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Wislawa Szymborska

Escritora y premio Nobel polaca, considerada una de las voces más originales de la poesía contemporánea de su país.

Por Wislawa Szymborska*  

Autotomía

Ante el peligro, la holoturia se divide en dos:

con una parte se entrega para ser devorada por el

mundo,

con la otra huye.

Se divide violentamente en pérdida y en salvación,

en multa y premio, en lo que fue y lo que será.

En el centro del cuerpo de la holoturia se abre un /precipicio

de dos orillas repentinamente ajenas entre sí.

En una orilla la muerte; en otra la vida.

Aquí la desesperación, allá la esperanza.

Si existe la balanza, los platillos no se mueven.

Si existe la justicia, hela aquí.

Morir lo necesario, sin exagerar.

Crecer lo necesario, de lo que se ha salvado.

Sabemos dividirnos, es verdad, también nosotros.

Pero sólo en cuerpo y susurro interrumpido.

En cuerpo y en poesía.

Aquí el corazón pesado, allá non omnis moriar,

tres pequeñas palabras como tres plumas al vuelo.

El precipicio no nos corta en dos.

El precipicio nos rodea.

Estoy demasiado cerca

Estoy demasiado cerca para que él sueñe conmigo.

No vuelo sobre él, de él no huyo

Entre las raíces arbóreas. Estoy demasiado cerca.

No es mi voz el canto del pez en la red.

Ni de mi dedo rueda el anillo.

Estoy demasiado cerca. La gran casa arde

Sin mí gritando socorro. Demasiado cerca

para que taña la campana en mi cabello.

Estoy demasiado cerca para que pueda entrar como un huésped

que abriera las paredes a su paso.

Ya jamás volveré a morir tan levemente,

tan fuera del cuerpo, tan inconsciente,

como antaño en su sueño. Estoy demasiado cerca,

demasiado cerca. Oigo el silbido y veo la escamareluciente de esta palabra, petrificada en abrazo.

Él duerme, en este momento, más al alcance

de la cajera de un circo ambulante con un solo león,

vista una vez en la vida, que de mí que estoy a su lado.

Ahora, para ella crece en él el valle

de hojas rojas cerrado por una montaña nevada

en el aire azul. Estoy demasiado cerca,

para caer del cielo. Mi gritos

ólo podría despertarle. Pobre,

limitada a mi propia figura,

mas he sido abedul, he sido lagarto,

y salía de tiempos y damascos

mudando los colores de mi piel. Y teníael don de desaparecer de sus ojos asombrados,

lo cual es la riqueza de las riquezas. Estoy demasiado cerca,

demasiado cerca para que él sueñe conmigo.

Saco mi brazo que está debajo de su cabeza dormida

Mi brazo dormido, lleno de agujas imaginarias.

En la punta de cada una de ellas, para su recuento

Se han sentado ángeles caídos.

 LA PRENSA/ ARCHIVO

* Escritora y premio Nobel polaca, considerada una de las voces más originales de la poesía contemporánea de su país. Nació en un pueblo de la provincia de Pozman, pero se trasladó, junto con su familia, en 1931, a Cracovia, lugar al que siempre ha estado ligada. Su primer libro publicado fue Busco la palabra (1945), pero no empezó a conseguir reconocimiento literario hasta la aparición, en 1952, de su poemario Por eso vivimos, que fue seguido de Preguntas planteadas a una misma (1954). La obra de Wislawa Szymborska está considerada como una lírica impregnada de duda metódica con claras intenciones éticas, se sirve de versos cortos, estrofas clásicas y léxico común, y con estos elementos consigue unos poemas de gran hondura y fuerza. Por el conjunto de su obra, que no es muy numerosa, recibió en 1996, el Premio Nobel de Literatura.


La Prensa Literaria

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