciones cuestionan los dogmas ideológicos de las religiones monoteístas, que en México son principalmente de la Iglesia católica. Con su severa y patriarcal estructura, tal dogmatismo ha ido perdiendo credibilidad entre la sociedad antes sus obvias ambiciones terrenales y de obtención de poder político en una nación que defiende valerosamente su laicidad. La obra pictórica de Alberto Aragón se opone a los dioses y santos doloridos, sufrientes, naufragados, proponiendo una exploración plástica hacia la luz, hacia la búsqueda de una elevada conciencia personal y colectiva, que nos ayude a vivir de manera fraternal y en armonía, sin conflictos con la naturaleza, con nuestro entorno y con nuestros más próximos prójimos.

No es un terreno del sueño en el que se instala, sino de la conciencia. Pero nos hemos desacostumbrado a esta placidez, a este renacimiento del sentido común. Hemos dejado que el vértigo nos arrebate la pausa de la reflexión, que la dominante inmediatez de los celulares y del internet nos impida penetrantes cavilaciones sobre lo que fosforece más allá de las pantallas. Con sus personajes denominados por el artista como mono cocoon o mono crisálida, Alberto Aragón va espigando suavemente la materia hasta lograr sobreponer algunas capas de óleo, para representar el capullo que anida la transformación y la metamorfosis. Así, el artista intenta mostrarnos las distintas formas que adopta el misterio, al encarnarse en personajes sin cabello, con rostros cálidos, que representan al Ser sin ataduras, sin definiciones religiosas, sin aprisionantes dualidades que le impidan acceder a formas distintas de la evolución humana, explorando el interior de nosotros mismos. En un diálogo continuo con los materiales y con su oficio, el artista nos exhorta a realizar estas expediciones interiores.

Quiero pensar que la obra de estos dos jóvenes pintores oaxaqueños, incluida en este catálogo, más que una invitación es un desafío para que nos atrevamos a explorar estos reinos olvidados de la naturaleza, la imaginación y la conciencia.

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ALBERTO ARAGÓN

Oaxaca, 1980. Se inicia como pintor y escultor en el año de 1998 tomando como método de aplicación y aprendizaje la autodidaxis. A partir del año 2000 empieza a viajar con frecuencia al continente europeo, participando como creador mexicano en diversas exposiciones tanto a nivel individual como colectivas, asimismo, colaborando en grandes proyectos artísticos que comprenden monumentos y obra mural en ciudades como: Dinamarca, República Checa, España, Suecia, Noruega, USA, Palestina e Israel.

AMADOR MONTES

Oaxaca, 1975. Su formación académica lo llevó a estudiar la licenciatura en Diseño Gráfico, así como a participar en diversos talleres de pintura, dibujo y cerámica.

Entre sus más destacadas exposiciones individuales se encuentran: Pecados y virtudes, que presentó en el Espacio de México en Montreal (Canadá, 2005), Animalerías, muestra realizada en el Museo de los Pintores Oaxaqueños (Oaxaca, 2006), Y sin embargo, no puedo dejar de soñar, en la Galería de Arte de Oaxaca (Oaxaca, 2007), Memorias, para la Galería PICI de Seúl (Corea del Sur, 2008), Babel —nadie entiende a nadie— (Cd. de México, 2008), Crónicas personales (Cd. de México, 2009) y recientemente Comiendo Amor, en el Complejo Cultural Universitario de la BUAP (Puebla, 2010).

Ha participado también en reconocidas exposiciones colectivas en nuestro país como la muestra Destacados artistas de la pintura en México, celebrada en el Museo Raúl Anguiano (Jalisco, 2007), Dos miradas, en la Casa de la Cultura Oaxaqueña (Oaxaca, 2008); y en el extranjero, destacando sus aportaciones en la segunda y tercera edición del World Artist Festival (Corea del Sur, 2007, 2008), así como la exposición colectiva denominada Borderless Generation: Contemporary Art of Latin America, organizada por la Fundación Corea (Corea del Sur, 2009). Luna Zeta , editada en Oaxaca desde hace 11 años. Poeta e investigador social.

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Dos pintores mexicanos exponen sus obras en el Teatro Municipal de León, una muestra para entenderse de cómo anda la plástica oaxaqueña

La Prensa Literaria

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