Tal vez esto de publicar y la aparición de muchas editoriales, que antes no existían, nos nubla un poco la visión y obliga a algunas personas a creer que hay algunas distancias siderales entre los escritores del llamado boom y los nuevos escritores, probablemente esas distancias no son tan grandes y, si acaso, ni siquiera existen.
A los nuevos escritores los vemos con familiaridad, estamos acostumbrados a verlos publicar, hay un movimiento editorial muy grande.
No soy tan pesimista en torno a las nuevas generaciones, creo que la literatura latinoamericana goza de muy buena salud, hay una aparición, una renovación de nuevas figuras de un extremo a otro del continente y la prueba de eso es la multiplicación de ferias de libros, editoriales en todo el continente, así se dan los fenómenos literarios.
Ésa es la gran diferencia con lo que ocurría hace 20 ó 30 años cuando a los escritores les ocurría vivir confinados en sus países y leyéndose entre ellos.
Por otro lado, los fenómenos literarios tienen una raíz bastante misteriosa, no sé por qué a veces en una época surgen algunos escritores que renuevan las prácticas literarias y luego pasan grandes períodos que aunque haya una intensa vida literaria no hay esas novedades y pasan esas grandes transformaciones en el discurso, el lenguaje, la temática literaria, eso se torna bastante misterioso y para mí tiene una ventaja que es un espacio muy libre de material humano y hasta ahora no ha podido ser domesticado controlado, y eso es bueno como un producto de la libertad humana.
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