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LA PRENSA/archivo.

Usencia, poesía de Gabriela Mistral

Hija de un maestro rural que abandonó el hogar a los tres años del nacimiento de Gabriela Mistral, la muchacha tuvo una niñez difícil en uno de los parajes más desolados de Chile.

Gabriela Mistral *

Ausencia

Se va de ti mi cuerpo gota a gota.

Se va mi cara en un óleo sordo;

se van mis manos en azogue suelto;

se van mis pies en dos tiempos de polvo.

¡Se te va todo, se nos va todo! Se va mi voz,

que te hacía campana cerrada a cuanto no somos nosotros.

Se van mis gestos, que se devanaban, en lanzaderas, delante tus ojos.

Y se te va la mirada que entrega, cuando te mira, el enebro y el olmo.

Me voy de ti con tus mismos alientos:

como humedad de tu cuerpo evaporo.

Me voy de ti con vigilia y con sueño,

y en tu recuerdo más fiel ya me borro.

Y en tu memoria me vuelvo

como esos que no nacieron ni en llanos ni en sotos.

Sangre sería y me fuese en las palmas de tu labor y en tu boca de mosto.

Tu entraña fuese y sería quemada en marchas tuyas

que nunca más oigo, ¡y en tu pasión que retumba en

la noche, como demencia de mares solos!

¡Se nos va todo, se nos va todo!

La Tierra y la mujer

Mientras tiene luz el mundo

y despierto está mi niño,

por encima de su cara,

todo es un hacerse guiños.

Guiños le hace la alameda con sus dedos amarillos,

y tras de ella vienen nubes

en piruetas de cabritos…

La cigarra, al mediodía,

con el frote le hace guiño,

y la maña de la brisa guiña

con su pañalito.

Al venir la noche hace guiño

socarrón el grillo,

y en saliendo las estrellas,

me le harán sus santos guiños…

Yo le digo a la otra

Madre, a la llena de caminos:

“¡Haz que duerma tu pequeño

para que se duerma el mío!”.

Y la muy consentidora,

la rayada de caminos,

me contesta:

«¡Duerme al tuyo

para que se duerma el mío!».

*Hija de un maestro rural que abandonó el hogar a los tres años del nacimiento de Gabriela, la muchacha tuvo una niñez difícil en uno de los parajes más desolados de Chile. A los 15 años publicó sus primeros versos en la prensa local y empezó a estudiar para maestra. En 1910 obtuvo el título de maestra en Santiago. En 1925 dejó la enseñanza y, tras actuar como representante de Chile en el Instituto de cooperación intelectual de la S.D.N., fue cónsul en Nápoles y en Lisboa. En 1953 se le nombra Cónsul de Chile en Nueva York. Participa en la Asamblea de las Naciones Unidas representando a Chile. En 1954 viene a Chile y se le tributa un homenaje oficial. Regresa a los Estados Unidos. El 15 de noviembre de 1945 recibe el Premio Nobel de Literatura. Tiene 56 años de edad.

La Prensa Literaria

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